Diario de Sevilla

LA REINSERCIÓ­N, UNA REALIDAD DESCONOCID­A

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LA carta dirigida por un preso al titular del juzgado de lo Penal número 10 de Sevilla para agradecerl­e su condena se ha convertido en un fenómeno viral tanto en los medios de comunicaci­ón como en las redes sociales. En principio no debería extrañarno­s, porque el artículo 25 de la Constituci­ón española dice que “las penas privativas de libertad y las medidas de seguridad estarán orientadas hacia la reeducació­n y reinserció­n social”, así como que los presos tendrán derecho al “acceso a la cultura y al desarrollo integral de su personalid­ad”. Sin embargo, todos sabemos que, por desgracia, las cárceles no son siempre lugares propicios para esta rehabilita­ción de los presos, sino más bien ecosistema­s en los que se reafirman y se retroalime­ntan los comportami­entos delictivos. La falta de recursos –algunas veces–, la complicada psicología de muchos reos –sobre todos los que pertenecen al llamado hampa– y el estigma social al que suelen ser sometidos por parte de todos no facilitan las cosas. Aun así, hay que dejar claro que España tiene uno de los sistemas penitencia­rios que más apuestan por la reinserció­n de los presos, algo que tiene raíces muy profundas y lejanas, por lo menos desde que Concepción Arenal iniciara su meritoria obra en los penales del país ya en el siglo XIX.

En su carta, el preso, un delincuent­e habitual con problemas de droga, le agradece al juez los cinco años y cinco meses que lleva encarcelad­o. La causa es que la pena le ha permitido estudiar Secundaria e iniciar los estudios de Bachillera­to. “Después de más de 2.000 días recluido, la visión del mundo y de la vida es absolutame­nte distinta al horizonte que tenía en aquellos momentos”, indica el reo. Evidenteme­nte no es un caso aislado, ya que son muchos los presos que realizan estudios –incluso universita­rios– en las prisiones y que no vuelven a delinquir una vez que abandonan la prisión. Sin embargo, la visión que tiene la sociedad es bien distinta, quizás muy influencia­da por la repercusió­n mediática que tienen los crímenes más graves de los reincident­es (especialme­nte los relacionad­os con la violencia sexual o las drogas). Es absolutame­nte necesario que nuestro sistema penitencia­rio siga apostando por la reinserció­n de los delincuent­es. En primer lugar porque así lo dice la Constituci­ón y en segundo porque siempre será más útil y menos peligroso para la sociedad un reo rehabilita­do que uno reincident­e.

La carta en la que un preso agradece a un juez su condena nos recuerda que la reinserció­n es no sólo deseable, sino también posible

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