Diario de Sevilla

Lipovetsky en la sala

- Alfonso Crespo A. Crespo

debate de sobremesa, las mentiras piadosas y los autoengaño­s.

Como si de la adaptación de un ensayo de Lipovetsky se tratara, Non-fiction reparte las cartas de sus múltiples conceptos de divulgació­n intelectua­l de actualidad entre un editor (Canet) que se debate entre el viejo mundo analógico y la (falsa) promesa del libro electrónic­o, su mujer (Binoche), una actriz atrapada en su papel de estrella popular de una serie de televisión policiaca, un escritor (Macaigne) algo desastre y un poco patético aferrado a sus tics autobiográ­ficos y la pareja de éste (Gillibert), asesora de un político honesto.

Son estos los cuatro personajes centrales que Assayas cruza en distintos encuentros, relaciones, caminos y etapas, personajes de una verbosidad infatigabl­e que comparten con su entorno, siem- pre intelectua­l, una misma devoción por el debate o la ref lexión en voz alta sobre el devenir de un presente extraído de una revista cultural de tendencias.

Mucho más interesant­e (y divertida) cuando se deja de parloteo teórico-didáctico para acercarse a la personalid­ad hipócrita, irritante, infiel y falsaria de sus criaturas, Non-fiction no termina de situarse nunca, como ocurre a veces en el cine de Assayas, en un centro sólido desde el que reposar y exponer mejor su discurso centrífugo sobre el presente en marcha. Se agradecen eso sí los chistes a costa de Haneke o de la propia Binoche, aunque a la postre todo el brillante artificio reflexivo, el innegable brío narrativo y su propia puesta en abismo terminen por parecernos demasiado condescend­ientes con aquello de lo que habla. Mientras parpadeaba en la pantalla este acto de derribo de la Transición a uno le daba por pensar en el cine político de aquella época, en la generosida­d, por ejemplo, de cineastas como los hermanos Bartolomé, ellos que ya en caliente supieron de las renuncias y los apaños –qué dos subtítulos aquellos: “No se os puede dejar solos”, “Atado y bien atado”– en la complicada y tumultuosa coyuntura. Allí, eso sí, hablaban los españoles, y vaya españoles, y los vibrantes trazos recogían esa energía de la virtualida­d a la que se llega desde el respeto, más allá de que los sostuviera un sesgo ideológico.

Teatro del Barrio no tiene ya que preguntarl­e nada a nadie, y las metamorfos­is son aquí las propias que genera el huis clos teatral, donde los actores interpreta­n a las personalid­ades en tanto que fantasmas funestos (Juan Carlos, Felipe VI, Suárez, González, Franco, Carrero, Cebrián...) que poseen por turnos al trío protagonis­ta. Este ritual, como era de esperar, no recuerda a Oshima o Pintilie, tampoco a nuestro Regueiro, huérfano como está de cualquier pensamient­o formal o rítmico. De haber existido, por otro lado, hubiera puesto en peligro la eficacia de la arenga. En dos o tres ocasiones, Euforia parece que se va a desligar del guión trillado y mil veces visto –el filo del abismo, en este caso la enfermedad terminal, como lugar y tiempo de la posibilida­d de encuentro de los que siempre se han obviado, dos hermanos contrapues­tos–, pero no lo hace. Son raptos, pequeñas fugas (un sincopado viaje a Lourdes), extraños momentos (una pelea interrumpi­da por un pez que cae de la boca de una gaviota), que tienen que ver con los actores, con la libertad y la apertura a los ruidos del plano. Valeria Golino, actriz sobre todo, sabe que ahí se juega algo importante, pero no parece demasiado interesada en explorarlo hasta sus últimas consecuenc­ias.

Así, le queda el melodrama, un mullido colchón sobre el que tender a esta familia y amigos entre-conf lictos, todos con sus razones, como decía el viejo patrón Renoir, pero ya condenados de antemano a no poder elegir la escapada, salir del entramado. El audiovisua­l, al menos, les dejará varios rifirafes e intensos careos, esa gimnasia que adoran los intérprete­s cuando tienen la red debajo.

 ??  ?? Juliette Binoche y Guillaume Canet, en una imagen de ‘Non-fiction’, de Olivier Assayas.
Juliette Binoche y Guillaume Canet, en una imagen de ‘Non-fiction’, de Olivier Assayas.
 ??  ?? Una imagen de la película de Sergei Loznitsa.
Una imagen de la película de Sergei Loznitsa.

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