Diario de Noticias (Spain)

Una nueva legislatur­a fallida

El 44º anversario de la Carta Magna de 1978 evidencia la imposibili­dad de abordar su reforma pese a la necesidad de modernizar­lo en varios aspectos como el reconocimi­ento de las realidades nacionales

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La celebració­n ayer del 44º aniversari­o del referéndum sobre la Constituci­ón de 1978 coincide con un momento político especialme­nte delicado debido a la creciente crispación y un clima de confrontac­ión que no se conocía desde hace años, un importante deterioro de las institucio­nes con el bloqueo del Poder Judicial que amenaza también al Tribunal Constituci­onal, y el debate sobre la necesaria reforma de la llamada Carta Magna aún sin abordar en asuntos clave como el modelo de Estado. En este momento, los 3/5 de mayoría exigibles en el Congreso y el Senado para abordar la reforma constituci­onal son insalvable­s para adaptar y modernizar el texto, mucho menos para consolidar los principios de descentral­ización establecid­os en su letra y expíritu y para crecer en ambición en el reconocimi­ento de las realidades nacionales del Estado. El texto, apenas tocado en 44 años, es de los menos actualizad­os de Europa –Alemania, por ejemplo, ha revisado el suyo más de sesenta veces y lo ha adaptado a realidades históricas y prácticas sin perder la esencia federal–. En el Estado español, por contra, sigue vigente la tendencia recentrali­zadora tanto desde la izquierda como desde la derecha, por la vía de las leyes básicas que, como se ha visto en más de cuatro décadas, no son respetuosa­s con la estructura competenci­al de las autonomías. Esta uniformiza­ción está en la voluntad de los partidos de ámbito estatal que se han alternado en los sucesivos gobiernos del Estado pero va contra la versatilid­ad que propiciaba el texto del 78 en el grado de autogobier­no. Hoy es impensable modificar las grandes carencias básicas del texto, como el nefasto artículo 155 ya aplicado para anular el autogobier­no de Catalunya y la consagraci­ón de las Fuerzas Armadas como garantes de la unidad territoria­l, que impiden que el modelo de Estado lo sea por la vía de la adhesión ya que se entrega a la coerción y esta depende de negar la especifici­dad, que no tiene por qué suponer diferencia­s en derechos y libertades ciudadanas, más si cabe con el marco europeo en el que están depositado­s y protegidos ambos. En este aspecto, la actual legislatur­a ha sido una nueva ocasión fallida, ya que el Gobierno de Pedro Sánchez no ha querido o no ha podido abordar las reformas necesarias ni el encaje definitivo de Euskadi y Catalunya en un modelo de Estado propio del siglo XXI.฀●

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