15 años de prisión para la mujer que torturó y mató a su camello en Los Pajaritos
La acusada, que reconoció en el juicio la autoría del crimen, prendió fuego al cadáver para evitar que fuera descubierto
La Audiencia de Sevilla ha condenado a 15 años de cárcel a María Elena García López por torturar y asesinar en septiembre de 2016 a su camello en el antiguo bar Los Gallos de Los Pajaritos. Después prendió fuego al cadáver “para evitar que fuera descubierto” por parte de otras personas que frecuentaban el lugar. Las llamas afectaron al inmueble donde se ubicaba un supermercado como a una vivienda aledaña.
Tras el veredicto de culpabilidad emitido el pasado día 19 de junio por un jurado popular, la Audiencia ha condenado ahora a la acusada a doce años y seis meses de prisión por un delito de asesinato y a dos años y medio de cárcel por un delito de incendio, en ambos casos con las circuns- tancias atenuantes de drogadicción y confesión tardía.
Además, la Audiencia condena a la mujer al pago de una indemnización total de 90.000 euros a los tres hermanos de la víctima, mientras que también deberá indemnizar con 7.899 euros a los dueños del supermercado afectado por el fuego y con 240,60 euros al propietario de la vivienda por el mismo motivo.
El jurado consideró probado que los hechos tuvieron lugar entre los días 21 y 23 de septiembre de 2016, cuando la inculpada coincidió con la víctima, con quien “mantenía ciertas desavenencias relacionadas con el con- sumo de sustancias tóxicas a las que ambos eran adictos” y a quien “convenció” para que le acompañara a un local abandonado.
Una vez allí, “y con el deliberado propósito de causarle la muerte”, la mujer agredió al fallecido provocando su fallecimiento, que se produjo instantes después de haberle pisado con gran violencia el cuello, descargando todo su peso sobre él”. Según el jurado, la acusada “quiso asegurarse” que la víctima “no pudiera defenderse frente a su agresión”, por lo que, ya en el local y “simulando que era un juego”, consiguió que el hombre se sentara en una silla situada en el patio, “lo que aprovechó para atarlo y maniatarlo de brazos y piernas, quedando así privado de toda defensa”.
La sentencia recoge que la mujer también quiso “aumentar innecesariamente el sufrimiento” a su víctima, por lo que “le colocó una especie de mordaza con varios trapos en la boca, le propinó diversos golpes con los puños y le clavó hasta siete veces un cuchillo”, mientras que también le golpeó con un martillo y unos alicates “con gran violencia” en el rostro. A continuación “le introdujo en la boca varias pastillas de haloperidol, así como agua oxigenada (o tinte del pelo) y Betadine, y procedió así mismo, con una jeringuilla que encontró allí, a inyectarle aire y haloperidol”.
El día 25 de septiembre, y “para evitar que el cuerpo fuera descubierto por algún toxicómano de los que frecuentaban el lugar ante el fuerte olor que desprendía”, la acusada decidió quemar el cadáver, propagándose el fuego “rápidamente” por todo el local “con grandes llamaradas y humareda”, lo que obligó a desalojar una vivienda situada en el piso superior y afectó a un supermercado colindante.
La sentencia recoge que la acusada quiso aumentar el sufrimiento de la víctima