Diario de Sevilla

Cuerpos en formol

- Alfonso Crespo Manuel J. Lombardo

La rumana Adina Pintilie coloca y abisma su cámara especular en ambientes asépticos y espacios clínicos para disponer a sus cobayas humanas (incluida ella misma) ante nuestra mirada en una suerte de proceso de apertura que busca el camino a las emociones y sensacione­s perdidas a través del contacto con cuerpos extraños, experienci­as nuevas y una palabra cercana y terapéutic­a que se quiere liberadora de traumas, inercias culturales, tabúes y bloqueos.

Su protagonis­ta central, una mujer en los cincuenta, busca encuentros nuevos que la saquen de su letargo y su rechazo al contacto físico, que la reactiven en su estado de punto muerto: los encuentra observando y acompañand­o a los miembros discapacit­ados de una terapia de grupo, a un transexual, a un gigoló que se masturba ante su mirada, a una suerte de instructor, a un hombre sin pelo, a un parapléjic­o yacente. Asistimos también a una aseada sesión de sadomasoqu­ismo, entre el sueño y la realidad, entre la performanc­e y el psicodrama. En las (necesarias) transicion­es (pasillos, calles, espacios baldíos…) suena música disonante de Einstürzen­de Neubauten y canciones que hablan expresamen­te de melancolía.

En su voluntad experiment­al, ref lexiva, teórica e híbrida, Touch Me Not se me antoja una película vieja, confusa e inerte en su gélido gesto catártico, un filme de laboratori­o ensimismad­o en su supuesto discurso transgreso­r y liberador (¿feminista?) contra el agotamient­o de la normalidad, un grito de autor impostado en una habitación de paredes acolchadas. Leto transpira una extraña inocencia, como si fuera posible espiar desde la mirilla una burbuja intocada de cine, a la contra, por ejemplo, de la pedagogía godardiana –se afina una película como lo hace una banda–, o de la resaca psicodramá­tica que Garrel extendiera sobre los resacosos del ensayo revolucion­ario. Leto, filme nada cínico, prefiere otra cosa, dar la espalda a todo esto y alinearse con una modernidad bobalicona y simpática –digamos, free... El Knac y cómo conseguirl­o podría encarnar ese fantasma– que quizás guíe, aunque dudamos hace tiempo de estos atajos, a algún despistado hacia propuestas más enjundiosa­s.

Configura Leto tamaña panoplia de amortiguac­iones estéticas en clave retro, desde el blanco y negro a las animacione­s parvularia­s, que hace dudar de si la vida pasó por aquí, de si hubo cuerpos imantados de veras por T-Rex, la Velvet o David Bowie; así de desmoraliz­ador resulta convocar la memoria del rockero Víktor Tsoi y de aquellos años de contracult­ura en el Leningrado de la década de los ochenta de manera tan aséptica y controlada al milímetro. Son estas las películas que gusta descubrir en un festival saturado de títulos. Casi en familia, buena señal, vemos Buscando la perfección con un ojo en los gestos y movimiento­s armónicos de John McEnroe en su etapa de gloria, hasta aquella final perdida contra Lendl en Roland Garros 1984, y otro en las deslumbran­tes lecciones de cinematogr­afía, teoría de la imagen y crónica deportiva de Gil de Kermadec y Serge Daney, ejes fundamenta­les para entender una película no exactament­e sobre el tenis y el genial tenista, sino sobre cómo filmarlos y estudiarlo­s desde su relación con el cine (que no con la televisión), remontándo­nos incluso a aquellas imágenes prodigiosa­s de la descomposi­ción del movimiento humano del fusil cronofotog­ráfico de Marey. Amalric narra con cálida precisión científica la cuenta atrás de ese camino de McEnroe hacia la perfección técnica al tiempo en que lo vemos sacar y golpear a cámara lenta una y otra vez, gestionar su ira como mecanismo para el control y la victoria, pelearse con los elementos externos (cámaras y micrófonos) como manera de inventar y dominar el tiempo, primer y último objetivo de un deporte y un deportista único e irrepetibl­e.

 ??  ?? Laura Benson y Hanna Hofmann, dos de las intérprete­s de ‘Touch Me Not’.
Laura Benson y Hanna Hofmann, dos de las intérprete­s de ‘Touch Me Not’.
 ??  ?? Una imagen de ‘De chaque instant’, dirigida por Nicolas Philibert.
Una imagen de ‘De chaque instant’, dirigida por Nicolas Philibert.

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