El cielo de Pamplona brilla bajo la luz de 4.000 farolillos
Miles de personas disfrutan de un espectáculo que deja largos atascos en la capital navarra
– Pamplona se iluminó la tarde ayer bajo la luz de 4.000 farolillos que cubrieron el cielo de la capital navarra para celebrar San Saturnino, una festividad en la que los vecinos de Pamplona y comarca, e incluso otras comunidades, no dejaron pasar la oportunidad para disfrutar con el espectáculo luminoso en la Ciudadela. “Ha sido muy bonito y muy emocionante ver todas las luces en el cielo”, aseguró Carla, quien también reconoció que la concentración de esas miles de personas llegó a ser “muy agobiante, aunque ha merecido la pena porque luego
PAMPLONA
hemos aprovechado también para ver las luces de la ciudad, que estaban muy bonitas”. Y con ella coincidió Ibón, para quien fue un evento “digno de ver y, además, acompañado por una música que creaba un ambiente muy chulo y para todos los públicos, aunque con tanta gente que casi no se podía ni caminar”.
Sin embargo, el éxito de este evento luminoso trajo consigo largas colas de atascos en el centro de Pamplona. “Ha sido muy complicado acceder en coche y las villavesas estaban hasta arriba. También se veía mucha gente subiendo andando”, recordó Carla. Mientras, Estrella aseguró que “ha colapsado todo un poco porque aquí, cuando se hacen eventos más nuevos, acude la gente muy en masa”, y también reconoció los “momentos de agobio porque ves que algunos caen cerca de gente”.
Un espectáculo multitudinario al que llegaron personas de toda la comunidad, pero también desde fuera de ella. “Venimos desde Logroño solo para soltar los farolillos y nos ha gustado mucho”, aseguró Noelia, acompañada de sus hijos Gabriel y Miguel. La familia tuvo la oportunidad de compartir con Pamplona sus deseos, desde salud y felicidad para familia y amigos por parte de Noelia, hasta buenas notas para Gabriel y que los Reyes Magos le traigan todos sus regalos para el pequeño Miguel. “Y a mi marido, que no ha podido venir, también le hemos escrito otro deseo”, aseguró Noelia. La riojana destacó que ya había visto los farolillos de Baiona por Internet y, al descubrir que en Pamplona también se iban a lanzar, se decidió a venir. “Hasta Baiona me daba cosa ir en coche de noche pero Pamplona nos pilla al lado”, reconoció.
Mientras, Pablo sí que pudo disfrutar de los farolillos de Baiona en primera persona el año pasado. “Como nos gustó mucho y somos de Pamplona hemos venido a verlos aquí”, apuntó. Además, destacó la mayor cantidad de gente en la versión navarra y, “aunque la de Baiona está más montada con música, la de aquí está también muy bien porque, al ser de aquí, es más emotivo”. Por su parte, Estrella reconoció que, aunque nunca ha disfrutado de los farolillos de Baiona, este diciembre viajará allí para verlos, aunque primero tocó la cita en Pamplona. “Ya los conocía y quería ir pero cuando vi que se iba a organizar aquí me hizo mucha ilusión”, destacó. Pero tanto Estrella como la pequeña Ángela olvidaron pedir sus deseos antes de lanzar al cielo los farolillos. “¿Había que pedir deseos? ¿Y si lo pido ahora?”, preguntó con indignación Ángela, quien se animó a hacerlo con un poco de retraso: “Ropa nueva de mayor”, deseó y, para su hermano pequeño al que se le cerraban los ojos, “una cama para dormir”, bromeó Estrella.
Sin embargo, algunos de los espectadores también mostraron su preocupación por los peligros que los farolillos podían causar, como es el caso de Elisabeth. “Se ve un poco peligroso porque al no haber delimitado la zona para los farolillos y al estar todos en medio de la carretera, con los árboles y tan cerca de las casas, se han vivido momentos de tensión de que algún farolillo baja, no sube o se cae hasta el suelo, y por aquí hay un montón de niños”. De esta forma, reconoció que “visualmente es muy bonito pero creo que se deberían haber tenido en cuenta más medidas de seguridad”. Además, no todas las personas que se animaron a ver el espectáculo decidieron participar en el lanzamiento. “Solo hemos venido a disfrutar de la vista”, reconoció Oihane.