El Madrid FC, sin Real y sin corona
–Osasuna tenía una corta experiencia en la Copa, competición que nació en 1903. Los rojillos debutaron en diciembre de 1928 y hasta el emparejamiento con el Madrid habían disputado 17 encuentros, los dos primero, con el Murcia, anulados por irregularidades. En 1934, el torneo tenía la denominación oficial de Copa de Presidente de la República. La expulsión de Alfonso
EL AMBIENTE
El público tuvo que acomodarse dentro del campo
Para tener una idea de la expectación que levantó el partido vale recordar que Osasuna triplicó los ingresos por venta de entradas: la recaudación media rondaba las 11.000 pesetas y el atractivo del Real Madrid aportó 35.000. La asistencia también rompió récords. San Juan acogió a aficionados de toda Navarra y de provincias limítrofes, gentes que llegaron en coches, taxis, XII y el advenimiento de la II República tuvo repercusión en los clubes de fútbol. Así, el Madrid perdió el título de Real, la corona del escudo y tomó el apellido de Fútbol Club.
Durante aquellos años anteriores a la guerra civil, el club blanco amplió su abanico de simpatizantes; tras ser el preferido en sus primeros años de vida por las elites de la clase alta madrileña, encontró también simpapamplona autobuses y trenes especiales, como el que ofertó El Irati para Sangüesa y alrededores. El trayecto por vía férrea hasta la capital suponía unas dos horas de viaje que los aficionados daban por bien empleadas.
Para acomodar a ese caudal humano, los carpinteros levantaron un graderío de madera “en la parte próxima a la carretera del cementerio, dentro del paseo de preferencia”. Pese a ese esfuerzo, algunos espectadores se acomodaron dentro del terreno de juego. La directiva subió el precio de las entradas, pero no tías en la clase obrera. Porque, como escribió Julián García Candau, el Real Madrid fue “monárquico durante la monarquía, republicano en la II República y franquista en el franquismo”. En la fecha de su visita copera a Pamplona tenía de presidente a Luis Usera, que destacó por ser el primero que fichó a grandes figuras como Zamora y Samitier.
Entre los asistentes al partido de hubo quejas. El volumen de público provocó que los agentes tuvieran que auxiliar a los acomodadores para mantener el orden, pese a que las puertas de acceso se abrieron setenta y cinco minutos antes de la hora señalada para que comenzara a rodar el balón (15.45 h.).
El ambiente festivo del campo también era consecuencia de la mañana animada en la ciudad, donde fondas, cafés y bares estuvieron a rebosar de clientes. El impacto económico de Osasuna y del fútbol en Pamplona era un elemento externo que comenzaba a ser tomado en cuenta. El gentío, si no tenía entrada, no dudó en encaramarse a tejados y balcones de los edificios próximos al campo.
LOS PARTIDOS
Zamora, Ciriaco y Quincoces contra una delantera de época
Aquel Osasuna, que acabó la Liga de estaba Rafael Sánchez Guerra, político moderado republicano y entonces miembro del aparato gubernamental y que en 1935 y 1936 ocupó la presidencia del club. En agosto de 1936 fue relevado por un comité presidido por Juan José Vallejo, presidente de la Federación Deportiva Obrera. Ese comité cedió el Campo de Chamartín para la instrucción de los milicianos del Batallón Deportivo que combatieron en el frente de Madrid.
Contrariamente a lo que hicieron Segunda división en el quinto puesto, anticipaba los importantes hitos que escribirían los Bienzobas, Vergara, Catachú, Urrizalqui, Félix Ilundáin… De ese crecimiento experimentado en los dos años anteriores (1932-34) nacía cierta confianza en plantarle cara al poderoso Madrid. De hecho, al día siguiente de eliminar al Athletic de Madrid, estaba concertado un amistoso entre ambos clubes. La prensa recogió que el interés de esa cita era examinar a Julián Vergara, que desde su debut llamaba la atención por el número de goles que marcaba. En ese compromiso consiguió los dos de su equipo (3-2), pero a Santiago Bernabéu, entonces responsable técnico del Madrid, no le convenció. Lo ajustado del marcador era un indicio que alimentaba las esperanzas frente al poderío del rival.
Vergara no marcó en aquella primera eliminatoria. Era casi misión imposible. Tenía enfrente a uno de los tríos defensivos más míticos de otros compañeros de militancia, Sánchez Guerra no huyó de Madrid ante la inminente entrada de las tropas franquistas. Fue encarcelado y tras ser conmutada su condena a cadena perpetua, en 1946 pasó a Francia. A principios de los sesenta tomó los hábitos en el convento de los padres Dominicos, en Villava, localidad en la que murió en 1964. Antes, en abril de 1963 y tras jugar un partido en San Juan, toda la expedición del Real Madrid acudió a visitarle por expreso deseo de Santiago Bernabéu. la historia: Zamora, Ciriaco y Quincoces. Durante cinco años (1931-36) ganaron el 70% de los partidos que disputaron juntos. La guerra terminó con la carrera del Divino Zamora y del guipuzcoano Ciriaco Errasti; el vizcaíno Jacinto Quincoces dijo adiós al fútbol al cierre del ejercicio 1941-42.
Osasuna, pese a poner en acción a una delantera de leyenda (Urrizalqui, Iturralde, Vergara, Paco Bienzobas y Catachú), no pudo con quien durante décadas fue señalado como el mejor guardameta de la historia. Además del interés por Vergara, del Madrid también se decía que tentó a Urrizalqui (más preocupado en aquellos años de terminar sus estudios de Derecho que del fútbol) y al tan genial como imprevisible Catachú.
Quedaba poco o nada en juego para la vuelta. La ventaja de tres goles incluso jugó en contra del Real Madrid, ya que la asistencia al partido fue más floja de lo que hubiera deparado un resultado más ajustado.●