UNA BAJADA DE TENSIÓN
ESTRELLAS EL MADRID DE BALE, BENZEMA Y CRISTIANO SOLVENTA UN COMPROMISO SIN APRIETOS EN EL CAMPO Y DESANGELADO COMO POCAS VECES EN LA GRADA
– El 9 de enero de 2014 los restos de turrón y de papel de envolver regalos quedaban como testimonio de la recién concluida Navidad; los periódicos informaban del final de la larga huelga de los trabajadores de las villavesas (24 días), del frente abierto en UPN al exigir Yolanda Barcina la declaración de bienes de los parlamentarios, de que España tenía la mayor tasa de paro de jóvenes de la UE y de un nuevo capítulo por la imputación de la infanta Cristina en el caso Noos. Ese jueves, un crío de 17 años recién cumplidos y formado en la cantera volvía a entrar en la convocatoria de un equipo que se iba desnaturalizando paso a paso hasta el momento de no tener ningún navarro entre los once elegidos. Jose García, el niño que hizo popular un programa de Canal + cuando animaba en la grada a pecho descubierto y camiseta en mano, jugaría 22 minutos en el Bernabéu en el partido de ida de octavos de final de la Copa del Rey que ventilaban Real Madrid y Osasuna.
Había una brecha de 26 puntos entre ambos equipos y un abismo de decenas de millones de euros entre los clubes. La capacidad de generar ingresos y el impacto televisivo iban ahondando en esas diferencias que tenían como primer ejemplo que saltaba a la vista la presencia de estrellas del balompié en un caso y de futbolistas de segunda fila y canteranos, en el otro. Salvando el paso del tiempo, la distancia que separaba a Osasuna y Real Madrid se aproximaba más a la eliminatoria de 1934 que a la de 1987, cuando el número de extranjeros por equipo estaba limitado.
Por otro lado, el nuevo siglo había aplacado la tensión que provocaba la rivalidad; El Sadar seguía siendo territorio hostil para el Real Madrid, pero la moderación imperaba en las gradas, de donde desaparecieron las vallas y las redes de protección.
Osasuna llegaba a la eliminatoria con síntomas de estrabismo: tenía un ojo en la Liga (acababa de abandonar la zona de descenso tras ganar al Espanyol) y el otro en la Copa. Compitió bien en Madrid pero el resultado no le acompañó (2-0) y en la vuelta (0-2) la ilusión por la remontada solo la sostuvo veinte minutos. El equipo blanco llegó a la final y derrotó 1-2 al Barcelona. Es su último título de Copa.
LOS ANTECEDENTES
Tras la final de 2005, solo dos años en cuartos
La cuarta eliminatoria de la historia entre ambos equipo cambiaba de punto de partida. Si las tres anteriores comenzaron en Pamplona, esta vez lo hacía en Madrid, donde para
encontrar el último resultado positivo de los rojillos había que remontarse al curso 2005-06 (1-1). Pese a tener a la historia en contra, los jugadores entrenados por Javi Gracia viajaban con optimismo. Como exponía Damiá Abella, “podemos eliminar al Real Madrid; tenemos que hacerlo muy bien en Madrid para luego aprovechar la ventaja de jugar la vuelta en casa”.
Antes de esta confrontación, Osasuna había eliminado al Málaga gracias a la norma del valor doble de los goles marcados en campo contrario: 3-3 y 1-1. Queda para la historia el dato de que en 21 minutos de la segunda parte, los rojos igualaron un 3-0 adverso con tantos de Roberto Torres, Onwu y Armenteros.
Fue de lo poco extraordinario que puede rescatarse de la participación de Osasuna en la Copa desde la final de 2005 hasta 2014. Tras aquel hito, los rojillos acababan estrellándose en la ronda de octavos de final. En esos nueve años solo en dos ediciones volvieron a presentarse en los cuartos de final: en 2007 cayeron ante el Getafe (3-0 y 1-0, con debut en la vuelta de los canteranos Azpilicueta, Jon Erice, Jokin Esparza y Echaide), y en 2010 frente al Racing (2-1 y 0-3).
