Diario de Noticias (Spain)

Abuelas por el clima

- POR Alicia Ezker

Las consecuenc­ias del cambio climático son imparables y hay que tratar de revertirla­s, por eso es importante la reciente sentencia del TEDH contra Suiza

Lo peor de dar una causa por perdida es que se pierde. Por eso no conviene hacerlo hasta que realmente no quede otra salida y tratar de mantener una puerta abierta a la esperanza mientras quede algo por intentar. Sobre todo con las causas que no dependen de una misma, las colectivas, esas frente a las que te sientes tremendame­nte pequeña, en las que es fácil claudicar sin mucho remordimie­nto y pensar que no merece la pena porque no hay nada que hacer. Cuando realmente, a veces, la suma de pequeñas partes construye grandes cosas. No es fácil pero puede pasar. Sobre todo en este tiempo de negacionis­mos tan increíbles y dañinos como los que estamos viendo en torno a la violencia machista, a la memoria histórica o al cambio climático. Es en este último dónde esta semana se ha conocido una sentencia histórica de Estrasburg­o, la que resuelve la demanda de 2.000 mujeres contra Suiza, que hace realidad eso de que mientras quede una puerta abierta algo puede pasar y que la acción de unos pocos puede ser determinan­te por muy grande que sea lo que hay que derribar o cambiar. Las consecuenc­ias del cambio climático son imparables y hay que tratar de revertirla­s, porque van a empeorar, eso no es discutible, pero es fácil preguntarn­os qué podemos hacer cada uno de nosotros y nosotras y llegar a la conclusión de que no hay mucho por hacer. Pero no. Con el objetivo de presionar a los países para que cumplan lo que tienen que cumplir, más de 2.000 mujeres suizas ya jubiladas agrupadas bajo el nombre de Klimasenio­rinnen, Abuelas por el clima han llevado su causa y los daños que el cambio climático provoca en la salud de las mujeres de su edad hasta el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH), que esta misma semana ha condenado a Suiza por “violar los derechos fundamenta­les de la población con sus políticas climáticas”. Es una sentencia sin precedente­s, que quizás no beneficie a corto plazo la salud de las demandante­s, pero que sin duda permitirá ejercer una mayor presión sobre los gobiernos en materia de protección del medio ambiente. Una sentencia que parecía imposible y que nos afecta a todos y todas. Porque aunque el fallo no supone una sanción inmediata, sí tiene valor como jurisprude­ncia porque abre la vía a nuevas demandas contra los países que incumplan.฀●

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