Menores y abuso de tecnologías y alcohol
El estudio de Suspertu sobre el aumento de las adicciones a pantallas revela que los malos hábitos no van ligados sólo al consumo de alcohol ydrogas, tiene que ver con el hecho que la sociedad normalice conductas
El programa Suspertu ligado a Proyecto Hombre alerta que en un año se ha duplicado el número de menores con problemas por el uso abusivo de la tecnología. La adicción a las pantallas ya está compitiendo con otros consumos. La droga sigue siendo el principal motivo de las demandas que recibe la asociación pero un tercio de las familias detecta también situaciones de conflictividad en el entorno familiar, un 15% problemas en el ámbito escolar, y un 13,8% problemas con el uso de las TIC, el juego o las apuestas. Curiosamente los factores de riesgo son comunes a los de otros consumos y los expertos se hacen la misma pregunta: “¿Qué pasa con el entorno de este adolescente para que esté entrenando en este terreno?”. Porque no hablamos precisamente de chavales de entornos marginales. La última encuesta sobre jóvenes en Navarra revelaba que las pantallas (televisión, videojuegos, ordenador, móvil…) acaparan en torno a 4 horas diarias de media, especialmente en entornos urbanos. Uno de cada tres adolescentes pasa más de 6 horas diarias frente a una pantalla y el 20% está en riesgo de uso adictivo, corrobora también Cáritas que alertaba que la mayoría de las aplicaciones, redes o páginas donde los menores abren perfiles son para mayores de 16 años y, en muchos casos, con contenidos violentos. Chavales que acusan aislamiento, ansiedad, falta de control, conductas agresivas y dependencia lo que limita sus relaciones sociales y familiares cuando no sus estudios. Algo se nos está yendo de las manos como sociedad cuando no somos capaces de poner límites o educar a menores y adolescentes para que vivan en un mundo real, para que dediquen tiempo a conversar, para que sean útiles o incluso solidarios en su entorno social o familiar, para que se vayan a la cama a una hora prudencial, para reforzar su autoestima o para que disfruten del ocio y de sus relaciones sin necesidad de embrutecerse. Y otra advertencia nos lanzan desde Suspertu: No se puede normalizar que un chaval se emborrache con trece años. Chavales que se inician como un hábito de socialización en eventos, fiestas o Sanfermines. Los propios padres normalizan esas conductas, el alcohol no está mal visto. En cambio, si se inician en el tabaco o cannabis enseguida acuden al psicólogo o a Suspertu. La parte positiva es que el 71% de adolescentes tratados termina de manera satisfactoria lo que da una idea de la necesidad de potenciar este tipo de programas con personal especializado capaz de manejarse con autoridad con chavales a los que, exijamos o no, no