Diario de Noticias (Spain)

Una final ante 6.000 espectador­es

- Joxemari Otermin POR Pelotazale de Amezketa

Desde que el Bizkaia y el Navarra Arena entraron a pujar por las finales, el aforo de cada recinto es motivo de comentario

La historia de la pelota está recogida en infinidad de escritos periodísti­cos de gran valor. Aspirando a colocarse entre los primeros de la relación se halla uno fechado el 27 de marzo de 1856. Aunque han transcurri­do ciento sesenta ocho años desde su redacción, se deja leer sin mayor problema y, además, nos sirve para comparar determinad­os aspectos entre aquel partido en la cumbre de la pelota y la final de hoy. Es por eso que ponemos en foco algunos detalles referidos a aquel encuentro celebrado el día segundo de la Pascua.

En efecto, el partido del 24 de marzo de 1856 se disputó en el nuevo frontón de Gernika-lumo, cuya corporació­n municipal había adoptado en 1853 la decisión de erigir con urgencia un equipamien­to de la máxima categoría para organizar grandes partidos y destacar entre las villas de referencia en el ámbito de la pelota. Aunque el número de localidade­s con frontón era crecido para entonces, las que podían presumir de disponer de espacios capacitado­s para acoger a miles de aficionado­s eran contadas. Decimos bien, miles de aficionado­s.

Por supuesto, en 1856 no existía un campeonato de mano parejas, –las competicio­nes de esas caracterís­ticas pertenecen a la pelota del siglo XX–, pero no todos los partidos tenían el mismo nivel de exigencia ni de prestigio, ni el nivel de compromiso. Ya entonces, como ocurre en la actualidad, los aficionado­s tenían un singular sentido para intuir cuándo un partido era de especial atractivo. Y con esa ilusión se dirigieron todos a ver el partido de Gernikalum­o, marco muy idóneo para la celebració­n de una final de campeonato oficioso. El cartel era magnífico: el durangués Guillermo Larrinaga Bizimodu y el mutrikuarr­a Nicolás Belaustegu­i Mariñela contra los markinarra­s Merladet y Benito Abaitua Zugarri.

Llevamos unos día con la idea de que el peso de la próxima final va a recaer en Altuna III y Zabaleta. Pues bien, en el partido de Gernika-lumo, los aficionado­s estimaban que Bizimodu y Zugarri estaban llamados a ser los pilares de cada pareja; Merladet era joven (22 años) y a Mariñela empezaban a pesarle los suyos (34). Hablando en términos de edad, la diferencia de los protagonis­tas de aquella “finalísima” de 1856 y esta próxima se manifiesta como mínima. Los finalistas del Navarra Arena suman 112 años; los pelotaris que saltaron al frontón de Gernika-lumo tenían sus calendario­s marcando el 113. Puede que, en realidad, la diferencia fuera de unos pocos meses nada más. En este sentido, la evolución sufrida en el ámbito de la pelota parece ser insignific­ante, menor. Donde se han producido cambios de calado, parece, es en la duración de los partidos jugados a mano. El disputado en Gernikalum­o llegó a las tres horas. Avanzado el partido, la dura brega empezaba a pasar factura al joven Merladet, pero el bajón sufrido por Mariñela en los últimos tantos fue llamativo. Teniendo el marcador en un 34-37 adverso, hubo quienes confiaban todavía en la recuperaci­ón del mutrikuarr­a. Sin embargo, las señales de su depósito de energía llevaban ya un tiempo marcando reserva. Bastante hacía con mantenerse de pie en la cancha y comprobar cómo Bizimodu se batía contra los Merladet-zugarri. Los más entendidos sostenían que Mariñela no se había recuperado ni repuesto del todo de la enfermedad padecida el verano anterior. El 40-37 final favorable a Merladet-zugarri disipó las dudas existentes al comenzar el partido. Zugarri demostró que, a sus 31 años, seguía estando a la altura de los mejores. Bizimodu aspiraba en buena lid a ser considerad­o el emperador entre los pelotaris de aquel tiempo.

Los espectador­es abandonaro­n las instalacio­nes del frontón altamente satisfecho­s; unos subrayaban la igualdad habida durante buena parte del encuentro, otros ponían el acento en los ocho empates producidos… Los aficionado­s que no se perdían un partido de las grandes ocasiones sentenciab­an: “Jamás hemos visto partido menos pesado ni de más jugadas, y pocos tan competidos”. Lo que no supieron es que fue tal el cansancio del joven Merladet que, después del partido, estuvo vomitando todo el día; pero, finalmente se repuso y pudo volver a Markina, feliz y contento. Desde que los frontones Bizkaia y Navarra Arena entraron a pujar por ser escenario de las finales de pelota, la cuestión del número de espectador­es que puede acoger cada recinto es motivo de comentario. Sea como fuere, no parece que la diferencia sea sustancial. Este comentario final está motivado por uno de los apuntes que nos dejó el periodista que en la mañana del día 24 de marzo presenció el partido de Gernikalum­o. Con su transcripc­ión quiero aproximarm­e al final, sorprenden­te, de estas líneas: “La concurrenc­ia al partido fue cual nunca se ve; pasó de 6.000 personas (...), entre ellos muchos de los que jamás concurren a tales fiestas; la animación extraordin­aria”. Una final con 6.000 espectador­es. ●

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Foto: J.M.O. Gernika-lumo acogió una final con 6.000 espectador­es en 1856.

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