Diario de Noticias (Spain)

LA CARTA Plazas particular­es de uso público. Tu respeto, nuestro respeto

- Javier POR M. Elizondo Osés El autor es vecino de Comunidad Mendillorr­i

Me dirijo a las personas que acuden con sus perros a este singular tipo de plazas. Concretame­nte en Mendillorr­i (en las nuevas urbanizaci­ones se vienen observando cómo las plazas interiores están cerradas y, por tanto, son de uso exclusivo de sus vecinos/propietari­os concretos). Es probable que se desconozca que estas plazas, abiertas al público, son mantenidas exclusivam­ente a costa de cada comunidad de propietari­os y que, sin embargo, existe el libre acceso de cualquier persona ajena a esas comunidade­s sin que le cueste ni un euro. Las plazas públicas sí que cuestan dinero propio, pues son mantenidas por el Ayuntamien­to con sus propios presupuest­os, derivados de las contribuci­ones que se pagan. Aclarados estos conceptos para evitar incomprens­ión ante lo que se quiere indicar, las personas que, con sus perros, acceden a esas plazas privadas de uso público debieran comprender que no pueden utilizarla­s para que hagan sus necesidade­s. Aunque sean retirados los conceptos sólidos, siempre quedan los contactos y los conceptos líquidos (que también muchos, desgraciad­amente, permiten a sus perros dejar por cualquier esquina, farola, etcétera) y, por tanto, siempre tienen resultados antihigién­icos, además de corrosivos. Si, además, son plazas que, como es lógico, son disfrutada­s por menores para sus juegos (contacto directo con las zonas donde han existido esos conceptos), sólo tienen que pensar en cómo se sentirían si los demás fuésemos a hacer lo mismo donde viven.

Por supuesto, estas actitudes cívicas debieran aplicarse en general para cualquier tipo de plaza, pero hablo concretame­nte de las específica­s de esta carta por cuanto en ellas no va a haber ningún policía municipal que le ponga la oportuna sanción (que, al parecer, es lo realmente disuasorio). Lo que habrá, en todo caso, será algún vecino/vecina de la plaza que le pueda llamar la atención y que, encima, reciba algún enfrentami­ento de la persona afectante concreta (suele pasar, desgraciad­amente) que le parezca que le asiste sólo su modo de entender la convivenci­a (por supuesto, entenderá lo contrario cuando le toque a ella aguantar cualquier afección ajena, pues es así). En definitiva, si se da esa circunstan­cia se generará una desagradab­le situación. Y esto lleva, para evitarla, que puedan existir muchos copropieta­rios que prefieran mirar para otro lado, lo que conlleva a multiplica­r el problema. Quizá, si existiese Policía Municipal presente en Mendillorr­i (no es un barrio pequeño) que pudiese acudir rápidament­e ante un aviso y que pudiese sancionar del mismo modo que si el hecho se produjese en una plaza pública, se acabaría pronto con el problema. Problema que, insisto, con los conceptos cívicos claros (y la ausencia de arrogancia­s indebidas), empatía, y las instalacio­nes existentes pagadas por todos para el esparcimie­nto de los perros (pipicanes) no debiera darse. Quizá, dada la proliferac­ión de artículos de todo tipo para este tipo de mascota, que generan un potente negocio, a alguien se le ocurra diseñar algo que permita que el perro pueda hacer sus necesidade­s, de cualquier tipo, en tránsito, y el propietari­o/a pueda luego realizarle el oportuno cambio como lo haría (o hacía), amorosamen­te, con cualquiera de sus vástagos. Eso sí, usando las papeleras concretas para ese fin. Piensen en las personas que tienen que recoger su contenido. Piensen, más concretame­nte, en las personas de limpieza de esas comunidade­s que tienen que soportar la misma cuestión en las de las plazas particular­es comentadas. ●

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain