Diario de Noticias (Spain)

Música Divas del vinilo

- Teobaldos POR

Ahora los vinilos han vuelto, pero con ese matiz de coleccioni­sta. Es distinto. Lo que sí se mantiene intacta es la calidad de los grandísimo­s intérprete­s. Por lo menos en este caso. Porque Sabine Meyer, la excelsa, y más popular, clarinetis­ta, sigue dándonos una lección magistral de fraseo y búsqueda de belleza de sonido en el instrument­o de viento madera. El clarinete, con esa dificultad añadida de aquilatar bien algunas octavas, se presta al virtuosism­o, y al “canto” sosegado; siempre con una columna de aire de fondo (fiato) muy poderosa y homogénea, para sostener su discurso. Meyer lo tiene todo. Se presenta en escena, elegante y jovial, con un discreto baile que acentúa el ritmo; y con el, no menos, famoso Concierto para clarinete y orquesta de C. M. v. Weber. Digitación impecable para todos los tramos de virtuosism­os, desde luego, pero lo más hermoso, lo más emocionant­e, viene del sonido grave, como de oquedad boscosa, a madera; de la media voz, como base de su homogeneid­ad; y de los imposibles pianísimos, extremados –como

Día Internacio­nal de la Danza 2022. en la propina–, de acuerdo con la orquesta. Por esto, el segundo movimiento, de fraseo ligado y tenido es la cumbre expresiva de Meyer, que aguanta un tempo lento, y modula matices íntimos y muy sentidos. Quizás hubiéramos querido las trompas un poco más lejanas. En el tercer movimiento, Meyer está juguetona, vuelve, tranquila al tema principal, y remata con luminosida­d. La orquesta, en general respeta a la solista, aunque yo creo, que, todavía, se podía haber bajado un poco más el volumen. La orquesta está muy bien en las respuestas fogosas a solo.

A Christophe Rousset lo situamos en la deslumbran­te, doble, aparición por estas tierras, con su orquesta, Les Talens Lyriques, en 2014: en la Semana Estellesa con Rameau (Diario de Noticias 7 del 9), y en Baluarte con el Oratorio de Navidad de Bach (DN 26-12). También le recuerdo de una, no menos deslumbran­te, grabación de Antígona, de Traetta, con María Bayo de protagonis­ta, para Decca (2000). Así que estamos ante un director historicis­ta, con pleno dominio del barroco. Por lo que lo más lógico es que Rousset aborde el clasicismo (Haydn), y ese romanticis­mo schubertia­no de la Quinta Sinfonía (muy pegada a Haydn), viniendo del barroco, más que tendiendo al romanticis­mo. La versión de la Sinfonía 85 fue, más bien, de tempo tranquilo, con la preocupaci­ón de que todo se oiga, así que salen los violines segundos, los violonchel­os, aunque sólo acompañen el tema protagonis­ta; y la excelente flauta que va por arriba. El minueto, muy correcto, sin alborotar los miriñaques. Pasó un poco sin pena ni gloria, para el respetable. La Quinta de Schubert, tan bonita, fue más garbosa, de principio a fin. Rousset le imprime tensión, y la luminosida­d de la obra, que es mucha, refulge más todavía. Todo va a resultar muy transparen­te. El segundo movimiento es sereno. Rousset es muy austero de gesto (sin batuta), no desmelena los brazos, pero es eficaz y el minueto corre muy bien. El final es chispeante, con un tempo ágil al que la orquesta responde muy bien. Gustó.฀●

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Foto: Javier Bergasa

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