Diario de Noticias (Spain)

El rincón del paseante De gaiteros, tómbolas y pintores

- POR Patricio Martínez de Udobro Facebook : Patricio Martínez de Udobro patriciomd­u@gmail.com

ola personas, de nuevo con vosotros para ver nuestras cosas semanales. Esta semana han sido dos los peldaños que hemos subido de la escalera de servicio sanfermine­ra. Por un lado, se ha conocido el cartel ganador que anunciará hasta los límites del mundo conocido, y más allá, los fastos que en estos lares se darán la segunda semana de julio, esa septena que solo con pensar en ella, y en lo cerca que está, ya nos pone los pelos de punta y nos empieza a vibrar ese come-come en los pies que quieren empezar a bailar, a botar, a disfrutar, y este sentimient­o es el que ha sido reflejado perfectame­nte en su obra el irundarra Ángel Blanco. La imagen nos transporta a ese momento mágico en el que tras la locura del chupinazo, salen los gaiteros de toda Navarra y con sus acordes hacen que todos los brazos de la plaza consistori­al se alcen al cielo, en un monocorde eh, eh, eh, y con ellos, todos a una, entonen el uno de enero, dos de febrero… y continúen como si fuese una sola voz sentencian­do que… si no tienes un duro no te hace caso nadie, rumba la rumba la run, (bis) en cambio si lo tienes, amigos a millares, rumba la rumba la rumba, la rumba del cañón, y los gaiteros les darán el tono a esas miles de gargantas

Hpara que cambien de registro y griten, chivatas, y por tres veces… qué pedo llevas Calatayud, si lo has cogido, pa tú, pa tú, y volver todos al uno de enero, dos de febrero…, sin dejar de botar en una sincronía de color, calor y sonido que le humedece a uno los ojos cuando lo ve desde fuera. Me juego una mano que los de aquí, o quién conoce este momento tan vivo, han leído las letras cantándola­s, y quien me lea sin ser de aquí y sin conocer la situación que busque en Google “San Fermín. Ánimo pues. Gaiteros” y verá en un vídeo todo lo que el cartel resume. Decidme si después de leer esto, y recordar el cartel, no es cierto que esos libérrimos trazos, esos blanco, rojo y negro en su perfecto ordendesor­den no os hacen botar y desear vivir lo que anuncia. Ese es el fin de un cartel anunciador. En definitiva, esa es la base de la publicidad.

El otro peldaño de la escalera de servicio que se ha subido esta semana se ha dado en el Paseo de Sarasate. En pleno centro de la ciudad, como cada año, se ha instalado la tómbola de Cáritas, la Tómbola con mayúsculas de la ciudad desde hace décadas. Todos sabemos que los beneficios que en ella se alcanzan son para fines sociales que es a lo que se dedica quién organiza el cotarro, pero a los de aquí no nos mueve solo el espíritu solidario para acercarnos hasta su mostrador a comprar, a la voluntaria de turno, un montón de boletos que iremos abriendo con infantil ilusión, lo que nos mueve es la emoción de que nos toque, lo que sea pero que nos toque. Mis padres siendo ya octogenari­os apareciero­n en casa una tarde con una bici y estaban más contentos que si tuviesen 12 años. Una caja de galletas, un juego de toallas o un modesto exprimidor, le alegran la tarde a un pamplonica. Los boletos que tienen cosas que se sortean ya no hacen tanta ilusión, sorteo coche nº3 o sorteo moto nº1, pues como que lo ves muy lejano, en esta tómbola todo el mundo aplica el más vale pájaro en mano que ciento volando.

Bueno, y ahora vamos a ver por donde he andado esta semana. El jueves a la mañana volví al museo para rematar el trabajo que llevaba entre manos con el fondo del gran fotógrafo Nicolás Ardanaz, al que dedicamos el ERP pasado. Para llegar al museo tomé la calle Jarauta, antigua Rúa de Pellejería­s y vi algo que me hizo torcer el morro, me explico. Resulta que hace días, andando por esa misma acera, vi que la fachada del colegio de las dominicas estaba cubierta por un andamio de arriba abajo y en toda su extensión, y pensé: qué bien, seguro que lo han puesto para decapar la espantosa mano de pintura de color beige que en su día les dieron a los grandes sillares que conforman la parte baja del edificio, y van a sacar a la luz el color natural de la piedra, ese gris Pamplona tan caracterís­tico en los sillares de nuestra ciudad. Pero… quiá, los andamios han volado y la piedra sigue pintada, se han limitado a pintar los paramentos y vanos de las ventanas de los pisos superiores. No lo entiendo, si el problema son las posibles pintadas y grafitis que les den una protección transparen­te que permita limpiarlas sin mucho esfuerzo. No sé, quizá las monjas piensen que así, pintadas, están ideales, pues miren, no, están espantosas. Doblé la esquina del colegio y enfilé hacia el Museo por el lugar que antes ocupaba el lúgubre e insalubre pasadizo del hospital en los tiempos en que, lo que hoy es edificio dedicado al arte, era edificio dedicado a miasmas, virus y dolores. Para llegar a él se atravesaba un túnel del que se decía era el punto más fétido, sucio y oscuro de la ciudad. Hoy la cosa ha cambiado mucho. Una graciosa pintura urbana del marqués de San Adrián, interpreta­ción de la obra de Goya que se custodia en el tercer piso, te da la bienvenida a la cuesta que te lleva a nuestro caserón del arte.

Llegué al museo y me dirigí a mi destino, fisgué un poco más en la obra de Ardanaz y ya de paso les di un pequeño repaso a las obras de otros dos grandes del bromuro de plata y el hiposulfit­o, me refiero a Pedro Mª Irurzun y a Miguel Goicoechea, a los que otro día dedicaremo­s un ERP ya que se lo merecen con creces. Abandoné la biblioteca y me dirigí hacia la salida, pero a punto de pisar la calle, lo repensé y volví sobre mis talones para tomar el ascensor y subir a la cuarta planta que es donde se expone el trabajo de los artistas de los últimos tiempos. En sus paredes hay de todo, podemos encontrar el abstracto más duro del tempraname­nte fallecido Martín Caro (Pamplona 1933-1968) o el surrealism­o de Mariano Sinués. Vi el colorista retrato que del torero Carancha realizó Gustavo de Maeztu, sentí la tristeza humana que magistralm­ente reflejó en un gran lienzo Emilio Sánchez Cayuela en su obra Éxodo, en un rincón permanece sentado, testigo de los Encuentros, el “Espectador de espectador­es” del equipo Crónica, y seguí mi paseo disfrutand­o de las diferentes tendencias y estilos de Díaz de Cerio, de Rafa Bartolozzi, de Isabel Baquedano y admiré la obra escultóric­a de Alfredo Sada y de Oteiza. Realicé unas fotos del paisaje que ofrecen las ventanas jugando con las texturas de los difusores de luz para intentar sacar arte del lugar del arte. Y ahí di por finalizada mi visita a este templo de cultura, otro día os cuento otra planta. Esta es mi pequeña aportación al día internacio­nal de los museos que se celebra el sábado que viene.

Será un buen día para visitarlos. Besos pa tos.฀●

A los de aquí no nos mueve solo el espíritu solidario (...), lo que nos mueve es la emoción de que nos toque, lo que sea pero que nos toque

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