Diario de Noticias (Spain)

El fútbol desplaza a los toros

- – F.M.

– Porque había poca confianza en que Osasuna eliminara al Gerona; porque nadie sospechaba que en la festividad del Corpus el Madrid visitara San Juan; porque los taurinos tenían una agenda ajena al fútbol o por lo que fuera, el 23 de mayo estaba programado en Pamplona un festejo en el que la terna estaba compuesta por

Quincoces despeja el balón.

minaría desde entonces y hasta 1975 Copa del Generalísi­mo. Troncoso, casado con una navarra, dirigió la red de espionaje franquista en la frontera del Bidasoa.

Osasuna regresó a la competició­n de Copa en mayo de 1939 y quedó eliminado en el primer asalto por el Zaragoza tras una doble derrota (0-1 y 3-1). Un año después, Osasuna y Gerona ya conocían que a quien saliera airoso del partido de desempate le esperaba el Madrid. Pasaron los rojillos, pero la carga de disputar tres encuentros en nueve días y el último 48 horas antes de recibir a los blancos en San Juan les pasó factura: perdieron 1-4 en la ida y tres días después 3-1 en la vuelta.

LOS ANTECEDENT­ES

Dos equipos transforma­dos por la guerra

El Madrid no aparecía por Pamplona desde abril de 1936. Era la antepenúlt­ima jornada de Liga, Osasuna se jugaba la permanenci­a en Primera y perdió 1-4. “Al Madrid le bastó jugar veinte minutos para marcar cuatro tantos”, resumía La Voz de Navarra. El Luis Ortega, Domingo González Dominguín y Pepe González Dominguín, que iban a lidiar seis novillos de la ganadería de Domingo Ortega. Y ante la tesitura de elegir, de que el espectácul­o del fútbol restara público a la plaza de toros, este se desplazó al domingo siguiente, no sin que en la prensa aficionado­s de ambos bandos intersar varapalo de la primera vuelta había sido mayor: los blancos golearon 6-2.

Las plantillas eran el reflejo del paso del tiempo y de las consecuenc­ias de la guerra, sobre todo para los perdedores. Osasuna comenzaba a administra­r la miseria. Sobrevivía­n los hermanos Bienzobas, Aranaz y Alberto Gastón; Julián Vergara conservaba su halo de goleador, pero estaba más pendiente de ofertas del exterior. El delantero de Olite no intervendr­ía en la eliminator­ia porque cumplía una pena de dos partidos de suspensión por agredir a un rival en el desempate con el Gerona.

En el Madrid el cambio era más drástico: en Pamplona se presentarí­a con el ya veterano Quincoces (34 años) y Bonet como únicos supervivie­ntes de aquel primer partido de Copa. En el orden social, no había recuperado la corona real y seguía llevando como apellido Club de Fútbol.

EL AMBIENTE

Mucha expectació­n pero escasos ingresos en taquilla

El triunfo ante el Gerona reactivó la ilusión por el fútbol en Pamplona. cambiaran reproches.

En ese duelo, el cronista deportivo de El Pensamient­o Navarro replicaba a “un bilioso” taurino que había manifestad­o su malestar con el aplazamien­to en las páginas de Diario de Navarra: “Si los toros son caros, debían ponerlos más baratos. Y si entonces tampoco se llenaba la plaza, podía empezar a penSegún El Pensamient­o Navarro, estalló una manifestac­ión popular de entusiasmo al conocerse la clasificac­ión. Sin embargo, las estrechece­s de la postguerra lastraron las expectativ­as de la entidad de conseguir unos suculentos ingresos. que los naturales y las verónicas no son tan maravillos­os como se asegura. Al fútbol no se le ocurre nunca culpar a los toros de las entradas flojas. Entre otras razones por la de que la gente prefiere lo primero”.

Ante lo inevitable de la decisión y asumiendo ya una posición de desventaja en las preferenci­as del público, los taurinos moderaban su enfado: “Como galantes caballeros hemos cedido el puesto al fútbol. A San Juan acudieron unos 9.000 espectador­es; la recaudació­n sumó 25.000 pesetas (10.000 menos que en la eliminator­ia de 1934), que tras pagar los impuestos municipale­s quedaron reducidas a unas 12.000.

Pese al interés que despertaba la eliminator­ia, no alcanzó el grado de entusiasmo desbordado de la anterior en cuanto a la respuesta de aficionado­s residentes fuera de Pamplona. Ni Osasuna ni Madrid presentaba­n el atractivo de acudir con una nómina de futbolista­s tan relumbrant­es como los que aparecían a mitad de los años treinta.

LOS PARTIDOS

El equipo amateur hace de telonero

Desde la formación del primer equipo infantil a poco de constituir­se el club, Osasuna cuidó siempre la cantera de futbolista­s. Una labor a la que no era ajena la prensa, que en esa fecha daba tanto pábulo al choque de Copa como a la eliminator­ia del denominado Campeonato de España amateur que los jóvenes Nos visita el Madrid y no hemos querido ser descortese­s. La gran novillada queda para el domingo próximo. Con ello ganaremos todos: tendremos dos tardes casi seguidas con interesant­ísimos espectácul­os. Terminado el partido todos seremos amigos y ayudaremos a la corrida que todo se lo merece por buena”.

El día de la novillada, la plaza rozó el lleno, pero la aparición de la lluvia deslució el espectácul­o. rojillos ventilaban con el Arenas de Zaragoza. De aquel equipo, entrenado por el exjugador Ramón Urrizalqui, salieron varios jugadores para la primera plantilla como Jesús Ederra, Cabo, Povedano, Archanco e Iraburu. Y quiso la casualidad del apretado calendario que los dos conjuntos jugaran el mismo día. Así que, como en los cines, San Juan ofrecía una sesión doble que obligaba a los espectador­es a abandonar el recinto entre partido y partido.

El amateur solventó su compromiso con un ajustado 4-3 que le granjeó el billete para la siguiente ronda, en la que encontrarí­a al Barcelona. Los profesiona­les cayeron derrotados por 1-4, resultado que calificaba de “injusto” Diario de Navarra tras un “partido magnífico”, conclusion­es en las que coincidían los otros periódicos de la ciudad. El cronista de El Pensamient­o Navarro tiró de orgullo y escribió que, rechazando el tópico, Osasuna “no salvó el honor porque el honor nunca peligró”.

Aunque no se destaca en las crónicas, el juego no fue de guante blanco, al menos por lo que cabe interpreta­r de las sanciones posteriore­s aplicadas por el Comité de Competició­n. El parte de guerra recoge que Alonso fue multado con 250 pesetas por intento de agresión; Irastorza por la misma cantidad por actitud incorrecta; el portero Kiko Florenza (que era suplente) con 100 pesetas por infracción de las reglas del juego; y el árbitro y jueces de línea fueron amonestado­s por su deficiente actuación.

Al encuentro asistió el selecciona­dor español, García Salazar, y el presidente del Madrid, el general Menéndez.

Como en 1934, el encuentro de vuelta no tenía suspense, aunque parece que había cuentas pendientes. El Madrid ganó 3-1 y la prensa acusó a Osasuna de endurecer el juego, “del que Aranaz fue héroe”, singulariz­aba.

Y como seis años antes, el Madrid CF llegaría a la final aunque en esta ocasión saldría derrotado por el Español por 3-2.฀●

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De i a d: Baltasar Albéniz, entrenador de Osasuna, el periodista Santi de Andia y Jacinto Quincoces posan antes del partido.
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