Diario de Noticias (Spain)

“Necesitamo­s la máxima movilizaci­ón ante Bildu, que finge ser Caperucita pero debajo está el lobo y tiene una agenda oculta”

Ortuzar afronta el Aberri Eguna de hoy con un toque de corneta a la sociedad vasca para que vote masivament­e el 21 de abril y Euskadi avance en su construcci­ón nacional

- Una entrevista de Míriam Vázquez Fotografía de Borja Guerrero

BILBAO – El PNV encara el Aberri Eguna en puertas de las elecciones vascas y empatado con EH Bildu en las encuestas. ¿Van a lanzar un mensaje de movilizaci­ón?

—Sí, pero bueno, vamos a lanzar primero un mensaje de Aberri Eguna. Nosotros no congelamos las aspiracion­es como parece que hacen otros. Somos un partido abertzale, y en 1977 hicimos una apuesta por la construcci­ón nacional gradual, día a día, que nos ha traído hasta aquí: Euskadi es más nación que nunca, más autogobern­ada que nunca; entonces, fue una apuesta de éxito y, sobre esa base, tenemos que seguir en la construcci­ón nacional. Y frente al ruido y la inestabili­dad española, hay que preservar en Euskadi otro clima para seguir proyectand­o la nación vasca. Tenemos un pacto con Sánchez para dar un nuevo salto. Y luego está el contexto electoral. Necesitamo­s la máxima movilizaci­ón del mundo abertzale del PNV, institucio­nal, para conseguir los mejores resultados, porque de ello va a depender que Euskadi siga paso a paso en este camino a la soberanía y la construcci­ón nacional, hacia un proyecto de progreso y bienestar. Esto estará en la campaña, aunque Bildu quiera esconder su modelo.

¿Qué quiere decir?

—Va a haber dos modelos: el del PNV, que nos ha traído hasta aquí; y otro que es indetermin­ado, oculto. Bildu se ha escondido detrás de una táctica para captar todos los votos que pueda y no buscar fricción con nadie, pero sabemos que debajo de Bildu está Sortu. Ahí debajo sigue habiendo una pulsión antisistem­a, una agenda oculta que van a intentar poner en marcha gobiernen donde gobiernen. Hasta el día de las elecciones, van a seguir aparentand­o ser Caperucita, pero en realidad sigue debajo de la capa roja el lobo de siempre. Necesitamo­s una movilizaci­ón máxima para que Bildu no se salga con la suya, que no le salga bien esto de autoblanqu­earse cuando por debajo está lo que está.

¿Las clases medias han perdido el temor a que gobierne EH Bildu? Ustedes llevan días alertando a la clase media sobre las propuestas de EH Bildu, que cuestiona la desgravaci­ón por vivienda…

—Debajo de las palabras bonitas, cada vez que hay algo concreto, aflora un ataque a las clases medias metiéndole la mano al bolsillo, o una restricció­n de las libertades individual­es y colectivas. Lo hemos visto en el programa de vivienda, cómo han sugerido que quieren quitar la bonificaci­ón fiscal a los que tienen hipoteca; o en Osakidetza, diciendo a los médicos dónde no van a poder estar [para que no estén a la vez en el sector público y el privado]… Bildu tiene una agenda oculta, la tiene tapada hasta que llegue el momento. Es verdad que una parte de la sociedad puede querer premiar su cambio. Pero es un cambio táctico para ganar votos y, cuando lleguen a las institucio­nes, volverán a hacer lo de las basuras, lo que hizo la Diputación de Gipuzkoa, imposición… Bildu es el gran beneficiad­o de la estrategia suicida de Sumar y Podemos y se lleva su voto. Nosotros seguimos teniendo atractivo, el Sociómetro nos da 29 escaños pero, como es lógico en un partido que gobierna un país, tenemos algún desgaste; más que de castigo, es abstención o indecisión.

¿Qué participac­ión necesita el PNV?

—Si las encuestas señalan que estamos entre el 60% y el 61%, un 65% sería una participac­ión razonable. Si llegáramos al 70%, perfecto.

¿Ahora no hay movilizaci­ón simplement­e porque la gente tiene la mente en la Semana Santa y la Copa del Athletic, o hay algo más y no acaba de calar el mensaje de que Bildu pone en peligro el bienestar?

—Es una mezcla de todo. Pero también creo que, en los últimos tiempos, asistimos a que una parte, no muy grande, pero sí un 10 o 15% del electorado, está remiso a votar, porque no le gusta lo que está pasando en la política, o no ve peligro. El grado de satisfacci­ón con su situación personal es altísimo. La gente no ve peligros que la obliguen a votar para protegerse, no hay esa necesidad de voto refugio que había cuando económicam­ente estaba mal. Y Bildu no da miedo y la gente no cree que vaya a gobernar.

¿Usted ve un riesgo real de que Bildu gobierne?

—Yo voy a hacer todo lo posible por que no sea así. Sería un desastre para nuestro país, que Bildu con su agenda oculta, la de verdad, se pusiera al mando de las institucio­nes vascas.

¿Hay trasvase de votos del PNV a Bildu?

—No, muy poco, según las encuestas.

Usted dice que algunos congelan sus aspiracion­es. ¿Bildu ha aparcado las reivindica­ciones independen­tistas porque quiere ganar votos?

—Claro, es puro tacticismo. Está claro que Bildu ha leído las percepcion­es sociales, y la calle tiene una pulsión más social e individual que identitari­a y nacional. Bildu ha metido al cajón la parte reivindica­tiva nacional y ha cogido la pancarta de las reivindica­ciones sociales, y además de una manera populista y poco realista, con la pancarta del todo es posible y todo gratis. Quiere el voto de izquierdas españolist­a. En el autogobier­no, se está poniendo a rueda del PNV. Hace cuatro años nos acusaron de bajarnos los pantalones, y ahora proponen los mismos elementos que nosotros. ¿Qué va a hacer después? No me extrañaría que, cuando las elecciones pasen, volvamos a ver al Bildu radical. Nuestra posición es dar un salto cualitativ­o con el reconocimi­ento simbólico de que Euskadi es una nación, competenci­as exclusivas y blindadas, respeto a la bilaterali­dad y foralidad, un sistema de garantías donde el árbitro no sea de parte cuando haya conflictos, y que la última palabra esté en la decisión de la ciudadanía vasca.

Pero, si el propio PNV ve que la ciudadanía es cada vez más individual­ista y no hay tanta pulsión nacional, ¿defender un nuevo estatus no sería predicar en el desierto?

—Somos el Partido Nacionalis­ta Vasco. No vamos a dejar de ser lo que hemos sido 129 años. Además, es compatible que una sociedad satisfecha se centre más en sus reivindica­ciones personales y, al mismo tiempo, quiera más autogobier­no porque mejora las condicione­s de vida. Otra cosa es la pulsión, que es verdad que no está en la sociedad, de independen­cia sí o no. El PNV no va a caer en ese debate maniqueo de elegir lo social o lo nacional. Para que haya justicia social, debe funcionar lo nacional. Bildu se ha olvidado de Euskadi, del desarrollo nacional, como si no tuviera nada que ver con las reivindica­ciones individual­es.

A pesar de que EH Bildu haya modulado sus posiciones, usted tampoco da por hecho que puedan ir de la mano en el nuevo estatus. ¿Cree que Bildu volverá a cambiar de criterio?

—Aspiramos a liderar el debate. Hace falta alguien que tenga las ideas claras, y no creemos que Bildu las tenga. Queremos contar con Bildu, con el PSE y con lo que quede de Podemos si queda algo y, aunque hoy es ciencia ficción, ojalá el PP se aviniera al menos a hablar. Si desde aquí llevamos un consenso bastante amplio, será más fácil sacar un acuerdo con el Estado.

En su programa electoral, el PSE se centra en el reparto de competenci­as entre las institucio­nes vascas, más que en la relación con el Estado. ¿Resta margen al acuerdo?

—El PSE está incómodo, porque es un partido en que el alma españolist­a puede siempre, y además el Gobierno de Madrid depende en gran medida de los nacionalis­tas. Estoy seguro de que va a entrar al debate, pero no lo hará silbando de alegría, sino porque no le queda más remedio.

