Diario de Sevilla

Antonia y el gesto de amor hacia una sobrina

Silvia Naranjo relata cómo recibió el riñón que le donó en 2018 su tía, Antonia Zamudio, para superar un grave problema renal

- N. Márquez

“Es un gesto de amor”. Son palabras sencillas, pero contundent­es, dirigidas por una joven Silvia Naranjo Zamudio, a su tía Antonia Zamudio. El día 19 de junio de 2018, tras varias crisis de salud y un periodo de diálisis, Silvia recibió un riñón de su tía, que le ha dado una oportunida­d de oro. La joven de 30 años, natural de Torre-Alhaquine (Cádiz) y residente en Sevilla, no escatima en palabras de agradecimi­ento hacia su familiar, con la que mantiene una conexión “muy especial”, desde niña.

Durante 2017 el lupus (enfermedad del sistema inmunitari­o) que padece Silvia atacó a sus riñones de manera severa. Los problemas renales le provocaron una situación muy delicada. “Llevaba cinco años con problemas de función renal y en un ingreso hospitalar­io, en 2017, los médicos barajaron la opción del trasplante renal”, recuerda la joven.

Su madre es i ncompatibl­e con su grupo sanguíneo, pero su padre y su hermano se sometieron a las pruebas para ceder a Silvia un riñón. Ambos terminaron descartado­s por diversos motivos clínicos. Todo parecía que se derrumbaba para Silvia, una joven muy activa condenada a la diálisis.

“Llegó la llamada de mi tía An- tonia y se ofreció a donarme un riñón”, narra Silvia. Su vida dio un vuelco. “Yo estaba en diálisis y mi vida no corría peligro. Temí por mi tía. Le pregunté: ‘¿Estás segura, tita?’; y ella me contestó: ‘Sí”. Su prima y su tío la apoyaron. “Es un gesto de amor”, insiste con naturalida­d.

Cuando llegó el momento, Antonia Zamudio no lo pensó. “Lo volvería a hacer”, comenta esta mujer, madre de una joven que también padece un problema de salud. “Mi pareja me dijo que si yo no podía; él se ofrecería a donar”, añade Antonia, al recordar el momento en que tomó la decisión de ser donante en vivo para ayudar a su sobrina.

“Me encontraba en el hospital ante una máquina de refrescos. Mi sobrina me comentó que quizás iba a necesitar un riñón. Le contesté: Aquí tienes el mío”, recuerda. Un gesto que entraña enormes dosis de ternura y solidarida­d.

“Mi sobrina me dijo: ‘Tita, ¿estás segura?, mira que la prima te necesita”, añade Antonia, quien le contestó: “Mi hija te tiene a ti”. Desde muy pequeña Silvia ha compartido con su prima y sus tíos muchos momentos. “Es muy especial”, comenta Antonia, poco después de terminar su jornada laboral. Tras seis meses de la intervenci­ón quirúrgica a la que se sometió para ceder un riñón a su sobrina, Antonia realiza una vida normal. “Me dicen que estoy loca y les contesto: bendita locura. No he dado la vida a mi sobrina, la vida se la han dado sus padres; sólo he ayudado a Silvia a seguir adelante”, añade esta mujer ejemplar.

Tras el trasplante que le ha dado una oportunida­d, Silvia no sintió preocupaci­ón por sí misma, sino por su tía. “Temí por ella”, explica la joven. “El proceso es duro”, asevera. Antonia Zamudio reconoce que “sintió miedo”, pero insiste en que “volvería a hacerlo, sin pensarlo”. Mujer valiente y generosa.

Los profesiona­les de los equipos de trasplante­s del Hospital Virgen del Rocío han valorado en la consulta de donante renal vivo a más de 700 posibles donantes. El primer trasplante en vivo, se realizó el 25 de enero de 1979, entre dos hermanos, en los quirófanos del hospital sevillano. “El trasplante renal de donante vivo es el que ofrece mejores cifras de superviven­cia”, explican fuentes hospitalar­ias.

La joven Silvia fue trasplanta­da en junio de 2018 tras un periodo en diálisis

Antonia explica que volvería a someterse al proceso para que su sobrina salga adelante

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D. S. Silvia Naranjo Zamudio y Antonia Zamudio, en el Hospital Virgen del Rocío.

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