EL AMBIENTE
Solo media entrada en el encuentro de vuelta
El encuentro de Madrid discurrió sin más incidencia reseñable que el gol marcado por Benzema, que como demostraban las imágenes de televisión fue conseguido en fuera de juego. Más de lo mismo en un escenario donde seguían sangrando las heridas abiertas en 2009 cuando el árbitro no solo no sancionó dos penaltis de Primero de Reglamento cometidos sobre Juanfran, sino que expulsó al extremo por entender que había simulado los derribos.
En Pamplona había expectación tanto por asistir a una remontada como por volver a ver de cerca a la pléyade de figuras del Madrid. Por otro lado, los incidentes habían ido perdiendo intensidad con el paso de los años y el relevo generacional en las zonas más calientes del estadio.
La hoja de incidencias en este siglo XXI recogía lo siguiente: en la temporada 2003-04, David Beckham se rebeló contra el empeño de un sector del público en tirarle objetos cuando iba a sacar de esquina, encarándose con unos aficionados, a los que reprendió; y en la temporada 200607 un objeto voló desde las gradas estrellándose en la cabeza de Iker Casillas, que cayó desplomado. Cuando se esperaba el cierro de El Sadar, el Comité de Competición zanjó el asunto con un apercibimiento y una multa de 3.000 euros.
Pero el duelo de vuelta registró un ambiente desangelado (poco más de diez mil espectadores) que tenía que ver con el acuerdo de la directiva de señalarlo como partido de pago. Según recogía este periódico, “la decisión de cobrar a los socios tuvo reflejo en la deserción de un nutrido grupo de hinchas de Graderío Sur, que dejaron vacías sus localidades, cumpliendo con el aviso de no pasar por taquilla. Apenas hubo cánticos de apoyo al equipo”.
LOS PARTIDOS
Cristiano Ronaldo acabó con el sueño de la remontada
“Vamos a dar guerra”, prometió Oier tras el encuentro del Bernabéu. Lo que podía ser interpretado como una llamada a la violencia sobre el rival no respondía ni a las intenciones del futbolista ni al sentimiento de la hinchada. No va con Osasuna lo de arrojar la toalla pero la ventaja de dos goles conseguida por los blancos en la ida reducía el margen de sorpresa.
Para el choque del Bernabéu, el entrenador, Javi Gracia, compuso una alineación con mezcla de titulares y suplentes. “El objetivo es disfrutar. No quiero que caer eliminado sea un lastre para lo importante de verdad, que es la Liga”, anticipó. Osasuna apechugó con una “digna derrota”, según recogía la crónica de este periódico, subrayando “Cejudo y Oier pudieron marcar en la primera parte y el Madrid perdonó la goleada en la segunda”.
La ilusión de una remontada solo latió 21 minutos, el tiempo que tardó Cristiano Ronaldo en ejecutar a los rojillos con el disparo de un libre directo. Posiblemente, Carlo Ancelotti, entonces entrenador del conjunto blanco, fue uno de los sorprendidos por la poca resistencia osasunista. El italiano había expresado su temor por “lo difícil que es jugar en Pamplona, ya tuvimos problemas en Liga”, aventuró en la víspera recordando el encuentro disputado un mes antes y que concluyó con un 2-2.
Pero contrariamente a lo esperado, el Madrid no sintió la presión ni en el campo ni de la grada. “Osasuna ha salido muy poco combativo al partido”, se extrañaba el locutor de una emisora de Madrid; y otro apostillaba: “Este partido no está ni intenso”.
Sin Copa que echar al coleto, lo importante era ya la Liga (que nunca acabó de pasar a un segundo plano). Sin embargo, Osasuna entró en barrena en las últimas jornadas y terminó protagonizando un vergonzoso descenso a Segunda división.●