Excepcional violinista, mediocre cantante
El siglo XVII es el siglo del violín lírico, y por supuesto que en la Sonata de Castello es el lirismo lo que domina, pero ya en Uccellini, el violinista ruso empieza a usar recursos de arco que potencian el contraste y enfatizan el carácter armónico que el instrumento puede también adoptar. Parte Sinkovsky de una musicalidad impoluta y de un sonido agreste, pleno, carnal, dionisíaco, que hizo de la Sonata de Schmelzer el culmen de su sentido teatral de la música, reforzado en el Vivaldi dedicado a Pisendel con el contraste vibrante entre los tiempos lentos y rápidos.
No es habitual que un solo laúd se encargue del continuo.Pianca, que como solista hizo con cierto edulcoramiento una interesante obra de Pietro Paolo Melli en estilo cromático y con admirable claridad una suite clavecinística de Buxtehude, acompañó aportando una sólida base armónica y puntuales apoyos en el relleno de compases, aunque se echó de menos algo más de color. Sinkovsky se empeña en cantar de contratenor. A sus problemas con el
los graves y la afinación, se une cierta afectación expresiva en el empleo de reguladores, con exagerados pianissimi.
UN TERCER LUGAR Auge y caída de un amor en Usera, escrita por la uruguaya Denise Despeyroux para la obra Historias de Usera que sirvió como despedida de la sala Teatro Kubik Fabrik y que pudimos ver el año pasado en el Teatro Central, ha sido la base para escribir su decimosexta obra a esta dramaturga y actriz que disfruta creando un universo propio basado en la palabra puesta al servicio de historias disparatadas y protagonizadas por personajes neuróticos que, como en el caso de Un tercer lugar, buscan, con cierta desesperación, el amor. Denyse Despeyroux