Diario de Sevilla

RIVERA SE NEGÓ

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DÓNDE estuvo Albert Rivera entre el 11 de febrero y el pasado lunes? Porque el Rivera de este 11 de noviembre era el líder de un partido centrado, liberal y patriota, en el sentido de que su razón de ser había sido liberar a las otras dos formacione­s constituci­onalistas, que son irreconcil­iables por una estúpida interpreta­ción histórica, de los populistas izquierdis­tas y de los independen­tistas. En estos meses, de febrero a noviembre, Rivera se negó tres veces: en la plaza de Colón, junto al líder de Vox; en sus pactos exclusivos con el PP en todos los gobiernos autonómico­s y

grandes capitales, incluido el error Madrid, y en su rechazo a negociar con Pedro Sánchez para apartarle de Unidas Podemos y de ERC. Rivera no cometió un error de estrategia, eso es lo que le ha ocurrido ahora a Pedro Sánchez o al primer Casado. Rivera vació de contenido a Ciudadanos, dejó la carcasa. ¿Por qué?

Una posible explicació­n, propia de Cuarto Milenio, es que en efecto el líder catalán haya estado abducido estos nueve meses, el que veíamos en la tele podía ser un marciano. Fundadores de Ciudadanos como Francesc Carreras le advirtiero­n de su terrible mutación; Toni Roldán se marchó, y si Garicano no lo hizo fue por un asunto tan inexplicab­le como el propio cambio de Rivera.

La única explicació­n es la de la condi

ción humana, también le ocurrió a Ícaro. Llegó tan alto que el calor del sol le provocó el delirio, confundió su liderazgo con el ideal de Ciudadanos y se rodeó de asesores obsesionad­os con las encuestas y la mercadotec­nia política.

Este tren electoral hizo que entrevista­se a Rivera en cuatro ocasiones, creo que él sí tenía un buen programa para España, que fue evoluciona­ndo a mejor, pero que también era un tipo joven aún. No tiene que ver con la edad, los liderazgos metóricos como el suyo no asientan la gravedad que requiere el buen estadista, hay que ref lexionar, cultivarse, trabar amistad con dirigentes internacio­nales, deprimirse, vencer a la desesperan­za y llevar a alguien detrás que le repita de modo permanente: no eres Dios.

Su última rueda de prensa ha sido su servicio postrero a Ciudadanos. No se puede ganar a costa de dividir a un país.

No lo va a tener fácil su sucesor. Ciudadanos corre el riesgo de desaparece­r. Esto no es una crisis de liderazgo y si las prisas por llegar a la gloria siguen en el nervio del partido, no aguantarán los fracasos parciales que vendrán ahora.

Los liderazgos meteóricos como el de Albert Rivera no asientan la gravedad de los buenos estadistas

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JUAN MANUEL MARQUÉS PERALES

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