Diario de Sevilla

EN ALERTA ANTIFASCIS­TA

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PARECE increíble, pero una actuación política puede ser a la vez ridícula, inútil y peligrosa. Hacer una cosa que resulte al mismo tiempo grotesca, ineficaz y llena de riesgos no es tarea fácil. Sólo está al alcance de unas mentes privilegia­das. Como las que convocaron las manifestac­iones llamadas antifascis­tas de esta semana.

Siempre consideré patéticas las protestas que se organizan inmediatam­ente después de una jornada electoral. De un patetismo infantiloi­de: pataletas de críos contrariad­os porque la realidad no se ajusta a sus deseos. Porque Vox ya existía mucho antes del 2-D, de modo que lo que se ha denunciado en la calle no es su existencia, sino su llegada al Parlamento. Es decir, que casi 400.000 andaluces los hayan llevado allí con sus votos.

Lo que lleva a la segunda calificaci­ón de esta movida callejera: perfectame­nte inútil. El “No pasarán” mítico de Pasionaria en el Madrid cercado lo han convertido estos manifestan­tes andaluces, ochenta años después y en uno de los veinte países más prósperos del mundo, en una caricatura histérica y extemporán­ea. Los de Vox no pasarán, ¡es que ya han pasado! Han concurrido a unas elecciones libres, han logrado doce diputados y permanecer­án en sus escaños defendiend­o sus ideas –la mayoría perniciosa­s, según mi criterio– los próxi- mos cuatro años, salvo que no respeten las reglas del juego y vulneren las leyes. Como todos los demás diputados. Las manifestac­iones habidas no los van a echar.

Pero, en tercer lugar, también son peligrosas. No en sí mismas (poca gente, escasa continuida­d, violencia de baja intensidad), sino por el marco conceptual al que responden. Por un lado, lo que se impugna es el resultado de las elecciones andaluzas, lo que equivale a cuestionar la soberanía popular. O sea, si no me gusta lo que vota la gente, la llamo fascista y me dispongo a combatirla. Esta actitud sí que recuerda mucho la aversión histórica de los fascistas a la democracia (las urnas están para romperlas). Por otro lado, quien promueve esta alerta antifascis­ta es Podemos –lo de la convocator­ia “espontánea” en las redes es un cuento–, el tercer partido de España en representa­ción. Por eso es peligroso el asunto, por venir de un partido democrátic­o que impugna la decisión de los votantes.

Menos mal que Íñigo Errejón, el más lúcido de esta pandilla, ha pedido humildad en Podemos. Invita a sus colegas a preguntars­e menos por los 400.000 votos de Vox que por los 282.000 perdidos por Adelante.

La alerta de Podemos es inútil, ridícula y peligrosa: se dirige contra los resultados de unas elecciones libres

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JOSÉ AGUILAR jaguilar@grupojoly.com

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