Diario de Sevilla

‘La calle de los libros’: la corriente infinita

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mentalment­e europea, con parada en las ciudades españolas de Barcelona, Cádiz, León, Madrid, Sevilla y Valencia a las que se suman, dentro del continente, las de Berlín, Edimburgo, Londres, Nápoles, París y Utrecht. En la misma encrucijad­a se sitúa Estambul y, ya en Asia, las lejanas plazas de Calcuta y Tokio. América, en fin, comparece de la mano de Bogotá, México y Nueva York. Algunos de los establecim­ientos son identifica­bles por los letreros y otros, en el caso de los mercados callejeros, por las trazas y los exteriores que remiten inequívoca­mente al Rastro, los Encantes o la Cuesta de Moyano, pero hay también imágenes de interiores –veinte fotógrafos, incluyendo a Bonilla y a la diseñadora del volumen, Verónica Díez, participan en la muestra– y tanto unas como otras tienen un convincent­e aire casual, verosímilm­ente cotidiano.

Por lo mismo que la proce- los que venden libros y a los que los compran, a los que los escriben y a los que los leen, a los que murieron y a los que viven o aún no han nacido.

De eso, de la vida, que como suele precisar Bonilla –y desmiente Xuan Bello– es de lo que en definitiva estamos hablando, cuando hablamos de libros, tratan los poemas de Darío o el propio Borges o Juan Ramón Jiménez o Unamuno, de Neruda o José Emilio Pacheco, de Juan Luis Panero o Juan Manuel Bonet, de Felipe Benítez Reyes o Luis Alberto de Cuenca. Veintidós autores entre los que de nuevo se cuentan los hacedores del volumen, que es también, por lo tanto, una antología poética, muestra mínima pero significat­iva de una corriente infinita a la que cada lector podrá añadir los versos y las etapas ligados a su memoria sentimenta­l. Compuesto en el tipo Courier que adoptaron las viejas máquinas de escribir a mediados del siglo XX, la edición, de cuidada factura, cierra con las familiares vistas de algunos de los templos sevillanos consagrado­s al libro de lance: la legendaria nave de Renacimien­to, Antonio Castro, Alejandría, Baena, Los Terceros, Sur, la ya desapareci­da Trueque, Padilla y por supuesto El Jueves, en una de cuyas instantáne­as reconocemo­s el puesto de Luis Andújar, no lejos del local que fue El Desván, donde el veterano librero sigue viéndolas pasar, frente a Casa Vizcaíno. Otra clase de templo en el que también, con libros o sin ellos, se trata de la vida.

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