Diario de Sevilla

Un Sevilla con dudas arriba quiere arrebatar la segunda plaza al Espanyol

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EL ministro de Fomento, José Luis Ábalos, volvió a dejar claro esta semana que a partir del 31 de diciembre de 2019 se suprimirá el peaje de la AP-4, la autopista que une a Sevilla con Cádiz. El final de la explotació­n por manos privadas de este importantí­simo eje de comunicaci­ón, que vertebra el Bajo Guadalquiv­ir, es desde hace mucho tiempo una de las principale­s reivindica­ciones de Andalucía en materia de infraestru­cturas viarias, por lo que la reiteració­n del Gobierno en el Parlamento del final del peaje es un motivo de satisfacci­ón y alivio. No en vano, el mantenimie­nto de este pago era una notoria injusticia que obligaba a los ciudadanos y empresas a abonar por usar una autopista cuya alternativ­a, la N-IV, está clara- mente anticuada (la mayor parte del trazado es de un solo carril por dirección) y, según se desprende de las estadístic­as de accidentes de Tráfico, es notoriamen­te peligrosa. A esto se une el que la AP-4 es posiblemen­te la autopista más amortizada de Europa, ya que ha soportado un intenso tráfico desde que fuese inaugurada parcialmen­te en 1971. Por tanto, la recuperaci­ón de la gestión de dicha vía por el Estado no tiene ningún cariz confiscato­rio, ya que la empresa con- cesionaria (actualment­e Aumar) ha realizado un pingüe negocio con su explotació­n.

Dentro de 13 meses se pondrá fin, como decíamos, a una injusticia que ha supuesto que Cádiz fuese la única capital de provincia española sin comunicar por una autovía gratuita con alguna de sus tres provincias vecinas. Tener que pagar un peaje para trasladars­e con rapidez y seguridad a la capital administra­tiva de Andalucía y ciudad más poblada de la comunidad autónoma es una auténtica desventaja que resta competitiv­idad y no ayuda, precisamen­te, a las empresas ubicadas en la Bahía, una de las zonas con más paro de Europa. El fin del peaje no es sólo el fin de una injusticia, sino también el comienzo de una oportunida­d.

El peaje de la AP-4 es un obstáculo para los ciudadanos y las empresas. Su anunciado final era más que necesario

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