Dos borrachos en el bar y uno le dice “eres un fistro”
‘Imprescindibles’ de La 2 homenajea a Chiquito en el aniversario de su fallecimiento
El cantaor de atrás es el nombre del espacio de Imprescindibles dedicado a Chiquito de la Calzada y que hoy programa La 2, a las 21.30, con motivo del aniversario del fallecimiento del cantaor y aún más recordado humorista que contribuyó al español con un puñado de expresiones que a día de hoy se siguen utilizando. El documental está dirigido por Gemma Soriano y Manel Arranz y cuenta con testimonios de compañeros del flamenco, como José Mercé; y del humor, como Joaquín Reyes, Andreu Buenafuente o Ernesto Sevilla. A la una de la madrugada, en Versión española, también está previsto Brácula: Condemor II.
Tomás Summers fue quien descubrió al público a Chiquito, a quien encontró por casualidad animando en un restaurante de Torremolinos, La Coquina, horas después de que Antena 3 le pidiera un programa de humor para el verano de 1994, cuando finalizara su encargo en Canal Sur, Son risas y lágrimas (ahora dirige Original y copla). Summers fichó de inmediato a su descubrimiento, pero sin sospechar hasta dónde iban a llegar las aguas de su lenguaje.
Chiquito arrancó en Genio y figura con este chiste: “dos borrachos en un bar y le dice uno al otro: eres un fistro…” (el momento histórico, el 24 julio del 94), y a partir de ahí, en pocas semanas, el cantaor del programa de Pepe Carrol se convirtió en el personaje más popular y los espectadores hicieron suyos sus gestos, palabras y expresiones personales. Giros que todavía se usan y se heredan a las siguientes generaciones que ya no contemplaron las apariciones en el prime time de Gregorio Sánchez Fernández, Chiquito de la Calzada. El programa homenaje revela que el malagueño “aportó al humor una nueva forma de contar los chistes de toda la vida y creó un relato propio lleno de inflexiones, onomatopeyas y muletillas absurdas”. El escritor Javier Pérez de Andújar resalta precisamente que Chiquito construyó un lenguaje propio “al que todos hemos recurrido, sin haber buscado nunca la trascendencia de su obra”.
Gregorio era un puro superviviente del año 32. Encontró una popularidad calurosa e instantá- en la competencia. Aquello le llevó incluso al cine. Una selección de sus actuaciones se convirtió en una de las cintas de VHS más vendidas de todos los tiempos en España. Aquello era 1995 e internet aún iba a pedales.
Este hijo predilecto de Málaga, viajero por tierras niponas como delataban sus pataditas, se casó con la cordobesa Josefa García, Pepita, cuando apenas eran unos chavales y durante sus más de cincuenta años de matrimonio fueron felices. Sin descendencia pero con sobrinos de sobra. La suerte que encaró Gregorio en su recta final se trastabilló el día que falleció repentinamente su esposa cuando despuntaba la primavera de 2012. Desde entonces no se repuso del golpe, hasta que hace un año, con 85 a cuestas, decidió pararse y despedirse de nosotros con esa frase que todos ustedes ahora tienen en la cabeza.
HAY que ver cómo en lo musical nos sacan los colores nuestros vecinos europeos. Sucede cada vez que El día del Señor, sí, la misa de los domingos en La 2, viaja fuera de España. La última en la festividad de Todos los Santos, cuando la eucaristía se emitió desde Diskmiude, un pueblecito de Bélgica con poco más de 15.000 habitantes.
La parte musical de esa ceremonia religiosa volvió a ser un prodigio. Al coro amplio, potente y bien empastado se unió un pianista instalado a pie de altar mayor, que hacía más grandes cada una de las piezas elegidas. Más tarde se incorporó un saxofonista. Un pequeño asombro.
Mientras tanto, en nuestro país, priman los guitarreros. Ay, cómo es esta plaga que uniformiza con su ritmo cansino cualquiera de las canciones que se le ponga por delante. En cuanto empieza la celebración religiosa y escuchas cómo rasgan sus guitarras, tracatracatra tracatra, te temes lo peor. Otra sesión con aromas a colegio de monjas de otros tiempos algo lejanos. Con lo importante que es la música en cualquier celebración que se precie.
En un pueblecito de Bélgica, como sucedió en otras pequeñas ciudades suizas o francesas desde las que tuvimos el privilegio de asistir a las misas de Navidad o del 15 de agosto gracias a Eurovisión, hemos comprobado cuán importante es cuidar el detalle en la parte musical. Qué pena que a lo largo del año sean tan escasas las citas en las que la Unión Europea de Radiodifusión nos regale estos viajes ‘ eucarísticos’. Es otra forma de conocer el alma de los pueblos. Desde el corazón de la liturgia. Por sus formas de ilustrar las páginas musicales en las celebraciones les conoceréis.
Europa. Tan cerca y tan lejos. Como queda demostrado en detalles aparentemente tan baladíes como este. Que de baladí creo no tiene nada. Y si me apuran, de católico tampoco. Dice sobre la cultura global.