Sevilla, ciudad de cine
Valeria Golino recibe el premio de honor del certamen en la gala inaugural
El francés Olivier Assayas reflexiona sobre cómo la digitalización afecta a las relaciones personales en Non-Fiction, una comedia con la que inauguró ayer la edición número 15 del Festival de Cine Europeo de Sevilla (SEFF) y que se proyectó tras una gala celebrada en el Lope de Vega y presentada por la actriz Macarena Gómez.
El director de Personal Shopper, en la que proponía un singularísimo relato de fantasmas, plantea ahora la historia de un editor (Guillaume Canet) cuyo sello afronta el desafío de modernizarse. “Hablo del mundo de la edición”, afirma el cineasta, “pero podría hablar de cualquier oficio. Espero que esta película tenga un valor universal y que el público se sienta concernido, porque desde que internet y los ordenadores entraron en nuestras vidas no pensamos ni nos vemos de la misma manera, y el aprendizaje ya no es igual”, argumentó el autor.
Non-Fiction despliega una historia coral en la que se cruzan, entre otros personajes, una actriz que se siente estancada en una serie que no parece terminar nunca (Juliette Binoche), una experta en redes que se incorpora a la editorial (Christa Théret), un escritor que convierte sus vivencias sentimentales en material literario (Vincent Macaigne) y una asesora política que ayuda a un candidato a guardar las apariencias (Nora Hamzawi). Un tejido humano con el que Assayas indaga en las mentiras y los desdoblamientos –el título original es Doubles Vies, Dobles vidas– de la convivencia entre hombres y mujeres en un tiempo confuso y marcado por el narcisismo. “Actualmente, estamos atrapados en la representación que hacemos de nosotros en las redes sociales”, opina Hamzawi, que junto a otra de las actrices, Christa Théret, acompaña a Assayas en su visita a Sevilla.
Pese al argumento, que podría haber hecho hincapié en los equívocos, Assayas opta por una narración despojada. “Escribí hace unos años una primera versión que giraba en torno al personaje de Alain, el editor, y la verdad es que en ese guión había muchas acciones, mucho drama. Al volver a leerla, encontré la historia muy artificiosa”, reconoce el director de Después de mayo o Viaje a Sils Maria. Cuando retomó ese material, se topó con que “cada vez que intentaba algo más novelesco no
funcionaba. Comprendí que la película iba a construirse con las conversaciones, con un minimalismo absoluto”.
Assayas, que adaptó recientemente para Roman Polanski la novela Basado en hechos reales, de Delphine de Vigan, un libro que revisaba con humor la moda de la autoficción, sostiene que “la ficción siempre está atada a lo real. Aunque cuentes algo muy alejado de ti, te inspiras para ello en cosas que has vivido, en las emociones y las experiencias que has tenido”, analiza. Preguntado sobre cómo la digitalización ha afectado al cine, Assayas se mostró ambivalente. “En 15 años todo ha cambiado: se empezaron a montar las películas con los ordenadores, evolucionaron los sistemas de sonido, surgieron las cámaras digitales... Pero al fin y al cabo el proceso es el mismo: unos actores frente a una cámara. Eso, que es lo importante, sigue existiendo”.
Junto a Assayas, otra protago-
nista de la noche fue la actriz Valeria Golino, que recibió el Premio Ciudad de Sevilla. En un encuentro previo con los periodistas, la italiana defendió una idea “romántica” de Europa y admitió sentir “una gran desilusión” con el rumbo que había tomado el conti- nente. Golino, nacida en Nápoles en 1965, hija de un germanista italiano y de una pintora griega, contó que “lo que ha pasado con Grecia me resulta doloroso. La actitud de Francia o de Alemania, que querían expulsar al país de la Unión Europea, va en contra de mi visión, que consiste más en unir que en segregar”, apuntó la intérprete, antes de añadir que, para ella, “Grecia, el helenismo, es la raíz más profunda de Europa”.
Además de recibir el Premio Ciudad de Sevilla, un galardón que curiosamente recogió hace dos años Valeria Bruni Tedeschi, quien la ha dirigido en La casa de verano, Golino presenta estos días en Sevilla su segundo largometraje tras la cámara, Euforia, una cinta que conecta con el cine “diferente, difícil de colocar en el mercado” que ella reivindica. Un filme “más clásico” que su ópera prima, Miel, con el que quería “ir cambiando el tono, que no fuera sólo comedia o sólo drama” y en el que narra la relación de dos hermanos (Riccardo Scamarcio y Valerio Mastandrea) condenados a entenderse cuando las circunstancias se complican.
“Son dos personajes diferentes, pero no opuestos”, matizó sobre
Olivier Assayas Director de cine Internet y las redes sociales han cambiado la manera en que nos relacionamos”
sus protagonistas. “No me gustan esas oposiciones que siempre suelen darse, eso de que uno sea el rico y otro el pobre, uno de izquierdas y otro de derechas...”, comentó. Que uno de ellos sea homosexual “no es el tema, no tiene importancia”, mantuvo, antes de manifestarse en contra de las “etiquetas. Son legítimas, pero a mí no me gusta lo de cine gay, de mujeres...”.
Sobre su trabajo como directora, Golino declaró que intenta preocuparse “por los actores como a mí me gusta que lo hagan cuando interpreto. Y es que hay directores magníficos que sin embargo no cuidan nada la colaboración con su reparto”, expresa.
Ganadora en dos ocasiones, en 1986 y 2015, de la Copa Volpi en Venecia y conocida por sus papeles en proyectos tan dispares como Rain Man, Hot Shots o La puta del rey, Golino señaló las “dudas” que había albergado en su carrera. “Yo no sabía si quería hacer películas de autor o grandes producciones de Hollywood, donde me pasé 12 años. No suelo dar consejos, pero si me encontrara con la joven que fui le diría que no fuera tan insegura”.