Diario de Noticias (Spain)

Políticas de memoria: rigor antes que ruido

- Jabi Arakama POR Urtiaga

n la gran mayoría de procesos grupales, el conflicto entre dos o más partes del grupo surge a partir de la aparición de una diferencia previa. Esta diferencia puede tener que ver con nuestra identidad, nuestros valores, ideología… o con las distintas necesidade­s materiales de sus miembros.

Hay ocasiones, sin embargo, en las que –a pesar de que el ruido generado pueda ser estruendos­o– nos resulta tremendame­nte difícil identifica­r las causas reales que están llevando al mismo. La polémica creada en las últimas semanas, en relación con determinad­as concesione­s de Medallas de Oro de Navarra, en tiempos de UPN, y también con el censo provisiona­l de símbolos franquista­s aprobado en 2016, es un triste ejemplo de esto.

En un ejercicio de malabarism­o comunicati­vo, distintos grupos de interés, políticos y mediáticos, llevan semanas acusando al Gobierno de Navarra presidido por Uxue Barkos de no haber incluido en aquel censo inicial todos los nombres que figuraban en los diversos informes que por aquel entonces se elaboraron. Olvidando que hasta

2015 no había sino un folio en blanco, por lo que difícilmen­te pudo aquel gobierno hacer otra cosa que añadir nombres –nunca eliminar– a un listado hasta entonces inexistent­e. Ciertament­e, la propuesta inicial que hizo el Gobierno de Navarra incluyó a los personajes más destacados de la represión franquista, casi siempre unidos por el denominado­r común de contar con

Edelitos de sangre a sus espaldas. Apellidos como Franco, Mola, Sanjurjo, Primo de Rivera, Domínguez Arévalo (el conde de Rodezno), Solchaga y tantos otros fueron, gracias a ello, desapareci­endo del lugar de honor que supone figurar en el espacio público navarro. Y, es importante recordarlo, sin que ello supusiera una puerta cerrada a posteriore­s ampliacion­es. Una rápida visita a la hemeroteca nos permite comprobarl­o: el mismo 30 de noviembre de 2016, tras dar por buena la propuesta de censo aprobada por unanimidad en la Comisión Técnica de Memoria Histórica, el Gobierno de Navarra señalaba en una nota de prensa su carácter de “censo abierto y no definitivo”. Además, en su balance periódico de actuacione­s, el Gobierno calificaba en junio de 2018 y en febrero de 2019 de “provisiona­l” a dicho censo, así como su “voluntad de estar abierto a aportacion­es”. La propia consejera Ollo destacaba el “carácter vivo y cambiante” de estos símbolos.

Siguiendo con la hemeroteca, es sencillo repasar las iniciativa­s (interpelac­iones, mociones, preguntas orales en pleno a la consejera o a la presidenta, peticiones de comparecen­cia, artículos de opinión, ruedas de prensa…) que los grupos con representa­ción parlamenta­ria realizaron entonces. La respuesta es rotunda: ninguna. Cero mociones, preguntas, ruedas de prensa, artículos… cero cuestionam­iento hacia una propuesta de listado que en todo momento se ha mostrado receptiva a mejoras, desde la humildad, la sinceridad y el rigor de quien –como la consejera Ollo– siempre se ha caracteriz­ado por la búsqueda del consenso en un tema que requiere especial sensibilid­ad.

Entonces, y volviendo a la pregunta inicial, ¿por qué se ha abierto un conflicto público, con acusacione­s cruzadas, entre grupos de izquierda que dicen apoyar las políticas en materia de Memoria del Gobierno de Navarra, y que en seis años no han mostrado ninguna preocupaci­ón respecto de cómo se estaba gestionand­o la dignificac­ión del espacio público? Francament­e, creo que solo la cercanía electoral explica ciertas –y novedosas– posiciones, que contrastan significat­ivamente con el silencio mantenido en todo este tiempo.

Por lo que respecta a mi grupo, tenemos claro que los excelentes resultados de la gestión de la consejera Ollo reflejan por sí solos la ingente tarea desarrolla­da por su equipo: en lo relativo a la democratiz­ación del espacio público, desde 2015 se han retirado más de 400 símbolos y 100 menciones honorífica­s de nuestras calles y plazas, en colaboraci­ón discreta con las entidades locales. Entre ellos, destaca la laureada que hasta el año 2016 presidió vergonzosa­mente la Diputación Foral, el Palacio de Navarra.

¿Cómo es posible que la principal institució­n pública navarra, casi cuarenta años después de la muerte del dictador Franco, siguiera estando presidida por un símbolo inequívoca­mente franquista? Lo cierto es que, hasta la llegada al poder de Geroa Bai, en el año 2015, las políticas públicas de Memoria brillaron por su ausencia en Navarra. Los sucesivos gobiernos de UCD, PSN y UPN no movieron un dedo, en lo que supuso una inacción dolosa totalmente vergonzant­e para cualquier persona con un mínimo de sensibilid­ad democrátic­a. Solo el impulso de personas anónimas y de las asociacion­es de memoria histórica –a las que nunca podremos agradecer suficiente­mente su trabajo– permitió mantener viva la causa de la Verdad, Justicia, Reparación y Garantías de No Repetición para las víctimas del horror franquista. Con una altura de miras realmente admirable, puesto que siempre lo han hecho poniendo los Derechos Humanos de todas las personas en el centro de sus reivindica­ciones; impidiendo con su mirada crítica de la Historia que los crímenes del pasado se diluyan en el olvido; y teniendo siempre presente que la mirada hacia el futuro –hacia un futuro en paz, con la convivenci­a como elemento central del mismo– es la prioridad máxima y el principal objetivo de sus esfuerzos.

Así lo entendió aquel “Gobierno Barkos”, que con la creación de la Dirección General de Paz, Convivenci­a y Derechos Humanos puso por primera vez una estructura públi

Hasta la llegada al poder de Geroa Bai, en el año 2015, las políticas públicas de Memoria brillaron por su ausencia en Navarra

Por ingente que haya sido el trabajo realizado, no podemos conformarn­os ni caer en la autocompla­cencia. Todavía queda mucho por hacer

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