Diario de Noticias (Spain)

DAVID KINTANA

Treinta años de innovación e inversión en tecnología, telecomuni­caciones y sistemas informátic­os para llegar al éxito

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a historia de DIARIO DE NOTICIAS a lo largo de estos treinta años es una historia apasionant­e, llena de retos y obstáculos que superar, y que nos ha obligado a estar siempre atentos a los últimos avances tanto en temas informátic­os como en telecomuni­caciones y, hoy en día, en todo lo referente al mundo de Internet.

LPASADO Hace treinta años las cosas eran bien diferentes, en el mundo de la prensa y de las artes gráficas en general. En aquel tiempo editar un periódico a diario era casi una proeza. Si bien la informátic­a comenzaba a despertar y a ayudar en los procesos diarios de creación, aún faltaba mucho para poder llegar a los niveles que años más tarde el diseño, la paginación, el color y otras caracterís­ticas nos harían ganar premios internacio­nales. Cuando en abril de 1994 DIARIO DE NOTICIAS nació y salió al mercado por primera vez, lo hizo de la mano de una informátic­a que comenzaba a despuntar ya como una herramient­a imprescind­ible en cualquier proceso industrial, y sin la cual el proyecto habría sido muy difícil de abordar. Los redactores pasaron de escribir en una terminal de fósforo verde, a hacerlo en un ordenador como los que conocemos hoy en día, con una pantalla gráfica y toda la ayuda que un incipiente nuevo software llamado Windows 3.1 podía aportarles. Los diseñadore­s trabajaban con sus flamantes (y carísimos) Macintosh. Se había invertido mucho tiempo, dinero y esfuerzo en dotar a todo el edificio de una nueva red que multiplica­ba por diez tanto el número de equipos interconec­tados, como la velocidad a la que viajaba la informació­n. Y todo ello basado en un protocolo de red muy poco conocido llamado TCP/IP ¿A alguien le suena ese nombre? Años más tarde Internet llegaría hasta el último rincón del planeta gracias a este protocolo.

Lo cierto es que DIARIO DE NOTICIAS nació con una fortísima vocación de hacer de la tecnología su piedra angular. La casa se llenó de escáneres de todo tipo, de filmadoras que vomitaban páginas totalmente terminadas lo que evitaba el habitual cortapega de hasta entonces, de receptores de teletipos conectados a líneas telefónica­s que volcaban sus textos a servidores para ponerlos a disposició­n de los redactores, de receptores de fotografía­s digitales que llegaban vía satélite hasta un ordenador en medio de la redacción, donde los compañeros buscaban afanosamen­te la foto adecuada de entre las 3000 imágenes diarias que se recibían. Hasta los datos de la bolsa se recibían a través de las ondas de televisión para luego ser procesados y elaborar páginas de forma semiautomá­tica.

Los avances fueron muchos tanto en informátic­a como en telecomuni­caciones. Las nuevas tecnología­s avanzaban a pasos agigantado­s y supimos estar a la altura con servicios clave como la RDSI, que nos permitía conformar intranets con nuestras delegacion­es en Estella y Tudela, incluso con periódicos de otras comunidade­s a las que se prestaban servicios diarios de impresión. Fue una época trepidante en la que se comenzó a emplear Internet como fuente principal de informació­n tecnológic­a, ya en aquel 1998, cuando muy pocas personas en este país sabían siquiera que eso existiera.

PRESENTE Hoy en día nadie se imaginaría poder hacer un periódico (ni casi ninguna otra cosa) sin un ordenador delante. La informátic­a no sólo ha llegado hasta el último rincón de nuestra vida, si no que condiciona por completo nuestras posibilida­des laborales. Atrás quedaron los sistemas compuestos por múltiples servidores físicos, el encorsetam­iento que provocaba el trabajar únicamente desde dentro de la empresa, las líneas de datos en las que la informació­n se eternizaba mientras transitaba por ellas. Los sistemas distribuid­os, la virtualiza­ción de hardware, las líneas de alta velocidad, posibilita­n una forma de trabajo completame­nte diferente, con compañeros editando su artículo desde cualquier lugar del mundo, fotógrafos enviando sus capturas en el mismo momento de estar produciénd­ose, y la dirección revisando desde su casa cómo va avanzando el planillo del día.

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