Una carta que cura heridas
La plaza de la Convivencia de Bilbao acogió ayer un sincero recuerdo a Joseba Goikoetxea, asesinado por ETA hace ahora 30 años. En el acto, la exjefa de la banda Carmen Guisasola ofreció una misiva escrita en 2011 a la viuda de Goikoetxea
Bajo un cielo plomizo típicamente bilbaino –con un sirimiri intermitente de los que finalmente termina calando–, dos centenares de personas se arremolinaron ayer en la plaza de la Convivencia, bajo las torres Isozaki y con el puente Zubizuri al frente, para honrar la memoria de “una persona alegre y responsable, un magnífico ertzaina y un gran hombre de familia”. Esa era la reseña vital de Joseba Goikoetxea Asla, asesinado por ETA hace ayer tres décadas –más concretamente un 22 de noviembre de 1993–, que realizó su amigo y compañero Iñaki Muneta. Pero el homenaje tuvo un detalle de esos que sirven para seguir curando heridas para reforzar la convivencia: la exjefa de la organización armada, Carmen Guisasola, entregó en persona a la viuda de Goikoetxea, Rosa Rodero, una carta que le escribió en marzo de 2011 –cuando se encontraba cumpliendo condena en la prisión de Nanclares de Oca– escrita, según aseguró, pocos días después de que Rodero y Cristina Sagarzazu, viuda de Montxo Doral, dieran un primer paso en favor de la reconciliación y acudieran a un homenaje a Santiago Brouard, asesinado por los GAL en 1984. Ayer fue el turno, otra vez más, de Guisasola y otro exmiembro de la Vía Nanclares como Joseba Urrusolo Sistiaga.
En la misiva –que se puede leer íntegramente en la web de este periódico–, Guisasola arrancaba afirmando que “cada uno desde su propia experiencia personal llegamos al convencimiento de que no podíamos seguir así”, y aseguraba que salirse de ETA no había sido “una decisión de un día para otro”. Tanto es así que, reconocía que “estos años, además del sufrimiento de muchas personas, de la pérdida de muchos seres queridos, de las familias destrozadas, enfrentadas, han dejado entre nosotros unas actitudes y unas mentalidades tan sectarias que son un problema para poder recuperar una convivencia normalizada, que es lo que deseamos”. Toda vez que Rodero y Sagarzazu dieron un paso acudiendo al homenaje de Brouard, lo que “emocionó y a la vez nos reafirmó en la necesidad de dar pasos concretos”, Guisasola apunta a la necesidad, aunque en su situación no fuera fácil, de que “no hay que esperar” a que ETA “pare definitivamente”. “Al contrario, hay que dar pasos concretos porque eso va a ayudar a que el fin de ETA sea irreversible y a que empecemos a plantear una convivencia mas sana en nuestra sociedad”.
La carta, que fue recibida ayer por Rodero con emoción –al igual que ambas repitieron el abrazo que se dieron diez años antes, en 2013–, también aludía a que “si hubiera una posibilidad de aportar algo en este sentido, de hacerlo a través de terceras personas o directamente, de participar en algún foro o en algunos encuentros, nosotros tenemos la mejor disposición para ello y pensamos que será positivo para todos”. Y concluía que “desde ese convencimiento, y respetando vuestra decisión en un sentido u otro, os agradeceríamos que aceptarais entrevistaros con nosotros”.
“ALGUNOS PASOS MÁS”
Ese primer paso se fue consolidando con la vía Nanclares, un camino al “que aún le faltan dar algunos pasos más”, afirmó Guisasola. En todo caso, y pese a que la situación no es equiparable a la de hace décadas, “todavía no se han dado todos”. En cuanto a Rodero, aseguró que la lucha por “la convivencia y el diálogo”, lejos de ser una camino de espinas –que también–, tuvo un protagonista como eje vertebrador: su marido Joseba Goikoetxea. “Lo hice porque él lo hubiera querido”, asintió. Y el resultado es que sus nietos “han nacido en otro mundo, sin violencia... Y que dure para siempre, eso es lo que pido”, incidió.
El acto contó con un nutrido grupo de responsables políticos, especialmente del PNV, que estuvo encabezado por su presidente Andoni Ortuzar. Además de tres consejeras del Gobierno vasco –Miren Gotzone Sagardui, Olatz Garamendi y Nera Melgosa–, también acudieron el alcalde de Bilbao Juan Mari Aburto, la europarlamentaria Izaskun Bilbao, los exdiputados generales de Bizkaia José Luis Bilbao o Josu Bergara, o el exconsejero de Interior Juan Mari Atutxa. Además de un aurresku, un poema leído por Usoa Agirre Retolaza –hija de un gran amigo de Goikoetxea como Gorka Agirre– y la entrega de un ramo a Rodero, el evento contó con una ofrenda floral ante la imagen del agente fallecido o la emisión de una pieza audiovisual que recogía el trayecto vital de Goikoetxea. Melgosa, titular de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales del Gobierno vasco, y responsable de las políticas públicas de memoria en Euskadi, calificó de “importante” recordar lo acontecido para “volver a poner la historia encima de la mesa”. “Hoy hace diez años hubo un encuentro histórico entre Rosa Rodero y Carmen Guisasola en el que se empezaron a trabajar elementos importantes para la convivencia”, añadió la consejera, lo que sin duda supuso dar un paso decisivo –al que le siguieron muchos otros más en la Vía Nanclares– para que “lo que sucedió en este país y no olvidar el pasado”.●