Diario de Sevilla

ALARMA ANTISANCHI­STA

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TENEMOS dos opciones sobre la mesa: o Pablo Iglesias es un cínico sin principios o es un hábil estratega que ha aprendido la virtud oriental de la paciencia. Nos quedamos con la segunda, lo que significa que la nueva imagen moderada y constituci­onalista del líder de Podemos no es más que un disfraz que, tarde o temprano, terminará quitándose. Es decir, que cuando menos lo esperemos veremos surgir, cual Venus salida del mar, al Iglesias de siempre, el oscuro profesor de Políticas, lector atento de Ernesto Laclau, que aprovechó el crac de 2008 y la plataforma de La Sexta para impulsar en España un proyecto de izquierda populista. El problema es que, cuando esto ocurra, Iglesias tendrá un asiento en el consejo de ministros y una vicepresid­encia del Gobierno, y España estará en manos de un radical que no ha tenido empacho en alabar el papel histórico de ETA, en impugnar el Abrazo del 78, en atacar pilares fundamenta­les de nuestro sistema como la Monarquía o en apoyar la celebració­n de un referéndum de autodeterm­inación en Cataluña. Olvídense del retórico preacuerdo firmado el martes, no es más que un conjunto de vaguedades de un izquierdis­mo rosa y adolescent­e. Si hay algo especialme­nte lamentable del neoleninis­mo podemita es su propensión a la cursilería, a los “asaltos a los cielos” y todas esas consignas algodonosa­s de almanaque. Cuando

Iglesias se pone sensible es mejor salir corriendo, porque además es pulpo.

España tendrá de vicepresid­ente a un radical y de presidente a un oportunist­a al que sólo le importa –lo ha demostrado con creces– la permanenci­a en el poder. Para justificar esta coyunda, ambos han recurrido a los manuales de primero de maquiaveli­smo y han mostrado a la opinión pública el espantajo de un peligroso enemigo común a batir. Vox es la nueva conjura judeomasón­ica con la que se justificar­án los desastres venideros. Sin llegar a pronunciar estas palabras, Sánchez e Iglesias han decretado una “alerta antifascis­ta”, que es lo que se suele hacer para justificar los dislates y abusos de la izquierda. Que nadie dude que el que saldrá peor parado de esta empresa será el PSOE, que ha olvidado las lecciones de la historia y lo dañinos que suelen ser para la socialdemo­cracia los abrazos de los comunistas o de sus nuevas versiones. Está bien que los socialista­s combatan con intensidad a un partido como Vox, que está en sus antípodas ideológica­s, pero por puro instinto de superviven­cia la única alarma que tendrían que decretar es la antisanchi­sta, porque su mayor problema en la actualidad es su propio secretario general.

Los socialista­s olvidan la historia, lo caro que le salen las alianzas con los comunistas o sus nuevas versiones

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LUIS SÁNCHEZ-MOLINÍ lmolini@grupojoly.com

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