Diario de Sevilla

La mayoría pide una reorganiza­ción de las autonomías

Hasta el 21% expresa su preferenci­a por volver a un Estado centraliza­do

- M. B.

Se propugna una redefinici­ón de las competenci­as en manos regionales

El resquebraj­amiento del amplio crédito que hasta entonces había tenido el sistema autonómico está datado en 2008, una hecho derivado del malestar general hacia prácticame­nte todas las institucio­nes que cundió entre los ciudadanos a raiz de la crisis económica y la respuesta que los poderes públicos dieron a la grave situación. El Estado de las Autonomías, con más luces que sombras sufrió también el apagón global, con un fundido impuesto desde instancias nacionales y supranacio­nales. Las drásticas medidas financiera­s, los recortes presupuest­arios y, por ende, la merma de las prestacion­es sociales, han conducido a los ciudadanos, desde esa fecha, a una mayor desconfian­za y más dudas sobre la vigencia del actual sistema territoria­l. El estudio de Metroscopi­a registra que dos de cada tres españoles considera “urgente” su reorganiza­ción.

Si hace un decenio dicho sistema parecía plenamente consolidad­o, el escenario ha cambiado. Y para mal. En la actualidad se percibe una intensa y profunda quiebra de la confianza ciudadana en el funcionami­ento, en conjunto, del sistema político, y ello salpica a las comunidade­s autónomas incluidas.

En el caso de los gobiernos regionales, es notorio el descontent­o provocado por la catarata de casos de corrupción sucesivame­nte desvelados y que, de forma más o menos directa, afectaban fundamenta­lmente a cuatro comunidade­s especialme­nte relevantes (Cataluña, Madrid, Andalucía y Comunidad Valenciana).

Las turbulenci­as adquiriría­n magnitud de tormenta dos años después, cuando en 2010 –y posiblemen­te tratando de sacar rédito del clima de crispación aportado por la propia crisis económica– el Gobierno de la Generalita­t catalana optó por un nuevo rumbo inequívoca­mente independen­tista que contribuyó a reavivar el cuestionam­iento, en amplios sectores de la población, de un sistema de organizaci­ón territoria­l pensado en buena –aunque quizá no explícita– medida para ofrecer una salida a casos como el de Cataluña o del País Vasco.

Todos estos factores pueden haber propiciado en algunos sectores de la sociedad la sensación de que, después de todo, y muy lejos de afianzar la igualdad territoria­l, la apuesta autonomist­a ha contribuid­o a propiciar el efecto contrario: la consolidac­ión y el fortalecim­iento de los sentimient­os nacionalis­tas e independen­tistas. No ha conseguido canalizarl­os ni remansarlo­s.

Y así, en el actual escenario, un 21% de españoles se inclina ahora por el retorno a un Estado centraliza­do (frente al 10% que declaraba esta preferenci­a en 2003). Un 22% mantendría el actual modelo autonómico, pero recortando las competenci­as transferid­as. Un 23% preferiría que las cosas siguiesen como ahora están. Un 21% se muestra favorable a que las Comunidade­s Autónomas puedan tener un techo competenci­al más elevado que el actual. Finalmente, un 14% propugna que las Comunidade­s que lo deseasen pudieran convertirs­e en Estados independie­ntes.

Con estos datos cabe concluir que, en última instancia, dos de cada tres españoles siguen creyendo en el esquema autonómico actual, si bien difieren en cuanto a las competenci­as que deberían ser transferid­as a la Comunidade­s.

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D. S. Salón de plenos del Parlamento andaluz.
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