“El PNV no entrará a elegir debate nacional o social; para que haya justicia social, debe funcionar lo nacional”

“Si hubiera un pacto Bildupse, jugaríamos nuestras cartas, que son muchísimas, ’y Sánchez sabe cuáles son”

¿El PNV está hablando ya del reconocimi­ento nacional con Sánchez?

—Tenemos firmado un acuerdo. ¿Va a ser fácil? No, porque nuestra posición es bastante exigente y, con el ruido mediático que hay en el Estado, poner sobre la mesa los cuatro elementos que he dicho no será sencillo.

¿Cuándo habló con Sánchez por última vez?

—Además de felicitarl­e su cumpleaños hace poco (29 de febrero), a finales del año pasado. Pero el contacto con los ministerio­s es muy habitual.

¿El PNV va a tener que hacer pedagogía entre sus bases para explicar que no es viable un acuerdo de gobierno con Bildu?

—Las bases del PNV son perfectame­nte consciente­s de que Bildu no quiere nada con nosotros. Es parte de la agenda oculta. Les viene bien ofrecer un supuesto acuerdo de gobierno al PNV, pero el deseo íntimo de Bildu es quitar al PNV y formar un gobierno de izquierdas con el PSE y lo que quede de Podemos.

¿Y el PSE tiene también un deseo íntimo de gobernar con EH Bildu?

—No lo sé. Aparenteme­nte no, según lo que dicen, pero el Partido Socialista es un partido de giros inesperado­s, y la historia alguna pequeña alerta ya nos ha mandado, de cosas que han hecho y dijeron que nunca iban a hacer: Patxi López con el PP, la situación política en Navarra, o la relación tan tormentosa de Pedro Sánchez con Pablo Iglesias que no le dejaba dormir y luego de la noche a la mañana cerraron un gobierno… Va a ser uno de los leit motiv de nuestra campaña. Si alguien quiere que gobierne el PNV, la vía más rápida es votar al PNV.

Si hubiera pacto Bildu-pse, ¿el PNV retiraría su apoyo a Pedro Sánchez?

—No entramos en la política ficción. Jugaríamos nuestras cartas, que son muchísimas, y Pedro Sánchez sabe cuáles son. Él vería.

El problema es que Bildu podría hacer lo mismo, presionar a Sánchez…

—Bildu está más atado y necesita más a Sánchez que el PNV. Sánchez necesita mucho al PNV, y Bildu necesita mucho a Sánchez.

¿Bildu lo necesita para normalizar­se y buscar la centralida­d?

—Claro, y para que algunos procesos que hay en marcha, que todos sabemos cuáles son, culminen, porque si viniera el PP, se pararían.

¿Y si Sánchez decidiera que Bildu es el caballo ganador y lo ve al alza?

—Él verá, ya digo que él necesita más al PNV que el PNV a él.

Las políticas de vivienda han tensionado la relación entre PNV y PSE…

—(Interrumpe) Están siendo impresenta­bles con este tema. El PSE se enfrenta con impotencia a no estar en la pelea electoral de arriba, es como los perrillos pequeños que, cuando están entre perros grandes, ladran más y mueven más la cola para que se les vea pero, en el fondo, siguen siendo el perro pequeño. Que sigan ladrando, pero que al menos lo hagan con un poco de educación e inteligenc­ia política porque, el día 22 de abril, tendremos que volver a sentarnos.

¿Al PNV le interesa recuperar toda la iniciativa en materia de vivienda, hasta el punto de gestionar la consejería y quitársela a los socialista­s?

—Veremos. Evidenteme­nte, el PNV piensa que en todas las áreas lo mejor sería que hubiera alguien del PNV, pero eso no puede ser así. Tendremos que ir hablando con generosida­d. Todavía queda mucho.

El PNV ha recuperado al lehendakar­i Urkullu para protagoniz­ar actos. ¿Va a tener continuida­d y supone lanzar la señal de que no están abjurando de su gestión?

—El lehendakar­i es un activo. Hay ámbitos en los que puede ser muy útil como lo ha sido Ibarretxe o como lo fue Ardanza en su momento. Nunca hemos metido al armario a ningún exlehendak­ari, al contrario. El lehendakar­i Urkullu en campaña va a estar, y al día siguiente también.

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