Obras de misericordia
Para los que tienden a considerar mal todo aquello que la Iglesia Católica predica, conviene recordar que “misericordia”, según dice el María Moliner en su primera acepción, es “sentimiento de pena por los que sufren, que impulsa a ayudarles o aliviarles”. Digo esto porque, desgraciadamente, de vez en cuando suceden cosas que relativizan la importancia de todo lo que nos rodea. Siete muertos y miles de personas que lo han perdido todo menos la vida son hechos mucho más importantes que si Pedro y Pablo llegan o no a un acuerdo de gobierno. Ahora, querido presidente, no hace falta enviar buques de guerra a navegar miles de millas para traer a quince damnificados. Están ahí mismo, en el Levante español, y no son quince, son miles los españoles que necesitan ayuda urgente. No necesitan fotos de sus gobernantes con botas de goma y caras compungidas. Tampoco necesitan que se dicten medidas de apoyo –el Gobierno ya las ha aprobado–; lo que verdaderamente necesitan es que estas medidas se cumplan. Repito: que se cumplan. Son compatriotas nuestros y necesitan, además de nuestra solidaridad, nuestra misericordia. Tomás Díez (Sevilla)