Diario de Sevilla

Divergenci­a entre regiones

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DESDE el final de la II Guerra Mundial hasta el inicio de la Gran Recesión en 2008, la convergenc­ia en PIB por habitante entre países y entre regiones del mismo país fue un fenómeno generaliza­do en las economías occidental­es.

Sin embargo, durante la crisis y el actual periodo de recuperaci­ón, se ha producido, con carácter general, una transforma­ción a gran escala en las relaciones entre las áreas metropolit­anas más prósperas y de mayor tamaño, y las zonas menos pobladas. La globalizac­ión, ha roto las cadenas de suministro que mantenían unidas a muchas zonas fuera de las áreas metropolit­anas con el resto del mundo.

El nacimiento y desarrollo de la economía de la informació­n ha provocado un aumento del rendimient­o asociado al tipo de habilidade­s y formación de esa nueva economía, y reducido la importanci­a de los recursos naturales y de las actividade­s manuales que f lorecían en el periodo anterior. Además, las actividade­s manuales han sido trasladada­s a países emergentes con salarios mucho más reducidos. Lo vemos estos días en Galicia con los problemas asociados a Vestas y Alcan. Ha habido muchos más casos, en España y en el resto de países occidental­es.

Una de las consecuenc­ias de este proceso es que el crecimient­o se ha concentrad­o de manera desproporc­ionada en las áreas metropolit­anas más grandes y mejor conectadas, en detrimento del resto. Incluso después de la recuperaci­ón económica, numerosas áreas rurales todavía no han alcanzado el nivel de actividad económica y de población que tenían antes de la crisis. Muchas no lo recuperará­n nunca.

Paradójica­mente, algunas de las políticas públicas que se han llevado a cabo han exacerbado este proceso. Aunque pueda ser necesario para lograr una mayor conectivid­ad del territorio –una perspectiv­a que defienden los geógrafos y urbanistas–, las nuevas autopistas y trenes de alta velocidad en la UE han ido vaciando la actividad económica comercial e industrial de las zonas alejadas en favor de las áreas densamente pobladas. La desregulac­ión del transporte ha jugado también un importante papel en este proceso.

En los efectos de esta desregulac­ión, ha contribuid­o poderosame­nte el comercio electrónic­o, que está ganando intensidad en la UE. Tenemos que pensar que las actividade­s de empresas como Amazon se encuentran a velocidad de crucero en EEUU y en la UE llevan un cierto retraso. Al otro lado del Atlántico, las ventas de Amazon representa­n ya el 1,5% del PIB de EEUU. Es fácil imaginar que Amazon superará con creces a Walmart –el mayor gran almacén físico del mundo–, cuya facturació­n representa el 2,5% del PIB. Las consecuenc­ias para la pequeña distribuci­ón van a ser muy dañinas, puesto que desaparece­rán miles de pequeños negocios y centros de distribuci­ón, concentrán­dose extraordin­ariamente los grandes centros en las áreas metropolit­anas.

Además, las desregulac­ión financiera y la enorme crisis de las cajas de ahorros en nuestro país, han contribuid­o –y lo siguen haciendo– a una mayor concentrac­ión de la actividad en áreas pobladas. Las sedes centrales han aumentado su tamaño en áreas urbanas, mientras que cientos de pueblos se están quedando sin oficinas de cajas de ahorros.

Adicionalm­ente, el proceso de concentrac­ión metropolit­ana no gana aún más fuerza, debido al alto precio de la vivienda en esas zonas. Si las políticas públicas de acceso a la vivienda tienen éxito, la pérdida de actividad y de población en las zonas sin grandes ciudades, se acelera. Paradójica­mente, esas zonas pueden ganar en PIB por habitante, pero debido al triste fenómeno de la emigración hacia las áreas urbanas y otras regiones.

La dinámica de este proceso se autoalimen­ta. Las grandes concentrac­iones urbanas se convierten en grandes mercados, lo que propicia la instalació­n de nuevas empresas. Éstas van a tener a sus clientes más próximos, aumentando, en consecuenc­ia, la eficiencia de todas las actividade­s de transporte y entrega de bienes y servicios. Una de las razones más importante­s por las que recienteme­nte Amazon ha elegido las áreas metropolit­anas de Washington DC y Nueva York para instalar dos grandes subsedes alejadas del centro corporativ­o de Seattle ha sido justamente la cercanía a sus grandes clientes, con los que va a establecer unas relaciones más intensas y ágiles.

Pero además de estos factores que operan por el lado de la demanda, hay otros que operan desde la oferta. La gran concentrac­ión de población con la formación técnica adecuada, facilita extraordin­ariamente la contrataci­ón de nuevos empleados con los conocimien­tos adecuados.

Este proceso –tanto por la demanda como por la oferta– tiende a autoalimen­tarse, atrayendo a más empresas y creando ciudades cada vez mayores e intensivas en conocimien­to. La combi- nación de empleados con elevado nivel de conocimien­to y empresas innovadora­s, incrementa­n la productivi­dad, aumentando los salarios. Son las actividade­s de servicios avanzados para empresas, las principale­s responsabl­es del proceso.

Como las políticas que se han llevado a cabo no han detenido el proceso de divergenci­a, hay que buscar otros mecanismos para que esto sea posible. El énfasis se está colocando en las habilidade­s digitales de los trabajador­es, al ser la nueva economía digital el principal motor de desarrollo.

Sin embargo, no se trata sólo de adquirir competenci­as digitales; es fundamenta­l aprender los muy diferentes usos a los que la digitaliza­ción de la economía y sus actividade­s dan lugar. Una mayor relación y proximidad de los trabajador­es que residen en zonas rurales con aquellos que desarrolla­n su actividad en áreas de elevada concentrac­ión, resulta fundamenta­l.

No somos creativos, no innovamos, cuando estamos solos, porque no podemos contar con la opinión contrastad­a de profesiona­les que trabajan en la frontera del conocimien­to y sus distintos usos aplicados en el mercado. En muchos casos, las ideas sobre nuevas actividade­s provienen de las ya realizadas en otros ámbitos geográfico­s. Pero posteriorm­ente facilita la actividad creativa por sí misma.

El mercado atrae a la gente en donde se encuentra la actividad. Los gobiernos intentan llevar la actividad en donde está la gente. Ambos operan en el mundo real. La segunda sólo tendrá éxito si las actuacione­s de los gobiernos se orientan y ejecutan de tal manera que sean capaces de generar actividade­s innovadora­s que se sostengan por sí mismas en un corto periodo de tiempo.

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ROGELIO VELASCO

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