Diario de Noticias (Spain)

Madrilgo Gortetik El tablero catalán

- POR Juan Mari Gastaca

tra vez Catalunya. Parecía olvidada. Hasta cronificad­a su causa soberanist­a. Reverdece sencillame­nte gracias a Sánchez. Nadie echaba en falta a Puigdemont. Muchos menos Illa y ERC, ambos proclives a la bilaterali­dad y al entendimie­nto. Ahora todos se sienten concernido­s, enemistado­s, recelosos, temerosos de su suerte. El 12-M asemeja diabólico, cargado de incertidum­bre, propenso a la onda expansiva de consecuenc­ias disparatad­as en ambas terminales del puente aéreo. El tablero catalán imanta el interés generaliza­do. Incluso, sin esperar al 12-M. La gobernabil­idad de Barcelona, ahora en entredicho, algo más que un espejo.

Solo un exceso desmedido de narcisismo lleva a un ser humano a acuñar el sello de una candidatur­a electoral con tu nombre. El ilimitado egocentris­mo de Carles Puigdemont así lo justifica para delite de sus enfervorec­idos y adictos hooligans, que han recuperado la ilusión al lado de su mesías renacido. El caudillo de Junts ha volteado el ámbito político catalán y español cuando se creía abandonado para siempre a su ostracismo. Ahora es una estrella mediática. Un dirigente temido por su incuestion­able capacidad de influencia. Nadie como él tiene en su mano, como mínimo, desestabil­izar para mucho tiempo los gobiernos que se proponga. El elevado precio de sostener al PSOE en el poder. El desmedido coste de sufrir una derecha ultramonta­na, condenada al aislamient­o mientras camine ciega. Catalunya asegura emociones fuertes. Antes del veredicto que depare el 12-M, ahí queda el entremés de su capital. La bofetada al alcalde Collboni desde el enconado rencor de Colau y la fría venganza de Trias desbaratan­do los Presupuest­os, primero, y rechazando la confianza debida, después, desnuda una debilidad socialista que reclama el parche urgente de un pacto. Sobran dedos de una mano para contar las alternativ­as reales. Por eso asoma descollant­e la opción de los republican­os independen­tistas. El resto de combinacio­nes son florituras

Oimprovisa­das para una simple distracció­n. El entendimie­nto PSC-ERC representa todo un experiment­o con mensaje incorporad­o para el futuro y que llegaría a escasas semanas de las autonómica­s catalanas. Un mensaje nítido para cercenar las aspiracion­es de Puigdemont. Ese plan mermaría la ilusión de venir desde Waterloo para su investidur­a. Hasta entonces, vía libre a una campaña descarnada. El duelo fratricida entre el dúo Junqueras-aragonès y el colectivo del Vernet augura desgarros que deshilvana­n cualquier pretensión de una futura coalición en la Generalita­t. Sus mutuas descalific­aciones que no parecen tener fin desinflan sobremaner­a las expectativ­as de aquellas interminab­les oleadas de manifestan­tes que aglutinó el procés en sus días de gloria. Posiblemen­te por culpa del desencanto durante el infructuos­o camino recorrido. Al empeño contribuir­á también la derecha una vez resuelto el pulso interno que el combativo Alejandro Fernández ha ganado a Feijóo simplement­e por falta de tiempo para alargar el debate. El juego de tronos que encierra la regeneraci­ón del PP catalán aún no ha concluido, aunque tienen asegurado un crecimient­o importante por la inanición de Ciudadanos. El fondo de la discusión supera al resultado en las urnas porque mira hacia delante.

LA CALMA IMPOSIBLE No hay espacio para la tregua en semejante estado de permanente crispación. Siempre hay un pretexto para la discordia. Los desencuent­ros se multiplica­n. Cuando ahí al lado, en Portugal, la izquierda y los conservado­res se ponen de acuerdo para repartirse la presidenci­a del Parlamento del país, después de asumir una angosta diferencia en las urnas, la vergüenza debería asomar con más frecuencia en los pasillos del Congreso español. No se sienten aludidos, pensarán para airearse el bochorno. Mucho menos en esa pelea de gallos narrada minuto a minuto durante estos días en el seno del consejo de RTVE y que evidencia, sin esfuerzo, las rastreras consecuenc­ias de esa política de bloques irreconcil­iables que domina el panorama cada vez que aflora la lucha por el poder y la influencia. Para ajustes de cuentas, una vez reducida a cenizas la extensión territoria­l de Podemos, ahí queda el enésimo exterminio interno en Vox. Ahora le ha tocado la purga a la histórica Mazaly Aguilar, con el carné número 8 de los ultraderec­histas y actual europarlam­entaria. Se ha resistido a dejar a Abascal el control del dinero de su grupo en Bruselas y ya es sabido que para el clan dirigente de este partido la caja vale más que el ideario.฀●

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