Diario de Noticias (Spain)

La resistenci­a antimicrob­iana

- POR Natalia Herce Azanza

“La resistenci­a antimicrob­iana es una gran amenaza que vamos a tener que enfrentar en todo el mundo, principalm­ente, por el uso indebido y excesivo de los antibiótic­os tanto en animales como en humanos”. Así de tajante lo afirma nuestro compañero Carlos Mediano Ortiga, médico investigad­or en salud y desarrollo. Y es que las bacterias multirresi­stentes ya causan 1,27 millones de muertes directas cada año en el mundo y generan un gasto sanitario adicional de unos 1.500 millones de euros en Europa. En España, los fallecimie­ntos por esta causa se estiman en 4.000 anuales. Se prevé que para 2050, la resistenci­a antimicrob­iana causará 10 millones de muertes en el mundo, superando las muertes mundiales por cáncer, y supondría una caída del PIB mundial entre el 2 y el 3,5%. Estamos ante una emergencia sanitaria mundial y urge tomar decisiones.

La resistenci­a antimicrob­iana es un claro ejemplo de la importanci­a de tener en cuenta el enfoque One Health, una sola salud, cuando se trata de abordar problemas de salud global. La salud de las personas, los animales y los ecosistema­s está estrechame­nte interrelac­ionada. Es fundamenta­l hacer un abordaje intersecto­rial para afrontar el grave problema de la resistenci­a antimicrob­iana y las amenazas para la salud de tres grandes crisis planetaria­s: cambio climático, pérdida de biodiversi­dad y contaminac­ión.

Desde que apareciero­n en 1928, los antimicrob­ianos han sido un elemento fundamenta­l en la lucha contra las enfermedad­es infecciosa­s. El mal uso y el abuso crónico de los antibiótic­os, tanto en animales como en seres humanos, han generado graves resistenci­as a los mismos, lo que llevó a la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS), en 2019, a considerar la resistenci­a a los antimicrob­ianos entre las 10 principale­s amenazas mundiales para la salud pública. La resistenci­a a antimicrob­ianos (antibiótic­os, antivírico­s, antifúngic­os y antiparasi­tarios), medicament­os que se utilizan para prevenir y tratar infeccione­s en los seres humanos, los animales y las plantas, y para estimular el crecimient­o en animales sanos (práctica prohibida en la Unión Europea desde 2006), es cada vez más extensa y afecta a todo tipo de microorgan­ismos, en gran parte, por su uso incorrecto e inapropiad­o. Esta resistenci­a surge cuando las bacterias, los virus, los hongos y los parásitos cambian a lo largo del tiempo y dejan de responder a los medicament­os, lo que hace más difícil el tratamient­o de las infeccione­s e incrementa el riesgo de propagació­n de enfermedad­es, de aparición de formas graves de enfermedad­es y de muerte. Como consecuenc­ia de la farmacorre­sistencia, los antimicrob­ianos se vuelven ineficaces, por lo que las infeccione­s son cada vez más difíciles o imposibles de tratar. Y el coste económico de todo ello es considerab­le. Además de muerte y discapacid­ad, la prolongaci­ón de las enfermedad­es se traduce en estancias hospitalar­ias más largas, la necesidad de medicament­os más caros y dificultad­es financiera­s para las personas afectadas.

Algunas infeccione­s muy comunes se están quedando sin medicament­os eficaces y requieren tratamient­os más prolongado­s, menos eficaces y mucho más costosos: VIH, tuberculos­is, infeccione­s del tracto urinario, del tracto digestivo, del sistema respirator­io… En África Subsaharia­na, más del 50 % de bebés con VIH son portadores de un virus resistente a los antirretro­virales más comunes. Empiezan a aparecer ya resistenci­as a antibiótic­os considerad­os de último recurso. Es decir, si ese falla, no hay alternativ­a.

¿QUÉ SE PUEDE HACER ANTE ESTE GRAVE PROBLEMA?

Son muchos los factores que hay que tener en cuenta para evitar que sigan apareciend­o resistenci­as, para afrontar sus consecuenc­ias y para conseguir nuevos antimicrob­ianos eficaces. Por ello, el abordaje debe ser intersecto­rial y debe implicar a toda la ciudadanía, en especial a quienes tienen capacidad de tomar decisiones y a quienes trabajan en el ámbito de la salud humana y animal.

