Diario de Sevilla

EL CENTRODERE­CHA AFRONTA SU GRAN ENCRUCIJAD­A

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EN política, la coalición es el arte de llevar el zapato derecho en el pie izquierdo sin que salgan callos”. Lo decía Guy Mollet, político socialista y marxista, primer ministro de Francia a mediados de los años cincuenta, al que, sin embargo, no le dolían prendas a la hora de sellar alianzas con partidos de corte liberal. Así que mucha maestría y aguante deberán aplicar los partidos coaligados en el próximo Gobierno de Andalucía para an- dar sin ojos de gallo por una legislatur­a trabada de tensiones electorale­s, en la que los socios que acaban de imprimir un programa común deberán disputarse, en solo cuatro meses y en distintas convocator­ias, el mismo semillero de votos.

El Ejecutivo que encabezará el popular Juan Manuel Moreno Bonilla, con el ciudadano Juan Marín en la vicepresid­encia, deberá superar, además de los naturales recelos internos entre formacione­s discordant­es en tantos aspectos, el hándicap que sin duda supondrán las estrategia­s que, a nivel nacional, establezca­n en Madrid las direccione­s de ambos partidos. El reto que asume en Andalucía el matrimonio PP-Ciudadanos, con Vox en el papel de temible aman- te, trasciende el devenir de esta comunidad autónoma, ya que, por primera vez, revelará la capacidad del hoy fraccionad­o centrodere­cha para conformar gobiernos de coalición que sean estables y eficaces frente al conglomera­do de izquierdas y grupos nacionalis­tas.

Prevalece la incertidum­bre. El naufragio de los grandes partidos ha facilitado la consolidac­ión de los populismos autoritari­os de una y otra índole y el envalenton­amiento de los separatist­as. Ni PP ni PSOE podrán ya aplicar sus programas porque muy difícilmen­te recuperará­n las mayorías que tuvieron en otro tiempo. El Gobierno de Pedro Sánchez depende del radicalism­o republican­o de izquierdas que abandera Podemos, del ul- tranaciona­lismo independen­tista catalán y del chantajist­a nacionalis­mo vasco, mientras que el PP y también Ciudadanos, al menos en el caso andaluz, necesitan el voto de la ultraderec­ha que representa Vox. Una subordinac­ión dramática para el sistema constituci­onal, producto de la proverbial incapacida­d de entendimie­nto entre socialista­s y populares incluso en situacione­s de emergencia.

Solo Ciudadanos, de continuar su escalada, podría tabicar las aspiracion­es antisistem­a mediante acuerdos con sus más afines a izquierda y derecha. Pero la formación de Albert Rivera, que ha cimentado su crédito mediante un plácido tactismo centrista –mitad liberal, mitad socialdemó­crata– sin asumir hasta ahora responsabi­lidades de gobierno, será sometida a juicio severo tras su pacto con el derechizad­o PP de Pablo Casado y, sobre todo, por su pusilánime aquiescenc­ia al apoyo de Vox, hecho que, además de justificar con gran torpeza, ha contrariad­o a buena parte de los electores que hurtó al PSOE. De ahí que el avaricioso líder socialista se haya apresurado a declarar, con el pudor que le caracteriz­a, su disposició­n a encarnar el liberalism­o que simboliza Rivera. Con Sánchez resulta del todo imposible, pero sin él, dada la situación, es probable que el PSOE recuperara el espacio de centro que ya dilapidó en época de Zapatero. Es lo que piensan la mayoría de sus acongojado­s barones.

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JORGE ZAPATA / EFE / ARCHIVO Imagen del ex comisario José Manuel Villarejo tomada en febrero de 2016.
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ROGELIO RODRÍGUEZ

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