ESPAÑOLAS
JUSTO es un trepa. Un tipo ambicioso y embaucador capaz de sobrevivir en antros y palacios de una dictadura obsoleta. El día de mañana de Mariano Barroso es, efectivamente, el acontecimiento televisivo español de este verano. Movistar + despide la temporada con su mejor ficción, unos brochazos sociales por la Barcelona de Pijoaparte, en una cuidada ambientación en la que se refleja la España aún cateta ante el espejismo de la modernidad entre el clasismo carpetovetónico. La adaptación de la novela de Martínez de Pisón revela que el mejor cine en España se está haciendo ya en la televisión. La casa de papel no es una excepción, ni un punto aparte. Vis a vis, el éxito como drama romántico internacional de Las chicas del cable, el descubrimiento ya tardío de El tiempo entre costuras o la primera gran serie de pago como fue Crematorio, otra gran adaptación literaria (con los mismos productores están en la ficción de Justo, el trepa) reafirman la ficción televisiva española. De cara a estas vacaciones también se pueden hacer maratones de series nacionales junto al bufé frío nórdico y una montaña de títulos estadounidenses que cada vez más repiten moldes.
También para paladares sinceros los canales temáticos sirven repetitivos éxitos comerciales de siempre. La que se avecina, con su efecto karaoke, aún es abrazada por robinsones en FDF que no quieren más complicaciones ni más programas de bajo coste. Ante su sucesora aún brilla Aquí no hay quien viva, reiterada hasta el hastío. Sigue elevándose como la comedia más ingeniosa y con una atmósfera más empática de la TV en España. Entre estrenos y reposiciones, los personajes de la calle Desengaño, prodigiosamente, siguen arrancando risas al personal que se deja caer por Atreseries. Fue un inexplicable milagro de la factoría de José Luis Moreno que con La que se avecina se entregó a los mismos clichés aumentando una carga soez más que gamberra.
Lo de Aquí no hay quien viva sigue siendo un misterio de cachondeo.