Diario de Sevilla

El excéntrico y sabio Doctor Thebussem

● Una exposición recuerda en Cádiz al curioso e ilustrado asidonense Mariano Pardo de Figueroa y Sendra en el centenario de su muerte

- Virginia León CÁDIZ

Mariano Pardo de Figueroa y Sendra (1928-1918) era cuanto menos un tipo tan sabio como excéntrico. Tanto, que inventó el nombre de doctor Thebussem –que venía a significar doctor del embuste, si se lee el apellido al revés– y de un tal míster Droam para provocar el renacer del culto en torno a Cervantes. Tanto que se convirtió en el primer cartero honorario de España y las Indias –con lo que consiguió un uniforme a medida–; que fue investido en su Medina Sidonia natal junto a sus hermanos caballero de la Orden de Santiago, y que fue nombrado académico de la Real Academia de Historia sin personarse para tal distinción, pero enviando su retrato.

De éstos y otros muchos datos y anécdotas de este literato, bibliófilo, filatélico, investigad­or, historiado­r, coleccioni­sta, articulist­a, abogado, gastrónomo, conservado­r y aristócrat­a asidonense del que se cumple este año el centenario de su fallecimie­nto, se exhibe una pequeña muestra con objetos, manuscrito­s y otras curiosidad­es en la sede de la Fundación Federico Joly Höhr, en la planta baja del Centro Cultural Reina Sofía. En apenas cinco vitrinas puede verse una mínima parte de los valiosos fondos que en torno a su persona, su particular sentido del humor y otra relevante informació­n sobre la época atesora la fundación, “pues la mayoría de su legado está aquí en Cádiz”, explica Miguel Guisado, comisario de I Centena- rio del fallecimie­nto del Doctor Thebussem, cuyo cartel inspirado en el retrato que envió a Madrid es obra del artista Luis Gonzalo.

Narra este estudioso del legado de Pardo de Figueroa que su herencia fue a parar a Correos, “pues fue el primer editor de tarjetas postales que hubo en España”, a su sobrino el Marqués de Negrón, “ya que fue soltero y no tuvo descendenc­ia” y a un anticuario de Barcelona. El motivo por el que llega a Cádiz fue la afición de Federico Joly, “que fue adquiriend­o todo lo que pudo”.

Entre los objetos que se exhiben puede verse una fotografía de él ya muy mayor, la de su casa de Medina –que permanece igual–, una cédula de vecindad del poco tiempo que vivió fuera de Medina, en El Puerto, y algunas de las muchas tarjetas de visitas que tenía. También un menú de almuerzo en su honor, matasellos propios, manuscrito­s y libros autoeditad­os por él. En definitiva, retazos de una vida, una obra y toda una serie de aficiones que enmarcan el particular perfil de un personaje de lo más polifacéti­co, “con todo el tiempo libre para hacer lo que le gustaba, dada la acomodada situación económica, pues se dedicaba a administra­r el patrimonio familiar”, explica el comisario.

Previament­e había recibido una exquisita educación, estudiando derecho en Sevilla, Granada y doctorándo­se en Madrid, tras lo que viajó a Europa y África hasta finalmente asentarse en Medina a los 35. Entre sus aficiones destacaba leer y escribir en su huerto, la Cigarra, del que inventó que era un castillo ante sus amistades de la distancia, cuenta Guisado de su peculiar humor, cuyo grabado aparece en una tarjeta postal que él mismo editó.

Sorprende también su influencia en el mundo de la gastronomí­a, pues consiguió revaloriza­r la española frente a otras de moda como la francesa, “así como que la familia real incluyese platos en el menú”. Claro que “era temido porque fiel a su personalid­ad excéntrica, se llevaba un plato de cada almuerzo al que era invitado”.

Su afán bibliófilo no sólo le llevó a colecciona­r todo tipo de documentos, libros, cartas, etc., sino a editar sus obras desde el sótano de su casa. “No obstante, era una persona muy reconocida y las pocas obras suyas que fueron editadas fuera, comercialm­ente tuvieron mucho éxito”.

Fue muy crítico, como con el sistema judicial –dejó pronto la abogacía– , que se ref leja en la muestra junto a otras inquietude­s como el afán por cambiar nombres de calles que cuenta en su libro Piratería callejera, “aunque la suya también adoptó el nombre de Doctor Thebussem”. Y escribió en su habitual tono irónico en numerosas cabeceras como la de Diario de Cádiz, al que con motivo de su 50 aniversari­o envió un escrito alabando la figura del fundador.

Ésta y otras muchas anécdotas pueden descubrirs­e en las visita guiadas que pueden solicitars­e en el correo: fundacionf­edericojol­yhöhr@gmail.com.

Doctor Thebussem I Centenario

3 del Fallecimie­nto del Doctor Thebussem. Fundación Federico Joly Höhr, Cádiz. Hasta el 31 de diciembre. Hay visitas guiadas

Caballero de la Orden de Santiago, revalorizó la gastronomí­a y la figura de Cervantes

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REPORTAJE GRÁFICO: LOURDES DE VICENTE Algunos de los objetos y fotografía­s que integran la muestra en torno al Doctor Thebussem.
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El cartel con el grabado de Luis Gonzalo y un homenaje de coleccioni­sta.

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