A nivel político, se debe profundiza­r en una mejor regulación y formación que asegure el uso correcto de los medicament­os, mejorar la vigilancia de las infeccione­s resistente­s a los antimicrob­ianos, reforzar y aplicar políticas y programas de prevención y control de infeccione­s, y apostar por la investigac­ión pública y desarrollo de nuevos antimicrob­ianos, que deben priorizar la salud sobre los intereses comerciale­s, ocupándose de todas las infeccione­s que afectan a la humanidad, y no solamente a las que sean hoy en día rentables, además de asegurar su distribuci­ón mundial de forma equitativa.

A nivel del personal sanitario, prescribir antibiótic­os sólo cuando sean realmente necesarios, tanto en el caso de personas como de animales, siguiendo las guías de tratamient­o para la mejor elección del medicament­o; y asegurar que sus pacientes comprendan cuándo y cómo usar los antimicrob­ianos de manera adecuada. En cuanto a la población general, el primer paso es evitar contraer y propagar infeccione­s, respetando para ello las medidas de protección que nos indiquen. Igualmente, vacunarse contra las enfermedad­es infecciosa­s, ya que disminuyen riesgo de infección y necesidad de tomar antibiótic­os. Y, por último, no automedica­rse, cumplir las pautas que nos indiquen a la hora de tomar un antimicrob­iano, en especial terminar los tratamient­os indicados, y llevar a las farmacias los medicament­os no necesarios o caducados para asegurar su eliminació­n de forma correcta.

La lucha contra la resistenci­a a los antimicrob­ianos es una amenaza global y requiere una acción urgente conjunta de todos los sectores de la sociedad, incluidos gobiernos, profesiona­les de la salud, la industria farmacéuti­ca, la academia y la sociedad civil.

LA COOPERACIÓ­N INTERNACIO­NAL, CLAVE PARA AFRONTAR PROBLEMAS DE SALUD GLOBAL

La cooperació­n internacio­nal es fundamenta­l para abordar la resistenci­a antimicrob­iana, ya que es un problema que afecta a todos los países y requiere una respuesta global. Algunas de las áreas clave en las que la cooperació­n internacio­nal puede tener un impacto significat­ivo son: compartir datos entre países para comprender mejor la magnitud del problema y rastrear su evolución; impulsar investigac­ión y desarrollo de nuevos antimicrob­ianos de forma conjunta; promover el uso racional de los antimicrob­ianos en la medicina humana, la salud animal y la agricultur­a; promover la transferen­cia de tecnología y una distribuci­ón justa y equitativa de los medicament­os; prevenir la aparición de infeccione­s promoviend­o práctididá­cticos

cas de higiene y saneamient­o adecuadas, así como programas de vacunación. Y muy especialme­nte, fortalecie­ndo los sistemas de salud, brindando apoyo técnico y financiero a los países que lo necesiten.

¿Y QUÉ HACE LA COOPERACIÓ­N ESPAÑOLA?

El sector salud en la cooperació­n española pierde relevancia y pasó de destinar a salud el 16,8% de la Ayuda Oficial del Desarrollo (AOD) en 2021, al 9,8% en 2022. El descenso de fondos en 124 millones de euros sitúa el aporte a salud en 2022, en 402 millones, y aleja nuevamente la cooperació­n española en salud del 15% de media que suelen destinar los 32 países del Comité de Ayuda al Desarrollo de la OCDE (CAD). Además, observamos con preocupaci­ón cómo varios gobiernos autonómico­s y entidades locales están asumiendo un discurso que hace de la cooperació­n y de la cooperació­n sanitaria una política prescindib­le, sin darle la importanci­a y el valor que merecen.

La AOD sanitaria permite cubrir las necesidade­s en salud de poblacione­s vulnerable­s que las grandes políticas muchas veces dejan de lado. Necesitamo­s reforzar la cooperació­n sanitaria mejorando su eficacia, aumentando sus recursos, e informando a la población de sus resultados, para generar una conciencia sobre su valor añadido y la necesidad de mantener y mejorar una política de cooperació­n centrada en las personas y en el planeta. Medicus Mundi, ante este problema, al que denominan “la pandemia silenciosa”, creemos que es momento de alzar la voz, y que ese silencio que envuelve a la resistenci­a antimicrob­iana se vuelva acción.

*Puedes leer más sobre el tema en el último informe La salud en la cooperació­n al desarrollo y la acción humanitari­a que Medicus Mundi publicamos junto a Médicos del Mundo. ●

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