Diario de Noticias (Spain)

“ME GUSTA; ESTE TRATO CERCANO NO SE CAMBIA POR NADA”

● Charo Vidaurreta lleva 17 años trabajando en Correos en la Ribera y lleva la zona de Cascante, Monteagudo y Tulebras

- ✎  Fermín Pérez-nievas

MONTEAGUDO – Ordenando las cartas que reparte en Monteagudo, la tudelana afincada en Cascante, Charo Vidaurreta, no duda en afirmar que el trabajo le llena: “Estoy muy contenta. Aunque es un trabajo que parece que haces siempre lo mismo, no es así, cada día sale una cosa distinta”. A sus 52 años, lleva trabajando en Correos desde 2007, no de forma continua, ya que ha encadenado contratos temporales, pero entre unas experienci­as y otras, son ya casi 17 años los que acumula. Para Charo, la satisfacci­ón de trabajar en localidade­s tan pequeñas como Monteagudo –1.102 habitantes– o Tulebras –148 habitantes– tiene una compensaci­ón clara: “El trato humano. Conocer a las personas y que te conozcan”, asegura. Para esta cartera ribera, el trabajo se inicia a las 8.15 horas en Cascante, donde está la oficina central de la zona. Recoge el correo y lleva parte a pie al polígono. A las 9.00 horas, le llegan los periódicos que lleva a Tulebras, entrega el correo y en el Monasterio recoge los paquetes que las monjas envían con pastas, cremas y chocolates que venden. Para las diez abre la pequeña oficina en los bajos del Ayuntamien­to de Monteagudo. Una hora más tarde cierra e inicia el reparto por el pueblo durante algo más de una hora para volver a Cascante donde ha de esperar al camión que llega con paquetes que entrega otra vez en Monteagudo. Hacia las 14.15 o 15.00 horas vuelve a Cascante y organiza las cartas que repartirá al día siguiente. Charo es consciente de que muchas personas mayores no tienen otro contacto en todo el día más que que con ella. “Muchas mujeres y hombres mayores viven solos. Hay un hombre en Monteagudo que me espera todas las mañanas y me pregunta cómo estoy y me cuenta cómo está. Me explica cómo ha pasado la noche, lo que ha hecho y en ocasiones si veo que se lía mucho la cosa le tengo que cortar e irme porque tengo que seguir con el reparto”, describe con una sonrisa. En sus años de trabajo en Correos –también ha estado en la zona de Tarazona, Moncayo y Buñuel– recuerda alguna anécdota como cuando en Alcalá de Moncayo tuvo que llevar un paquete a un cuartel de la Guardia Civil. “En cuanto le dije al que estaba en la entrada que era un paquete se alejó y no lo quiso

“Ahora el reparto de cartas es menos de la mitad que hace años”

“El otro día le llevé un paquete a una señora a las 14.45 horas y me invitaba a comer porque tenía las alubias recién preparadas”

“Un hombre me espera a las mañanas y me explica qué ha hecho”

CHARO VIDAURRETA Cartera en Monteagudo

recibir. Nunca supe lo que había dentro se devolvió y no lo recibieron”. En localidade­s tan pequeñas y con la población envejecida es habitual llevar cartas a personas fallecidas incluso el día anterior. En estos 17 años el reparto de cartas “es menos de la mitad que hace años” y solo llegan facturas, cartas de bancos, del Gobierno de Navarra “y propaganda electoral o del voto por Correo. El año pasado que votamos en vacaciones de verano tenía hasta cola en la oficina, algo que nunca me había pasado. Sin embargo, mayoría de los días no viene nadie aquí”, compara. Mientras sigue colocando las cartas en sus casillas repite que su trabajo “es un gusto porque la gente es súper amable. El otro día le lleve un paquete a una señora a las tres menos cuarto y pretendía que me quedara a comer. ‘Qué tengo alubias’, me repetía. No son pocos los días, sobre todo en verano, que me ofrecen cervezas, coca colas, un café… Cuando salgo al descanso al bar de al lado desde el otro lado de la barra gritan ‘no le cobres a la cartera que le invito al café’. Hay un trato cercano que no se cambia por nada. Es que es un trabajo que me gusta”, finaliza.฀●

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Charo Vidaurreta en la oficina de Monteagudo.
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