“Las presiones de la pequeña pantalla asesinan la esencia cinematográfica”
Entre los estrenos más destacados del primer mes del año figura la nueva película de László Nemes, cuyo aclamado debut El hijo de Saúl lo convirtió en 2015 en la gran esperanza del cine europeo para los críticos más exigentes. En Atardecer, que tuvo su premiere internacional en el Festival de Venecia, y que presentó en España en el marco del Festival de Cine Europeo de Sevilla, la experiencia visual que ofrece al espectador es menos cruda que en su aproximación al Holocausto judío pero no por ello resulta complaciente. La cinta está ambientada en 1913, cuando Budapest era una de las metrópolis más vibrantes de Europa. Hasta la capital húngara llega con 20 años una hermosa joven, Irisz Leiter, que ha pasado su infancia en un orfanato y aspira a trabajar en la antigua tienda de sombreros de sus padres. leza esencial del cine se refuerza ahora gracias a internet. El cine ha evolucionado en los últimos años hacia una representación objetiva, con las cámaras siempre en el sitio esperado, como ocurre en una retransmisión deportiva. En mi opinión, las presiones de la pequeña pantalla asesinan la esencia cinematográfica, que es la exploración aventurera y el buscar caminos nuevos en lugar de los trillados. Eso no está siendo defendido por la mayoría de los cineastas, que optan por cumplir fielmente la estética de la televisión, su estilo y su capacidad de hacer las cosas de forma estandarizada. Tampoco veo que la prensa especializada y la crítica de cine hablen sobre ello. En lugar de irse de turismo de diversión en los festivales de cine, tendrían que identificar lo que está pasando y luchar para reducir el impacto de la televisión, que lamentablemente está vaciando la esencia del séptimo arte.