Diario de Noticias (Spain)

Construir una vida sostenible en el Sáhara

TATEH LEHBIB IMPARTE UNA CHARLA EN LA UPNA SOBRE SU PROYECTO PARA MEJORAR LA VIDA DE LOS REFUGIADOS SAHARAUIS

- ✎ Patricia Ruiz  Iban Aguinaga

Un reportaje de

ateh Lehbib nació y creció en los campos de personas refugiadas de Tinduf. “Aún me acuerdo de los gritos de la gente cuando veíamos venir una tormenta de arena. Yo viví en uno de los desiertos más inhóspitos del mundo”, relató ayer en una conferenci­a que impartió ayer en la biblioteca de la Universida­d Pública de Navarra.

Este joven ingeniero sufrió en primera persona la huida de los refugiados saharauis al suroeste de Argelia. Él abandonó Tinduf con 11 años para formarse y, después de mucho tiempo, regresó al lugar donde creció con un objetivo claro: convertir el desierto en el que se crió en una zona habitable.

De su infancia, Lehbib recuerda con cariño a su abuela, a quien define como una mujer “valiente” y “sabia”. El joven narró, emocionado, cómo a pesar de las difíciles condicione­s de vida, los retos y las barreras, ella siempre supo lanzar un mensaje de esperanza. “Me contaba que fueron obligados a abandonar su hogar y llegaron a un lugar conocido como el ‘infierno’. Me contaba que la tienda en la que vivía tenía muchas cosas de cuero y utensilios domésticos hechos con piel de animal, que usaban muchas plantas para curar las heridas y que ella nunca perdió la fe en que algún día volvería a vivir en su tierra”, expresó Lehbib con el corazón en un puño.

TLas mujeres se ocupaban de la parte política, social y económica de los campamento­s de refugiados. “Ellas se encargaban de la distribuci­ón del agua, de la comida, de la medicina, de la educación... Ellas se encargaban de todo”, destacó Lehbib. Otra de las tareas que dominaban era la construcci­ón. Las primeras personas refugiadas vivían en tiendas de campaña hechas con una tela llamada “melhfa” con la que se vestían las mujeres. “Hasta la llegada de las primeras carpas de ACNUR, las mujeres cogían telas y cosían, y luego adaptaban las tiendas a su gusto”, recalcó.

Posteriorm­ente, empezaron a construir con adobe. Pero la mala calidad de los materiales hacía de las viviendas algo frágil y, con las

EL PODER FEMENINO Fotografía

lluvias torrencial­es, todo acababa completame­nte inundado. Una de esas inundacion­es destruyó el 80% de las casas, entre las que se encontraba la vivienda de la de la abuela de Lehbib. “Sentí una pena enorme”, comentó. En ese momento supo que debía hacer algo. Y decidió aportar, literalmen­te, su granito de arena.

“Yo quería construir una casa para mi abuela”, subrayó el joven. Con la idea de crear un hogar fuerte y estable, se le ocurrió fabricar construcci­ones con botellas de plástico. “La gente no creía que con botellas de plástico se pudiera construir una vivienda. Me llamaban el loco del desierto”, recordó Lehbib, casi entre risas al acordarse del apodo.

La zona en la que viven las personas refugiadas en Tinduf alcanza los 50ºc en verano y temperatur­as bajo cero durante las noches de invierno. Lehbib buscaba materiales fuertes que resistiese­n el viento y el agua, y aunque pocos confiaron en su proyecto, consiguió construirl­e una casa a su abuela. “Cuando acabé la vivienda sentí como si fuera un regalo. Hasta mis amigos me decían que estaba loco, pero lo logré”, señaló el joven saharaui.

“En el desierto hay muchas botellas porque allí no hay agua potable. Cada campamento de refugiados tiene un mercado y un vertedero, y de ahí sacamos las botellas para construir la casa”, puntualizó el ingeniero. Cada construcci­ón requiere 5.000 botellas rellenas de arena y para pegarlas entre ellas utilizaron cemento o tierra, y un aislante térmico mezclando tierra y paja. Tras el éxito de esa primera casa, Lehbib, junto a 20 colaborado­res, decidió construir 25 viviendas más, repartidas en los diferentes campos de refugiados ubicados por Argelia.

EL LOCO DEL DESIERTO

Ahora, Lehbib se dedica a impartir conferenci­as de conciencia­ción. “Quiero demostrar que los recursos locales se pueden aprovechar y que los materiales reciclados sirven para cosas tan necesarias como la construcci­ón de un hogar. Nosotros no tenemos una técnica avanzada para reciclar y reutilizar materiales, pero

CAMPAÑAS DE SENSIBILIZ­ACIÓN

a todo se aprende”, detalló.

Con el fin de dar a conocer la lucha saharaui y promover una arquitectu­ra sostenible, Lehbib acudió ayer a la Universida­d Pública de Navarra para impartir una de sus reveladora­s charlas. El joven saharaui narró sus proyectos a los estudiante­s de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresaria­les, quienes quedaron asombrados ante sus experienci­as vitales. Así, el ingeniero continúa aportando su granito de arena a la causa del pueblo saharaui, que siempre ocupará un espacio enorme en su corazón.฀●

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El ingeniero saharaui Tateh Lehbib, en la biblioteca de la Universida­d Pública de Navarra.

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