ELOGIO DE LA diferencia
Siete profesionales navarras/os de la escena comparten sus reflexiones sobre el mensaje en favor de la paz del Día Mundial del Teatro, escrito para la ocasión por el dramaturgo noruego Jon Fosse, Premio Nobel de Literatura 2023.
El arte es paz”. Así finaliza su mensaje para el Día Mundial del Teatro el dramaturgo y escritor noruego Jon Fosse, ganador del Premio Nobel de Literatura el año pasado y responsable en 2024 de escribir este texto que, como siempre, pretende concienciar sobre la importancia del arte teatral, a la vez que pone el foco en temas que interpelan a la ciudadanía. En este caso, Fosse subraya qué importante es saber valorar la diferencia como aliada y no como amenaza de la igualdad. Del mismo modo, el autor confronta arte y guerra y elige bando, el de la paz. Siete profesionales navarras/os hablan en torno al Día del Teatro y su mensaje, coincidiendo en que el arte “nos permite entender la diferencia entre lo extraño y lo universal, y, al hacerlo, trasciende las fronteras de los lenguajes y los límites geográficos”.
ALFREDO SANZOL El director del Centro Dramático Nacional, Alfredo Sanzol, dice estar “totalmente de acuerdo” con Fosse. “El buen teatro nace de una experiencia particular y diferente para proyectar un conflicto que afecta a la humanidad”, añade el autor y director de escena pamplonés, que se percata de “la experiencia íntima de Lorca escuchando las peleas que venían de la casa de sus vecinas” y de cómo La casa de Bernarda Alba “tiene
una proyección universal”. Sanzol cree que el del Nobel es “un manifiesto necesario en estos momentos para señalar que la agresividad nunca puede encontrar justificación en las diferencias porque son las diferencias las que construyen la humanidad; esa es la paradoja”. Y termina: “Pienso ahora que somos asimétricos para que cuando nos miremos en el espejo recordemos que la diferencia es lo que nos hace”.
GREGO NAVARRO “Me ha interesado especialmente la referencia de Fosse a lo ‘enigmático’ que nos aporta el arte, aquello que nos habla directamente, pero que a veces no somos capaces de explicar”, apunta la directora del Teatro Gayarre, Grego Navarro. Se trata, en su opinión, de una definición “muy acertada” sobre “ese clic emocional que nos sucede con las artes escénicas en vivo”.
Convencida de que lo enigmático “da para hablar muchas horas”, de momento comparte el título de una obra: Un trozo invisible de este mundo, escrita por Juan Diego Botto y dirigida por Sergio Peris-mencheta que se pudo ver en el Gayarre a principios de 2013. La elige “por la enorme sensibilidad, empatía e inteligencia con que está escrita, y su debate sobre la injusticia tan ilimitada que puede provocar el ser humano”. Y por “su enfoque tan hondo para hacernos reflexionar sobre la diversidad que existe en el mundo y la necesidad de respetar por encima de todo”.
“Las diferencias no pueden justificar nada porque son las que construyen la humanidad”
ALFREDO SANZOL
Director del Centro Dramático Nacional
“Comprar una entrada implica una disposición a escuchar lo nuevo, lo diferente, lo incómodo...”
DAVID BERNUÉS
Diseñador de iluminación para la escena
DAVID BERNUÉS También del tándem Botto-peris Mencheta es Una noche sin luna, propuesta de David Bernués, creador audiovisual y diseñador de iluminación, faceta, esta última, por la que acaba de sumar dos candidaturas a los Max. Por El nadador de aguas abiertas y por Yarin. Bernués cree, como Fosse, que el arte es paz, “y a la paz se llega con empatía y respeto a la diferencia”.
“El arte debe servir para recordarnos que lo ajeno y lo extraño no es en sí mismo peligroso ni ataca necesariamente nuestra identidad”, agrega. Y sigue: “Todas somos personas iguales y diferentes a la vez, entender y asumir eso y poder aplicarlo en el día a día sería sanador para cualquier sociedad madura”. Precisamente por eso es “necesario” el teatro, “porque sentarnos en una sala y compartir durante un rato una experiencia colectiva e irrepetible entre artistas y espectadores aúna emociones”. Ya solo comprar una entrada “implica una predisposición a escuchar lo diferente, lo nuevo, lo desconocido, y, a veces, lo incómodo”. En ese sentido, Bernués destaca que, si bien es ocio, este arte también es “un acto político” y acudir, “un acto de reivindicación social”. Recuerda el diseñador sus años de estudiante, cuando “nos decían que lo más importante en escena es la escucha...”, aunque lamenta que, en general, siga “faltando escucharnos más los unos a los otros”.
