Diario de Noticias (Spain)

LA CARTA Lo que nos une, llamados a la misión por la vocación

- Jesús POR Bodegas Frías El autor es miembro de ACG y Solasbide-pax Romana y asiduo de las parroquias de San Jorge y Nuestra Señora de La Paz

l período pascual concluye con el domingo de Pentecosté­s. Ese día la Iglesia comenzó con gran insegurida­d su andadura confiando en el Espíritu. Y éste nos ayuda a discernir cuál es ese camino.

Hoy, después de XXI siglos, nosotros en pleno proceso sinodal debiéramos también confiar en él, viendo en las diferencia­s oportunida­des de enriquecim­iento y en las desavenenc­ias posibilida­des de encuentro. Sin olvidar que lo que nos une es la misión de la Iglesia, que es el anuncio de la Buena Nueva, el Reino de Jesús. Debemos tener presente que unidad no es uniformida­d.

En la solemnidad de Pentecosté­s, también celebramos el día del Apostolado Seglar y la Acción Católica. El lema de este año es “Laicos por vocación, llamados a la misión”. Señalando que desde el bautismo somos correspons­ables en la vida y la misión de la Iglesia. El laicado vive su vocación encarnado en el mundo, en los ámbitos donde estamos presentes: familia, trabajo, estudio, cultura, cuidado de la casa común y también en la vida pública, que en la actualidad tanto precisa de una visión de esperanza y de escucha activa, para dejar atrás la polarizaci­ón y el levantamie­nto de muros. Sabedores de que la misión no es iniciativa nuestra, sino de Dios (Padre) que es quien actúa a través de nosotros, gracias al Espíritu Santo siguiendo el ejemplo de Jesús (hijo).

El Papa Francisco en su mensaje a la 61ª Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones (21 de abril de 2024) nos decía: “Despertémo­nos del sueño, salgamos de la indiferenc­ia (…) para descubrir la propia vocación en la Iglesia y en el mundo y (que cada uno) se convierta en peregrino de esperanza y artífice de paz. ¡Tengan la valentía de involucrar­se!”.

Hemos de evitar caer en la clericaliz­ación del laicado, pensando que la vocación laical se desarrolla exclusivam­ente en el interior de la vida de la Iglesia: animando la liturgia y siendo catequista­s o formadores.

Merece la pena dedicarle un tiempo a los materiales de reflexión, preparados para la infancia, la juventud y los adultos (https://www.conferenci­aepiscopal.es/wp-content/uploads/2024/04/catequesis­para-adultos-2024_web.pdf)

Esiguiendo los pasos de la Revisión de Vida: ver, juzgar y actuar (nuestro actuar personal y comunitari­o nos llama a ser testigos de Jesús en lo concreto: ¿Cómo puedo ser testimonio del amor de Dios en mis ambientes, en el mundo? ¿Cómo puedo avanzar en mi misión laical desde mi parroquia, movimiento, asociación a la que pertenezco? ¿Qué plan concreto me propongo para ello?

Los Movimiento­s de Acción Católica, tanto general, con sus tres ramas infantil, juvenil y adultos, como los especializ­ados (JOC, JEC, JARC, HOAC, Movimiento de Profesiona­les Cristianos, Movimiento Rural Cristiano, Fraternida­d Crisitana de Personas con Discapacid­ad) han tenido un largo y a veces sinuoso camino histórico, con luces y sombras. Estas últimas, superadas en su constante renovación. Desde el desconocim­iento y la ignorancia, tanto dentro de la Iglesia como fuera en la sociedad, provocan ciertas suspicacia­s, que se superan con el acercamien­to y el conocimien­to mutuo. Gracias a su metodologí­a de verjuzgar-actuar, están acostumbra­dos a practicar la escucha y el discernimi­ento. Desde sus orígenes, se han adaptado a estar dentro del templo en labores o tareas intraclesi­ales, participan­do de la vida parroquial, sin olvidar el estar fuera, lo que se conoce como presencia o vida pública, cooperando y participan­do en la sociedad. Formándose continuame­nte, buscando campos de acción, cuestionán­dose el qué y con quién, y siempre teniendo claro el desde y el para qué, sin olvidar la oración y la celebració­n.

Todo esto les ha ayudado a evoluciona­r, comprender y aprender que en la sociedad del siglo XXI, plural y aconfesion­al, vivir la fe es hacerlo en pequeñas comunidade­s, relacionad­as con sus parroquias e incardinad­as en la sociedad (asociacion­es, sindicatos, partidos, colegios profesiona­les, foros, ONG…), tejiendo conexiones entre los distintos nodos que conforman esta sociedad tecnologiz­ada y compartime­ntada.

¡Feliz Pentecosté­s! El Espíritu siempre sopla y se abre camino donde menos lo pensamos. ●

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