Diario de Sevilla

HISTÓRICO VIAJE DEL REY DE ESPAÑA A CUBA

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FELIPE VI culminó ayer su histórico viaje a Cuba, el primero oficial de un Rey de España a la última colonia española en América. Dicha visita, realizada con motivo del quinto centenario de la fundación de la ciudad de La Habana, no ha estado exenta de polémica, pues no han faltado voces que han criticado la presencia del Monarca en una dictadura que carece de las libertades políticas más elementale­s, lo cual es algo indiscutib­le. Lamentable­mente, los principale­s partidos españoles, PP y PSOE, han sido incapaces de fijar una política de Estado para Cuba, país al que no sólo nos unen profundos lazos históricos, culturales y familiares, sino también otros económicos, ya que la presencia empresaria­l española en el archipiéla­go no es desdeñable. España ha basculado entre el seguidismo de la derecha a las políticas de bloqueo de EEUU, que no han acabado con la dictadura comunista pero sí han causado sufrimient­os al pueblo cubano, y la excesiva comprensió­n de la izquierda hacia un régimen que, no lo olvidemos, es una anomalía que tarde o temprano tendrá que desaparece­r y que ha condenado a su población a la miseria, la sumisión y el exilio. En este sentido, el viaje del rey Felipe puede ser el inicio de una nueva etapa en la que España sepa conjugar su apoyo a la d e mo c r a t i z a c i ó n de Cuba, la defensa de los intereses económicos de las empresas españolas y una mejor comprensió­n de las dinámicas internas de la política cubana. No se trata de olvidar al exilio, todo lo contrario, pero sí de respetar procesos que sólo los cubanos deben liderar, como los españoles hicimos con nuestra exitosa Transición. En este sentido, ha sido muy positivo el afectuoso pero contundent­e discurso pronunciad­o por Felipe VI, quien afirmó ante el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, que “es en democracia como mejor se representa­n y se defienden los derechos humanos, la libertad y la dignidad de las personas”. Es difícil decirlo más claro. Lo importante fue el tono de respeto y afecto hacia el pueblo cubano con que se pronunciar­on estas palabras. Todo esto, insistimos, no significa que España le dé la espalda a los miles de exiliados cubanos que tuvieron que abandonar la isla por la falta de libertades políticas y económicas. Tampoco a una oposición interior que, día a día, sufre una represión más o menos intensa según el momento, pero que nunca ha cejado en su empeño de llevar la democracia a Cuba. Ellos, sobre todo, son el futuro.

España debe conjugar su apoyo a la democratiz­ación en Cuba con la defensa de nuestros intereses económicos

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