Cae El Rubio, el número 2 del crimen en el barrio ceutí de El Príncipe
El detenido introducía en ‘narcolanchas’ a argelinos que querían llegar a España
La Policía Nacional informó ayer de la detención en Ceuta a los cuatro presuntos máximos responsables de una red que introducía a ciudadanos argelinos en la península utilizando narcolanchas. Los arrestados se encargaban de captar a los migrantes en el Centro de Estancia Temporal del Inmigrantes (CETI) de la Ciudad Autónoma.
Entre los detenidos se encuentra uno de los principales delincuentes residentes en el barrio ceutí de El Príncipe y que es “conocido por su amplio historial delictivo y su peligrosidad”. Según la Policía, cada migrante debía pagar unos 2.000 euros para poder emprender el viaje y, con cada salida de una de estas embarcaciones, la organización obtenía un beneficio de unos 26.000 euros.
La investigación comenzó hace cinco meses. Los agentes constataron la existencia de varias embarcaciones que transportaban a ciudadanos argelinos y que, de manera clandestina, llegaban a la zona de Algeciras.
Tras varias gestiones, compro- baron la existencia de una supuesta organización criminal que, presuntamente, captaba a los inmigrantes en el CETI de Ceuta, donde se encuentran en régimen abierto. Entre los investigados, los policías detectaron la presencia de El Rubio, uno de los principales presuntos delincuentes residentes en la barriada y que, actualmente, está considerado como “el número 2 de El Príncipe”.
El Rubio, de 40 años, se encontraba en los escalones más altos de la red y no mantenía el contacto directo con los migrantes ni con las embarcaciones utilizadas.
Algunos integrantes de la red estaban encargados de realizar el cobro del viaje. Según explica la Policía, la cantidad podía variar, pero oscilaba entre los 1.800 y los 2.000 euros por persona, e incluía el alojamiento temporal de los mismos en domicilios de su propiedad hasta el momento en el que se producía la salida hacia las costas de la península.
La Policía llama la atención acerca de que los beneficios económicos de la organización eran tales que sus integrantes encontraron “más sustancioso dedicarse a este ámbito criminal que al relacionado con las drogas”.
Por ello utilizaban las habituales narcolanchas, en las que las mafias transportan las sustancias estupefacientes, para convertirlas en el medio en el que llevar a los migrantes que, previamente, ellos mismos se habían encargado de captar y recluir en pisos de su propiedad.