Diario de Noticias (Spain)

Mundo rural, despoblaci­ón y multinacio­nales

- Jesús S. POR Muruzabal Lerga El autor es economista

os problemas del campo y la ganadería de hoy tienen su origen en las políticas que se aplicaron (y en las que no se aplicaron) hace 50 ó 60 años. Con esta contundent­e afirmación se despidió mi amigo Martín de Unssi después de tomar un rosado mientras hablábamos de la situación actual de los pueblos y del mundo rural.

La inquietud me rondaba y recurrí al moderno oráculo, san Google. Algunos de los datos que me encontré son realmente alarmantes:

• Para 2030 se calcula que se jubilarán el 60 por ciento de los agricultor­es y ganaderos españoles. La edad media de los propietari­os de explotacio­nes agrarias supera los 61 años. Los jóvenes que se dedican al campo son unos 25.000, cuando harían falta 200.000. El ministro Luis Planas estima que en el periodo 20232027 se incorporar­án 16.000 jóvenes.

• Entre 1900 y 1960 el porcentaje de la población activa en el sector primario en Navarra oscila entre el 70 y el 50 por ciento, actualment­e se sitúa en torno al cuatro por ciento. Si hasta ahora la despoblaci­ón y el envejecimi­ento en el mundo rural han sido evidentes, lo que puede venir, si no se actúa, será irreversib­le. Los grandes inversores ya han empezado

La adquirir explotacio­nes.

En el fondo es un paso más del sistema económico en el que nos movemos: el control de todos los ámbitos económicos por grandes grupos, que ahora va a ser visible en nuestro agro. Comento mientras paseo con Martín de Unssi estos datos y, con el saber que le dan los años, me responde: como el campo no se lo puede llevar nadie, alguien lo trabajará y, con grandes extensione­s y la actual tecnología (y la que pueda venir), salvo que agotemos la tierra, se seguirá produciend­o. Nos acercaremo­s a la globalizac­ión que se ha dado en el mundo industrial y, tras la pandemia y la guerra en Ucrania, ya sabemos los problemas que genera.

No es difícil imaginar un posible futuro en el que en unos almacenes de nuestros pueblos se guarde la maquinaria que unos trabajador­es de multinacio­nales, residentes en Pamplona, utilicen para realizar las labores del campo que correspond­a, cuando en sus teléfonos reciban el aviso, originado en la pequeña instalació­n informátic­a colocada en el campo. Y no hay que olvidar que la misión de la agricultur­a y ganadería es alimentar a los ya 8.000 millones que habitamos el planeta. Para ello dependemos de las multinacio­nales que proporcion­an semillas, abonos, fitosanita­rios…y hay dudas de que la agricultur­a orgánica pueda cumplir ese objetivo, al menos a corto plazo.

Y, con una mezcla de sonrisa y tristeza, añade: con la pandemia ya hemos visto lo que pasa cuando faltan productos industrial­es, pero si falta la comida…

Y continúa, pero más importante es el cambio o fin de un estilo de vida, el fin del mundo rural, de su historia, de su patrimonio, de su cultura y de todos los saberes que atesora y se han transmitid­o de generación en generación. Aunque quizá nos preocupa porque actualment­e nos toca a nosotros, pero ha sido y es una constante en la historia. Las diferentes civilizaci­ones desaparece­n y son sustituida­s por otras.

Es lógico que el medio rural se rebele y parece que la administra­ción ahora es más sensible ante esta situación. Cuando enseñamos nuestras localidade­s a los visitantes les mostramos nuestras piedras, ya sean casas solariegas o iglesias, paseamos por adoquines y huimos de los barrios modernos. También nos gusta enseñar nuestros paisajes, los caminos entre árboles, los campos cultivados, las riberas de los ríos, o subir a los montes para divisar el paisaje. ¿Quedará todo esto si se despueblan nuestras localidade­s?

La gran pregunta es qué tipo de vida queremos para nuestros hijos y nietos. Por eso, si queremos mantener el mundo rural, y el urbano debería ser el más interesado por su propio interés, debemos pensar que las actuacione­s de los últimos años nos han llevado a esta situación y, si queremos revertirla, hay que actuar muy rápido y con otras medidas. Si hoy no facilitamo­s que los jóvenes se mantengan en el medio rural, en pocos años desaparece­rá. Y se requieren medidas radicales y novedosas. Algunas como las exenciones fiscales ya se aplicaban en la Edad Media para repoblar el territorio. Para otras habrá que ser imaginativ­o y romper moldes. ¿Por qué, por ejemplo, a los jóvenes que se instalen en el campo y cuenten con un tipo de explotació­n predetermi­nado no se les garantiza un ingreso que complete los obtenidos de su actividad si éstos no llegan a un mínimo? Y, con su picardía, Martín de Unssi añade: pero siempre en función de que sus rendimient­os sean los medios del sector o de la zona.

Sabemos que instalarse en el campo es muy costoso y difícil y no podemos permitir que se vayan los que ya están, y recuerda que hace años algunos pensaban que los hijos de agricultor­es y ganaderos que llegaban a la universida­d podrían hacerse cargo de las explotacio­nes aunando los conocimien­tos del estudio con los heredados de sus padres y abuelos, pero no parece que se haya logrado.

Y termina Martín de Unssi diciendo: “yo por mi edad no sé si lo veré, pero estoy esperanzad­o con todo el esfuerzo que se está realizando para revitaliza­r el pueblo”, y, levantando la copa de rosado brinda como siempre: San Martín de Unx, vívelo, bébelo, ¡siéntelo!

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