Triodos Bank
Por supuesto respeto la opinión de la persona anónima Clienta de Triodos Bank en Pamplona que recoge Enrique Conde en el DIARIO DE NOTICIAS del pasado 22 de abril. Yo creía, pero no creo, en la banca ética y más a más estoy dejando de creer en casi todo; también en la justicia y en los medios de comunicación, que me merecen un respeto, de momento.
Yo también soy clienta estafada por Triodos Bank y si no la primera, de las primeras que demandó al banco, porque todo me pareció un atropello, que además de apoderarse de todos mis ahorros, quebró mi esperanza en un mundo mejor y en un capitalismo que dejaba pequeñas grietas a un mundo más justo y solidario, tras haber publicado en DIARIO DE NOTICIAS, allá por el mes de febrero de 2021, en Cartas al Director mi opinión banca ética: un oxímoron. Por supuesto tuve que escuchar todas las descalificaciones de mi entorno: tú eres tonta, te crees todo, eres una idealista... Incluso la sentencia condenatoria parece que ponía la carga de la prueba en mi lado. Parecía que a quien juzgaran era a mí, no al banco. Una vez más, tienes que demostrar el no consentimiento. Posteriormente no he visto ningún artículo ni en los periódicos locales, ni en las redes, ni en la radio, ni en ningún medio, si no es de las sentencias positivas, hoy a toda página, de las que me alegro mucho, porque por lo menos mis amigas y conocidas están salvado los muebles. Intuyo que hay muchas, entre las que se encuentra la mía, denegadas. Depende del juzgado que te toque, vaya barbaridad. Y seguimos inmersas en otro recurso a instancias superiores, que nadie sabe cuando, ni cómo, se resolverá, mientras que el banco sigue brujuleando para pasar los activos a otra entidad, en la más pura estrategia capitalista, nada ética, ni estética siquiera. Estamos a los pies de los caballos. Me duele mucho la pérdida de mis ahorros, pero sobretodo estoy dolida por el mal moral que me ha causado algo en lo que yo confié ciegamente, y sin ningún afán de lucro y que además tenga que verme en procesos judiciales, que detesto, para poder salvar los muebles. El mal moral no tiene arreglo.
María Antonia González Albero