Una poeta en sombras
que firma el prólogo, insisten en este carácter secreto de la autora, que si bien participó activamente en la vida literaria de la ciudad (su hermano fue el poeta José de Velilla), ocultó su producción poética, salvo en poemas ocasionales, recogidos por revistas de la época.
El propio Cabanillas se pregunta el porqué de esta publicación de poemas intrascendentes, mientras permanecía velada su obra mayor. Y lo cierto es que tales poemas quizá pudieran informarnos de la estructura anímica de Velilla, y del modo en que las distintas pasiones se conjugaron en su corazón. Sea del modo que fuere, lo cierto es que en esta nueva selección, muy ampliada, de la poe- sía de Velilla, cabe ya distinguir aquello que su pudor –o el juicio adverso que le merecieron sus versos– había mantenido a oscuras. Es decir, cabe distinguir la evolución de sus poemas, desde aquel becquerianismo inicial, ya señalado, a una poesía que, rozando la herencia modernista, llega a un despojamiento juanrramoniano. Ésta es, a juicio de Cabanillas, la hora mayor de esta poeta sevillana. Una hora mayor, en la que la
retórica tardorromántica ha dado paso a una sencillez en la que, sin embargo, suenan con dolorida veracidad los grandes temas del Romanticismo: el amor, la soledad, la muerte, el tempus fugit, el paisaje como expresión orgánica, como símbolo externo del interior humano.
Esta misteriosa depuración (depuración de una poeta pura, vale decir, de una verdadera poeta), es la que encontramos compendiada en este Un sueño de libertad, en cuyas páginas se recogen, a un tiempo, el dolorido sentir y la pericia lírica de una dignísima e infortunada hija de Bécquer.