El Cristo de la Clemencia vuelve al museo 174 años después
Fue depositado en la Catedral el 31 de mayo de 1845 Formará parte de la exposición ‘Montañés. Maestro de maestros’ que se inaugura a final de mes
El Cristo de la Clemencia, realizado entre 1603 y 1606 por Martínez Montañés, ha vuelto 174 años después al Museo de Bellas Artes de Sevilla. Desde el antiguo convento Casa Grande la Merced el Crucificado salió el 31 de mayo de 1845 con destino a la Catedral sevillana, donde ha permanecido depositado primero en la sacristía de los cálices, por lo que también se le conoce como Cristo de los Cálices, y actualmente en la capilla de San Andrés. La excepcional imagen regresó ayer al museo, que es su propietario, para la exposición Montañés. Maestro de maestros, que será inaugurada el próximo 29 de noviembre.
El Crucificado ha recibido los mimos y cuidados de los conservadores del museo, que le han realizado una inspección y han llevado a cabo una limpieza superficial para eliminar los depósitos de suciedad sobre la obra.
El Cristo de la Clemencia fue un encargo del arcediano de Carmona y canónigo de la Catedral de Sevilla Mateo Vázquez de Leca. El canónigo impuso a Montañés una serie de características para la talla, además de las condiciones técnicas habituales. En el Concierto para realizar un crucifijo entre Juan Martínez Montañés y don Mateo Vázquez de Leca, arcediano de Carmona y canónigo de Sevilla,
de fecha 5 de mayo de 1603, redactado por Juan de Tordesillas, escribano público, se dice: “Item es condición que el dicho Cristo a de estar enclavado en la cruz arriba dicha con dos clavos en los pies y uno en cada mano, que por todo an de ser quatro clavos”. Y se añade “Item es condición que el dicho Cristo crucificado a de ser mucho mejor que uno que los dias passados ise para las provincias del Pirú de las Yndias”.
Vázquez de Leca donó pronto la imagen del Crucificado. En 1614 fue entregado al monasterio de Santa María de las Cuevas, donde fue depositado en la capilla del Nacimiento, en un primer
momento; y en la de Santa Ana, dos años después.
El Cristo permanecería en la Cartuja hasta inicios del siglo XIX, como narra Rafael de Besa 3 Gutiérrez en su publicación El Cristo de la Clemencia: Itinerario de una imagen excepcional.
Con motivo de la invasión francesa, en abril de 1811, sería trasladado al Alcázar. Regresó a la Cartuja el 13 de octubre de 1813.
De nuevo tendría que abandonar la capilla de Santa Ana, en esta ocasión para no regresar más, con motivo de la Desamortización de Mendizábal, en 1835. Cuenta Rafael de Besa que probablemente en 1836 el Cristo estuviera guardado en un almacén de la calle Colcheros (actual Tetuán) a la espera de la creación del museo de la ciudad, previsto inicialmente en San Pablo.
En 1836, con motivo de la amenaza de la guerra carlista, el Crucificado, junto a otras obras, fue llevado a la Catedral, donde quedaría depositado por unos años. En 1841 se inicia la recogida de las obras para llevarlas al nuevo Museo de Bellas Artes que se había creado finalmente en el antiguo convento Casa Grande de la Merced. En 1842 ya hay testimonios de la presencia del Cristo en la pinacoteca.
Pronto se dieron cuenta los responsables de la Comisión de Monumentos que el Museo de Bellas Artes no era el mejor lugar para una obra de estas características. El vicepresidente de la comisión López Cepero –cuenta Rafael de Besa– pide en 1845 el traslado definitivo a la Catedral. “Sólo en aquel templo era donde podía lucir su mérito y no en el Museo por carecer de un sitio tan a propósito como el que allí tenía; á mas de que la veneración que en Sevilla se le tributa hacia necesaria dicha traslación”, escribió en su petición. La reina Isabel II aceptó la propuesta. La confirmación oficial del traslado llegó el 11 de abril de 1845, cuando se remitió una real orden al deán de la Catedral. La fecha elegida para el traslado fue el 31 de mayo de 1845.
“En toda la documentación del proceso siempre queda claro que el carácter del traslado era en calidad de depósito, por lo que en ningún momento se renuncia por parte del museo a la propiedad del Cristo de la Clemencia”, señala Rafael de Besa.