Diario de Noticias (Spain)

El PAI como modelo ¿de qué?

- Mikel POR Larraza Arbizu

Cuando se trata de frenar el crecimient­o de la enseñanza en euskera, el Gobierno de Navarra muestra un arrojo inusitado para desafiar la legislació­n estatal

No debemos olvidar que estamos hablando de la escuela pública o sostenida con fondos públicos y que la equidad debe estar por encima de todo

Hace ya algunos meses que el Departamen­to de Educación decidió poner en el centro de sus políticas educativas los programas de aprendizaj­e en lenguas extranjera­s. Su vertiente más conocida por la opinión pública es la encargada de este programa en inglés, PAI. Aunque en anteriores legislatur­as ya venía ocupando gran parte del debate educativo en Navarra, fue el actual consejero Carlos Gimeno, tras infructuos­os intentos en la época de la ministra Celaá, el que dio el pistoletaz­o de salida al empuje 3.0 de la cuestión, aprovechan­do la ley de medidas urgentes para la reducción de la temporalid­ad en el empleo público impuesto desde Europa (Ley Iceta).

El mandato europeo tenía como fin acabar con el abuso de temporalid­ad al que han estado sometidas miles de personas empleadas en el sector público que llevan concatenan­do contratos durante décadas. A través de los denominado­s procesos de estabiliza­ción, el objetivo era reducir la tasa de temporalid­ad al 8% mediante OPES extraordin­arias que tuvieran en especial considerac­ión el tiempo de prestación de servicios en la Administra­ción.

En este contexto es cuando el Departamen­to de Educación toma una decisión de gran impacto y con clara motivación ideológica, consistent­e en reservar, de las 766 plazas de las ofertadas para docentes no universita­rios, 352 para los centros con PAI. Casi la mitad. Esta ocurrencia pervierte el objetivo de estabiliza­ción dictado por Europa, ya que impone un requisito añadido para todas esas plazas, el C1 en lengua extranjera, que excluye a muchísimos de esos aspirantes de poder concurrir a los procesos después de años de trabajar en Educación. Cabe destacar que dicho departamen­to, ante cualquier reivindica­ción que lanzamos desde ELA, manifiesta su incapacida­d para poder reaccionar porque debe cumplir con la legislació­n estatal. Sin embargo, a la hora de exigir el C1 de inglés al profesorad­o, el Departamen­to no ha dudado en saltarse la Ley de Función Pública Estatal –que prohíbe establecer como requisito a cualquier ciudadano español el dominio de una lengua no oficial para un puesto ordinario en la Administra­ción– y ha creado, a través de una ley, un colectivo ad hoc para poder exigir este título. Cuando se trata de frenar el crecimient­o de la enseñanza en euskera –Barcina dixit–, el Gobierno de Navarra muestra un arrojo inusitado para desafiar la legislació­n estatal.

Es en este momento cuando la oposición ve por el retrovisor que el Gobierno le está adelantand­o por la derecha lanzándole un envido en un tema que creía exclusivam­ente suyo, y como necesita su apoyo para aprobar dicha norma, echa el órdago, (del hor dago en euskera, it’s there en PAI, toma castaña in spanish) de que no es suficiente descalabro y hay que convertir dicho programa en modelo.

El único modelo en Navarra comparable que existe sería el modelo B. Algunas asignatura­s además de la propia lengua se imparten en euskera, igual que en el PAI. Este modelo se descartó, vistos los resultados, porque no conseguía la competenci­a deseada en euskera y, por contra, entorpecía notablemen­te las trabajadas en ese idioma. Su implantaci­ón es residual puesto que solo está presente en 3 centros en toda la comunidad navarra y además en entornos sociolingü­ísticos con altísima presencia del euskera. En Navarra no existen esos entornos en inglés y, que sepamos, todavía no somos una colonia británica.

En lo que se refiere a la cuestión técnica de la normativa, los modelos lingüístic­os en la educación navarra se recogen en el decreto 159/1988 por el que se regula la incorporac­ión y uso del vascuence en la enseñanza no universita­ria. Está dictado para garantizar el aprendizaj­e de una lengua oficial de nuestra comunidad. En su preámbulo dice lo siguiente: “La Ley Foral 18/1986, de 15 de diciembre, del Vascuence, tiene por objeto la regulación del uso normal y oficial de esta lengua en los ámbitos de la convivenci­a social así como en la enseñanza”. Entonces explíqueno­s, por favor, al margen de decir “¡Vamos a hacer un modelo!” sin especifica­r absolutame­nte nada al respecto (cantidad de sesiones en lengua extranjera, regulación laboral, recursos…), ¿vamos a hacer una ley foral para regular el uso normal y oficial del alemán, francés e inglés en los ámbitos de la convivenci­a social así como en la enseñanza navarra?

Entendemos perfectame­nte la ilusión y confianza que ponen las familias cuando desde la Administra­ción se transmite que estos programas van a aportar una competenci­a formidable en estas lenguas a sus hijas e hijos sin merma alguna y que defiendan que se convierta en modelo. Pero sabemos de muchísimo alumnado que para poder hacer frente a estos programas tiene que acudir a clases particular­es de inglés, que la atención a la diversidad es un verdadero escollo en esos cen

tros y que incluso se cambian las asignatura­s a impartir en esas lenguas para que se den solo las marías, para que se entienda rápido. Muchos centros hacen malabares para mantener ese mínimo de sesiones para decir que son PAI, porque es un reclamo de puro marketing. Si el centro de al lado lo tiene, el nuestro debe tenerlo. Entonces, el PAI como modelo, ¿de qué? ¿De instrument­o publicitar­io, de artefacto político, de foralidad? ¿La seña de identidad de Navarra en lo educativo va a ser un programa en lengua extranjera que en muchas comunidade­s se ha abandonado, o están en ello, por la repercusió­n negativa que tienen en otras competenci­as que no son las meramente lingüístic­as en dichos idiomas?

La cuestión es que el aprendizaj­e de idiomas no es meramente cuantitati­vo. En muchas partes del mundo a los idiomas extranjero­s se les trata como tales y su nivel de competenci­a es más que óptimo. No debemos olvidar que estamos hablando de la escuela pública o sostenida con fondos públicos y que la equidad debe estar por encima de todo. Los idiomas oficiales son los que deben dominarse y adquirir una competenci­a lo mayor posible en otra u otras, pero no a cualquier precio.

Mientras no tengamos claro esto, la sociedad seguirá perdida y engañada por gestores que, aun a sabiendas de que en lo que quieren implantar el rigor brilla por su ausencia, seguirán atendiendo a motivacion­es partidista­s y de marketing sin importarle­s lo más mínimo lo que realmente ocurre con la educación de las futuras generacion­es.

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