Sobre Una noche sin luna, espectáculo inspirado en la figura de Lorca, David Bernués señala que esta obra nos indica que “tenemos mucho camino que recorrer hasta aprender a querernos y respetarnos los unos a los otros, aún con nuestras diferencias”. Y el teatro, con textos y puestas en escena como esta, “demuestra que es una herramienta imprescindible para construir un futuro más cercano a la paz que a la guerra, simplemente poniéndonos un espejo de palabras delante de nuestras narices”. Pero, zanja, “todavía hay gente que no se atreve a mirarse en ese espejo. O que no quiere”.
REIKIAVIK EDICIONES Señalan la misma obra Iruña Iriarte y Javier Díaz, fundadores de Reikiavik Ediciones. Y piensan como el Nobel que “cada persona es única”, pero, “en el fondo, si nos quitamos la máscara y llegamos a nuestro ser más profundo, somos muy parecidos”. Así, “el arte en general y el teatro en particular, debería ser la llave para llegar a ese lugar en el cual nos vemos como seres universales que solo buscan ser felices y expresar lo que son”, dicen. En Una noche sin luna, “podemos ver la singularidad de Federico García Lorca dentro de un mensaje tan universal como la libertad”. “La libertad de pensamiento, de creación, de expresión solo puede tener lugar dentro de un contexto de respeto y paz”, añaden.
LEIRE RUIZ “El arte nos permite entender la diferencia entre lo extraño y lo universal’; aquí está la clave”, comenta la actriz, productora y docente Leire Ruiz. Porque, aunque parezca mentira, la paz es “un derecho humano de todas las personas”. “Nos estamos acostumbrando a ver imágenes del horror. Hemos habituado nuestra sensibilidad a la insensibilidad más terrible y ya casi nada nos llama la atención. Es ahí donde el arte en su máxima expresión debe tener la capacidad de transformar y provocar signos de cambio hacia otro camino universal”, afirma. Escoge A los hombres futuros, de Bertolt Brecht, y rescata un fragmento: “Desgraciadamente, nosotros, que queríamos preparar el camino para la amabilidad, no pudimos ser amables. Pero vosotros, cuando lleguen los tiempos en que el hombre sea amigo del hombre, pensad en nosotros con indulgencia”.
ANA MAESTROJUÁN Ana Maestrojuán, dramaturga, productora y directora, está “plenamente” de acuerdo con Fosse. “En este mundo polarizado es más necesario que nunca escarbar en la esencia humana, en aquello que nos hace vibrar, sentir, revolvernos, emocionarnos... algo que es tan individual como colectivo”, indica. “Somos seres humanos, y la humanidad es no quedarse indiferente ante las atrocidades”, continúa. La “aniquilación” de lo diferente “está volviendo al mundo un lugar peor en el que vivir, o sobrevivir”. De ahí la necesidad del arte, de “apelar a lo intangible que nos une, y buscar los lugares comunes, los lugares de encuentro, de comunión”. Por eso el arte “es diametralmente opuesto a la guerra”.
En su caso, cita El coronel pájaro, del búlgaro Hristo Boytchev. Se trata de “una obra maravillosa donde los pacientes de un psiquiátrico deciden ir hasta la sede de la ONU para exigir que se les escuche. Un alegato a la paz, a la cordura pervertida y a la locura olvidada”, remarca.
ESTEFANÍA DE PAZ ASÍN “En tiempos de guerra qué bonito es poder hablar de la paz, de esa palabra que está en mi primer apellido y que tan difícil es de encontrar, lo primero con una misma y después con el resto de la humanidad”. Así lo cree la actriz, autora y productora Estefanía de Paz Asín, candidata a un Max por Olvido Flores. A la hora de participar en este reportaje, la intérprete se entera de la noticia de los atentados de Moscú. “No puedo creer lo que estoy viendo. Descubro un teatro con 7.000 butacas, todas llenas… donde corrió la sangre, mucha sangre, sangre con hambre de cultura y de libertad, sangre a manos de unos defensores de la guerra... Me conmociona la noticia y lloro, lloro por la no paz en un lugar de la libertad”.
En este contexto, le viene a la cabeza Olvido Flores, su creación más reciente. “Sí, otra historia de guerra, nuestra guerra, la de nuestros antepasados. Una guerra en la que la cultura fue castigada y sometida al entretenimiento de quienes los mataban”. Y es que, en 1936, en Lodosa, “50 artistas fueron fusilados a sangre fría por sonreírle a la vida en tiempos difíciles. Y, tristemente, 88 años después la historia no ha cambiado mucho”. Lo explica: “Las guerras siguen a la orden del día. Personas deshumanizadas apuntando con pistolas sin mirar a quién disparan, sin importar quién eres o de dónde vienes”, lamenta de Paz. Y finaliza: “Esta es una obra hecha para sanar y hacer justicia a los olvidados, a los que nadie reclama. Pero también es esperanza, paz. Es recordar a los que murieron, pero también a los que consiguieron sobrevivir, dándoles el espacio que se merecen en esta historia negra; recordándole al público que el arte es fiel compañero en el camino. El arte sana, el arte calma”.●