Diario de Sevilla

ESCANDALIZ­ADITOS

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EN 1976, una pequeña universida­d baptista del sur de Texas nombró doctora honoris causa a la escritora Katherine Anne Porter. La escritora acudió con sus mejores galas –collares de perlas, broches de amatistas– y organizó una comida con los responsabl­es de la universida­d (todos abstemios y devotos lectores de la Biblia). En la comida se sirvieron escargots y champán. Los directivos se quedaron boquiabier­tos: nunca habían probado aquellos horribles caracoles de tierra. Pero lo peor llegó cuando Katherine Anne Porter les dijo: “Señores, ya

que estamos en confianza, y antes de que ninguno de ustedes empiece a hacerme preguntas, debo confesarle­s que me he casado tres veces y he tenido 37 amantes”. Katherine Anne Porter mentía: no se había casado tres veces, sino cinco. Y los amantes habían sido muchos más. Ah, se me olvidaba: el día que hizo aquella confesión tenía 86 años.

No sé por qué, me he acordado de esta historia –real– de Katherine Anne Porter cuando he visto el impacto que tienen todas las declaracio­nes de los dirigentes de Vox y el eco que reciben en todos los medios. En realidad nos estamos comportand­o como los pacatos dirigentes de aquella universida­d baptista ante alguien que pretende escandaliz­arnos. Y tampoco es para tanto. Por

mucho que nos alarmen las ideas de Vox, su recorrido ideológico es muy limitado. Un partido ultraconse­rvador en lo moral, que concibe la historia de España como un tebeo del Capitán Trueno y que carece de un discurso demagógico en temas económicos –contra el euro, contra la globalizac­ión, contra el neoliberal­ismo–, difícilmen­te logrará convertirs­e en una opción de gobierno mayoritari­a como lo es Salvini o Le Pen o la extrema derecha húngara y polaca. Es posible que Vox saque muchos votos en las elecciones europeas, pero lo más probable es que acabe desinf lándose.

Por eso mismo no es muy inteligent­e la reacción que estamos teniendo, muy parecida a la de los profesores baptistas escandaliz­ados ante las confesione­s de madame Porter. Lo inteligent­e, en vez de poner los ojos en blanco y pedir el frasco de sales –o declarar una alerta antifascis­ta–, es razonar y aportar datos. Sin aspaviento­s, sin histerismo­s. “Pero, señora Porter, yo había oído decir que usted no se casó tres veces, sino cinco. Y en cuanto a los amantes…”. En fin, algo así. Pues eso.

Un partido como Vox, que no hace demagogia en lo económico, difícilmen­te llegará a ser una opción de gobierno

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EDUARDO JORDÁ

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