Homenaje al profesor Carmona en la Universidad
Se retira a los 70 años uno de los mejores profesores de la Universidad de Sevilla y el mejor que tuve. En la Facultad de Química eran masivas las peticiones de cambio de grupo para tener al profesor Carmona, a pesar de que sabíamos que podría ser un poco más difícil. Valorábamos su saber hacer como profesor, explicando con una claridad máxima que puede haber enlaces de tres centros-dos electrones en los boranos, que cuando hay un eje de rotación propio y un plano de ref lexión perpendicular también hay un eje de rotación impropio S, aunque no lo veas, que el diamante no es para siempre y que junto al grafito y carbón forma, entre otros, los alótropos del carbono. O el enlace metálico Zn-Zn. Y todos le seguíamos. Todos sabíamos que también era un gran investigador con prestigio merecido. Pero le buscábamos por su faceta de formador. De profesor. Una persona cercana, educada, amable, que al explicar dejaba embobados incluso a esos que eligieron la última fila para echar una siesta. Comprometido con su sociedad, se negó a explicar el comportamiento explosivo de los nitratos, y de la química subyacente, justificado por lo que entonces parecía no tener fin: el terrorismo de ETA. El homenaje que se ha llevado a cabo en su Universidad los días 24 y 25 de octubre de 2018 ha provocado una oleada de reacciones en redes sociales de sus antiguos alumnos con palabras de
agradecimiento. Y nos vemos y nos sonreímos a través de las redes. Cuando un trabajo está bien hecho, permanece. Permanece dentro de los alumnos de por vida. Esto debe ser una motivación para los profesores. El trabajo bien hecho tiene recompensa, aunque durante años nadie lo valore lo suficiente o no se vea. Puede que no salga en la tele o las redes, pero lo auténtico prosigue su viaje al futuro en las mentes y los corazones de quien escucharon algo de verdad. Y había mucha verdad en la pasión que tiene Ernesto al hablar de ciencia. Por otro lado, es doblemente gratificante ver premiado y valorado públicamente a quien realmente se
lo merece tras un trabajo de décadas. Un acto de justicia en tiempos de posverdad, un reconocimiento de una vida dedicada a la enseñanza y la ciencia en tiempos del pelotazo rápido y los másteres asistidos en pocos meses, es una acto revolucionario. Como un grito de luz en la oscuridad de una sociedad que se niega a morir de vanidad vacía e intrascendente, mostrando su capacidad de, todavía, reconocer la Verdad. Antonio S. Martínez (Sevilla)